La quiebra de la empresa energ¨¦tica Enron salpica al presidente Bush
El esc¨¢ndalo amenaza al presidente de EE UU, a Cheney y a tres ministros
George W. Bush se enfrenta al primer gran esc¨¢ndalo de su presidencia. El caso Enron, la quiebra repentina de una gigantesca empresa energ¨¦tica estrechamente ligada a la Administraci¨®n republicana, obligar¨¢ a la Casa Blanca a someterse a una larga investigaci¨®n judicial y parlamentaria con unas consecuencias pol¨ªticas potencialmente explosivas. El propio Bush, el vicepresidente, Dick Cheney, y tres ministros se han visto ya salpicados. El Senado emiti¨® ayer 51 citaciones a ejecutivos y auditores de Enron para iniciar una serie de comparecencias.
No hay, por el momento, evidencia alguna sobre la posible comisi¨®n de delitos por parte del presidente y sus colaboradores m¨¢s directos. Pero las relaciones entre Bush y Enron, cuyo colapso ha llevado a la ruina y a la p¨¦rdida de las pensiones de jubilaci¨®n a miles de trabajadores, son peligrosamente intensas.
Enron fue la principal fuente de financiaci¨®n de la carrera pol¨ªtica del actual presidente, con unas donaciones estimadas en 623.000 d¨®lares (685.300 euros) entre 1993 y noviembre de 2001; el presidente de Enron, Kenneth Lay, es amigo personal de Bush desde la ¨¦poca en que ¨¦ste era gobernador de Tejas; y las propuestas de Enron constituyeron la base del plan energ¨¦tico elaborado hace un a?o por el vicepresidente Dick Cheney, bajo la supervisi¨®n directa de Bush.
La trama va, sin embargo, mucho m¨¢s lejos. Enron era hasta hace tres meses la mayor compa?¨ªa energ¨¦tica del mundo. Sus acciones se cotizaban, un a?o atr¨¢s, a 85 d¨®lares. Todo era falso: la compa?¨ªa estaba en realidad al borde de la ruina, y logr¨® ocultarlo manipulando la informaci¨®n facilitada a sus auditores de Arthur Andersen, con la posible complicidad de ¨¦stos. La firma auditora admiti¨® el jueves que hab¨ªa destruido numerosos documentos de Enron, lo que la Comisi¨®n del Mercado de Valores de Nueva York calific¨® de 'grav¨ªsimo'. S¨®lo en noviembre comenz¨® a saberse que la corporaci¨®n energ¨¦tica sufr¨ªa grav¨ªsimos problemas. Los acontecimientos que ocurrieron por esa ¨¦poca atraen especialmente la atenci¨®n de las autoridades judiciales y de la opini¨®n p¨²blica. Los 20.000 empleados y 4.500 jubilados de la empresa, cuyos ahorros estaban depositados en acciones de Enron, asistieron impotentes al desplome de la cotizaci¨®n (una acci¨®n vale ahora unos pocos centavos), sin poder vender porque la legislaci¨®n sobre fondos de pensiones se lo imped¨ªa. No tard¨® en saberse que los principales ejecutivos de Enron s¨ª hab¨ªan liquidado sus inversiones en la empresa, justo antes de que reventara la crisis, y se hab¨ªan embolsado en total m¨¢s de mil millones de d¨®lares. ?Qu¨¦ tiene que ver la Casa Blanca con eso? De momento, que lo sab¨ªa todo y no hizo nada.
Bush admiti¨® el jueves que hab¨ªa hablado personalmente con Kenneth Lay, el presidente de Enron, en abril, pero que ¨¦ste no le hab¨ªa comentado nada sobre los problemas de la compa?¨ªa. Eso es dif¨ªcil de creer, trat¨¢ndose de amigos.
El Departamento del Tesoro admiti¨® ayer que Lawrence Whaley, uno de los principales ejecutivos de Enron, habl¨® 'seis u ocho veces' con el subsecretario Peter Fisher entre octubre y noviembre, para pedirle que intercediera ante un grupo de bancos con el fin de que renovaran los cr¨¦ditos a la corporaci¨®n; seg¨²n el Tesoro, Fisher 'no intercedi¨®' ni inform¨® a Bush.
No informaron al presidente
Tampoco informaron al presidente, seg¨²n la versi¨®n oficial, los secretarios del Tesoro, Paul O'Neill, y de Comercio, Donald Evans (amigo personal tanto de Lay como de Bush desde los tiempos de Tejas), cuando recibieron llamadas de Enron. Eso es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de creer. Seg¨²n el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, Bush s¨®lo recibi¨® informaci¨®n 'gen¨¦rica' sobre la crisis y decidi¨® no hacer nada.
Para limitar el da?o pol¨ªtico, Bush orden¨® el mi¨¦rcoles que se revisara la legislaci¨®n sobre fondos de pensiones, con el fin de que no se repitiera un desastre como el de los empleados de Enron.
Tambi¨¦n orden¨® la creaci¨®n de una oficina especial dentro del Departamento de Justicia para investigar posibles fraudes en Enron: el fiscal general, John Ashcroft, se autoexcluy¨® de esa investigaci¨®n porque ¨¦l tambi¨¦n era un veterano receptor de las donaciones econ¨®micas de la empresa.
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