'No tengo que perdonarle nada a Camilo'
'Yo no tengo que perdonarle nada a Camilo', afirma Rosario Conde Picavea, la mujer que comparti¨® con el Nobel ahora desaparecido cuarenta y cinco a?os de su vida privada, y que cuid¨® de la intendencia y organizaci¨®n necesarias para una inconmensurable aventura creativa. Charo Conde, de ochenta y ocho a?os de edad, madre de Camilo, ¨²nico hijo de la pareja, y abuela de Camila, 'estaba sin que se notase'. Fue la transcriptora de Cela, y su primera lectora, voluntariamente en un segundo plano, con un protagonismo social discreto. Cela y Conde se casaron en 1944, y el matrimonio se escindi¨® cuando el escritor, en 1989, se march¨® con la locutora y periodista gallega Marina Casta?o, que aparece hoy como su viuda. 'Mi madre jam¨¢s ha hablado mal de mi padre, en ning¨²n momento, ni ahora ni en la separaci¨®n', dice su hijo.
'Mi nieta, Camila, crecer¨¢ sin una carta, ni tendr¨¢ un libro dedicado de su abuelo, ni recordar¨¢ una llamada de tel¨¦fono suya'
'Crees haberla asumido (la muerte) y luego resulta que no has asumido nada', comenta Charo Conde, que se enter¨® del fallecimiento de su antiguo marido por su hijo, cuando ¨¦ste, al final de su clase en la universidad, se acerc¨® a su habitaci¨®n y la bes¨® a deshoras. 'Ha muerto tu padre', asegur¨® con serenidad la mujer al antrop¨®logo Camilo Cela Conde, quien explica que en su familia no es habitual besarse, fruto de una herencia de la austera formaci¨®n inglesa que el Nobel transmiti¨®, legado a su vez de la abuela brit¨¢nica.
Rosario Conde tiene buena memoria, pese a alg¨²n achaque. Recuerda que los tres millones cobrados a mitad de los a?os 50 por La Catira sacaron al matrimonio Cela Conde de la miseria y del pan malo y alzaron el papel de la literatura espa?ola contempor¨¢neo a otro estadio.
Conde Picavea, maestra de formaci¨®n, era mecan¨®grafa en el Sindicato del Metal en Madrid cuando conoci¨® a quien ser¨ªa su famoso marido. 'Voluntariamente y de una forma casi obsesiva ella no quiso jam¨¢s ning¨²n protagonismo. Dec¨ªa siempre que estar¨ªa en segunda fila', recalca Cela Conde. Las amistades mallorquinas de la ex pareja -que quedaron aisladas del Nobel desde que ¨¦ste decidi¨® unirse a Marina Casta?o- aseguran que 'el ¨²ltimo favor que Charo Conde le hizo a Camilo fue no ir a la ceremonia de entrega del Nobel en Estocolmo, la m¨¢xima ilusi¨®n que el escritor tuvo -y un empe?o de Charo, claro-. Decidi¨® no ir para no poner a Camilo en un compromiso'. Charo nunca habl¨® con Marina, y en la cl¨ªnica de Madrid donde operaron a Cela de divert¨ªculos en 1989 saben que, con discreci¨®n, la a¨²n esposa abandonaba la habitaci¨®n del escritor para que la pareja en ciernes Cela-Casta?o se viera.
Esta elegante se?ora anciana que vive en Mallorca fue la fiel transcriptora de los manuscritos de CJC -que no usaba m¨¢quina- sino tinta o l¨¢piz, y enlazaba letra de mosca, dejando mil correcciones anotadas, como una melena de tachaduras y rayas sobre el original. Cela Conde recuerda: 'Ella manejaba todo el archivo, atend¨ªa visitas y hu¨¦spedes, pon¨ªa orden, y, todos los d¨ªas, pasaba a limpio los originales, para que a la ma?ana siguiente CJC los corrigiera y los volviera a enredar. A veces usaba lupa para entender las palabras...'.
