El libro electr¨®nico busca su hueco como alternativa complementaria al de papel
Un seminario coordinado por Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n re¨²ne a 80 expertos en edici¨®n y tecnolog¨ªa
Hace unos meses, dos grandes gurus de la edici¨®n estadounidense cruzaron en Internet una bonita apuesta de 1.000 d¨®lares. Jason Epstein, ex director de Random House, dijo que s¨ª, que en 2010 m¨¢s del 50% de los libros ser¨¢n vendidos con la f¨®rmula 'impresi¨®n bajo demanda' en formato 'bolsillo de calidad'. Por contra, Vint Cerf, vicepresidente de Worldcom, sostuvo que no, que en 2010 m¨¢s de la mitad de los libros no ser¨¢n de papel, sino que se leer¨¢n en artefactos electr¨®nicos liger¨ªsimos, peque?os, capaces de emitir m¨²sica y pel¨ªculas a la vez. A falta de saber qui¨¦n se llevar¨¢ la pasta, una cosa est¨¢ clara: al menos la mitad de los libros no ser¨¢n dentro de ocho a?os como son ahora.
Tambi¨¦n lo cree Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n, que ayer coordin¨® un seminario internacional sobre el libro electr¨®nico de la Residencia de Estudiantes y la Fundaci¨®n Giner de los R¨ªos. Ochenta especialistas discutieron las posibilidades t¨¦cnicas y comerciales y la influencia que la revoluci¨®n digital ejercer¨¢ sobre el circuito tradicional de la edici¨®n.
La conclusi¨®n principal es que el tono apocal¨ªptico se ha evaporado, que el p¨¢nico a lo electr¨®nico remite. Quiz¨¢ porque ya nadie habla de la desaparici¨®n del papel, sino de coexistencia pac¨ªfica y complementaria. 'Incluso los m¨¢s irredentos tecn¨®logos', dice Mill¨¢n, 'aceptan que el libro cl¨¢sico, el c¨®dice que conocemos hace cientos de a?os, es un artefacto tan c¨®modo y placentero que resulta imposible mejorarlo. Por otro lado, incluso los editores cl¨¢sicos m¨¢s prudentes saben que su forma de editar tiene algunas fallas (fondos inencontrables, almacenajes muy costosos, dificultad f¨ªsica para viajar lejos) que pueden resolverse con la ayuda digital'.
El mercado
Seg¨²n lo o¨ªdo ayer, la cosa est¨¢ aprendiendo a andar, pero promete mucho: la t¨¦cnica va muy por delante de un mercado que, de momento, maneja modestas cifras de negocio. Seg¨²n se?ala Mill¨¢n, los best-sellers descargables desde Internet venden '4.500 ejemplares como m¨¢ximo'. Lo cual no impide que las compa?¨ªas desarrollen m¨¢quinas y programas muy sofisticados, que las editoriales convencionales todav¨ªa no conocen o no se deciden a usar. Alfonso Garc¨ªa, de Xerox, present¨® un sistema 'r¨¢pido y barato' de impresi¨®n digital bajo demanda, que permite, afirma, imprimir y encuadernar en un solo proceso, rentabilizar una tirada corta, de 5 a 2.000 unidades, resucitar as¨ª los fondos descatalogados y reducir casi a cero los gastos de devoluci¨®n y gesti¨®n. Al final, anim¨® a las editoriales a probarlo.
Algunos adelantados, como la empresa independiente francesa Cytale, ya expanden por el mundo ese tipo de impresi¨®n bajo pedido. Y les va razonablemente bien, dice su consultor, Alain Schmidt. La edici¨®n a la carta, dijo, aument¨® un 30% en Francia en el a?o 2000, con la ventaja de que revoluciona la cadena cl¨¢sica de distribuci¨®n: el ¨²nico intermediario es el banco que gestiona el cobro. Quedan el editor o prescriptor, que selecciona y recomienda un t¨ªtulo en medio del marem¨¢gnum, y el lector, que elige t¨ªtulo, tama?o de letra, portada... Conclusi¨®n: gesti¨®n directa, menos gastos para todos y m¨¢s derechos para el autor: ah¨ª recibe un 20% de royalties frente al 9% o 10% tradicional.
La compra y descarga de archivos para su lectura en PC, PDA o 'dispositivos dedicados' es la otra corriente que asoma con m¨¢s fuerza. Las nuevas herramientas buscan una lectura m¨¢s f¨¢cil, m¨¢s f¨¦rtil, interactiva. Pero nada de texto con v¨ªdeo y audio (el famoso hipertexto). Tras la excitaci¨®n inicial, ha llegado la consolidaci¨®n tranquila, dice Txema Arnedo, responsable de e-books de Microsoft, cuyo programa Reader reproduce la puesta en p¨¢gina cl¨¢sica y permite consultar cada palabra en un diccionario.
La ense?anza parece una de las grandes beneficiadas. Y la competencia surge de debajo de las piedras. La Universidad de Barcelona dio a conocer su sistema Lektor, que, seg¨²n Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Illera, ayuda a leer aprendiendo, modificando, anotando, consultando dudas en una web enlazada o examin¨¢ndose con el programa Scola. La Polit¨¦cnica de Barcelona, cont¨® Ana Latorre, realiza ya ediciones virtuales y troceadas de libros agotados, s¨®lo disponibles hasta ahora en fotocopias. 'No s¨®lo evitan el fraude al autor, sino que permiten al alumno tener s¨®lo el cap¨ªtulo que le interesa', dice Mill¨¢n.
Ejecutivos y fardones tambi¨¦n est¨¢n en el punto de mira. Xerox anuncia que tendr¨¢ listo en un a?o un aparato lector aut¨®nomo y rechulo: una l¨¢mina de pl¨¢stico con tinta electr¨®nica que pesa menos de un kilo, se dobla y tiene memoria para cargar numerosos peri¨®dicos y libros.
?Ciencia ficci¨®n? Si Jason Epstein y Vint Cerf se han jugado 1.000 d¨®lares...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.