'Nunca fui una esclava, hac¨ªa esto porque quer¨ªa hacerlo', dijo Charo en muchas ocasiones. Nunca firm¨® art¨ªculos ni libros. Jam¨¢s apareci¨® en los sumarios de autores o de la redacci¨®n de Papeles.
Pregunta. ?Usted hizo donaci¨®n de parte de sus bienes compartidos con el escritor en el legado inicial con el que se fund¨® la actual Fundaci¨®n Camilo Jos¨¦ Cela de Iria Flavia?
Respuesta. S¨ª, la mitad de la donaci¨®n.
'Y la echaron sin m¨¢s', anota el hijo. Charo Conde y su hijo Camilo, tras el nuevo matrimonio del Nobel con Marina Casta?o, fueron excluidos de la fundaci¨®n, entidad de inter¨¦s p¨²blico, de la que eran patronos, mediante unos cambios efectuados en los estatutos por indicaci¨®n del escritor, y se dej¨® sin crear una prevista delegaci¨®n en Palma de Mallorca, en las casas que fueron domicilio y sede literaria y donde naci¨® Mazurca para dos muertos.
La ex esposa de Cela regal¨® alrededor de veinte mil ejemplares y parte de los archivos de almac¨¦n de Papeles de Son Armadans a la Universidad de las Islas Baleares a principios de los 90, cuando ya estaban consumados la separaci¨®n, disoluci¨®n de gananciales, divorcio y nulidad del matrimonio.
'Mi madre acept¨® que se anulara su matrimonio eclesi¨¢stico, y eso que es una persona de creencias. Aunque ella piensa que la Iglesia hizo muy mal', observa Camilo Cela Conde. La mujer no aleg¨® en contra de la nulidad, y ahora la familia e instituciones mallorquinas preparan un funeral en los pr¨®ximos d¨ªas en la bas¨ªlica de San Francesc de Palma.
La abuela de Camila Cela Marty, de doce a?os, ¨²nica nieta de ella y del Nobel, tiene muchas fotos de la ni?a a su alrededor. Lamenta que la ni?a crecer¨¢ 'sin una carta, ni un libro dedicado de su abuelo, ni una llamada de tel¨¦fono'. Cela estuvo con su a¨²n mujer y la familia de Mallorca por ultima vez en el bautizo de Camila, el 8 de septiembre de 1989. 'La ni?a nunca pudo ver a su abuelo', dice el padre. Y su mujer, Gis¨¨le Marty, a?ade: 'Rechaz¨® ir al funeral porque asegur¨® que quer¨ªa conocerlo vivo'.
Est¨¢n, por otro lado, todas las cartas que Camilo Jos¨¦ Cela mand¨® a su novia y esposa Rosario Conde Picavea -supuestamente, cartas de amor- y que permanecen en poder de la ex esposa. No las conoce su hijo por expreso deseo de la destinataria de la correspondencia, quien ha indicado y estipulado que s¨®lo despu¨¦s de su muerte las podr¨¢ leer el descendiente. 'No te sabr¨ªa decir qu¨¦ contienen, no las conozco, pero supongo que son cartas de amor', dice Camilo Jos¨¦ Cela Conde
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, subdirector de Papeles, afirma en sus memorias que Rosario Conde 'estaba muy segura de sus convicciones y no sol¨ªa ser ni demasiado social ni demasiado dom¨¦stica', y que 'se liberaba de disciplinas dom¨¦sticas o de aislamientos peri¨®dicos' participando en las 'chuchipandas nocturnas' que la tribu literaria de Cela trazaba por Palma.
Camilo Jos¨¦ Cela manifestaba a Juan Bonet en junio de 1977 que no hab¨ªa tenido debilidades sentimentales o pasiones fuertes o secretas, y comentaba de su alianza con su primera mujer: 'Mi matrimonio con Charo Conde Picavea, una chica de Oyarzun que trabajaba en Sindicatos, viene durando perfectamente bien desde 1944, y te dir¨¦ la raz¨®n: fue un matrimonio de conveniencia, como deben ser todos los matrimonios'.
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