El sue?o ahogado de un torero humilde asesinado en Per¨²
El matador Jos¨¦ Reina se fue a Am¨¦rica en 2002 porque en Espa?a no hab¨ªa toreado ni una sola vez ese a?o, pero en vez de la gloria hall¨® la muerte de una brutal paliza
El torero Jos¨¦ Reina Rinc¨®n, de 22 a?os, no muri¨® sobre el albero. Su cad¨¢ver fue hallado sobre la pedregosa playa de Waikiki, en Lima (Per¨²), el martes 9 de julio, a miles de kil¨®metros de su Ciudad Real natal, tras permaner seis d¨ªas en el agua. Su padre, Jos¨¦ Reina, marmolista de profesi¨®n, no le pudo ni reconocer porque ten¨ªa el rostro desfigurado de la brutal paliza que le dieron sus asesinos.
Su padre no pudo reconocerle porque ten¨ªa el rostro desfigurado
Reina muri¨® de los pu?etazos en la cara y de un golpe en la cabeza realizado 'con un objeto contundente', seg¨²n ha trascendido de la investigaci¨®n de la Polic¨ªa peruana. La polic¨ªa peruana le identific¨® por la cicatriz que le dej¨® una cornada en la pierna derecha y el tatuaje que se hizo en la ingle izquierda con la cara de un diablo. Reina llevaba 1.200 d¨®lares encima, y las primeras hip¨®tesis apuntaron a que los presuntos autores de la paliza conoc¨ªan el dato.
El sue?o Americano
Reina encarna el caso m¨¢s tr¨¢gico de las desventuras que muchos toreros espa?oles, desconocidos para el gran p¨²blico, afrontan al emigrar a Latinoam¨¦rica en busca de faena. Matadores modestos que en Am¨¦rica son v¨ªctima de la picaresca de los empresarios taurinos, que pagan la mitad de lo prometido. Emigrantes de la muleta que, para ahorrar gastos, llaman a Espa?a a cobro revertido, viajan por carreteras de tierra en autobuses de l¨ªnea entre campesinos y gallinas, comen en hamburgueser¨ªas baratas, se hacen la colada o comparten habitaci¨®n en hoteles de mala muerte...
Una veintena de estos matadores se buscan la vida en las plazas de Per¨², M¨¦xico, Colombia o Bolivia. Son los nuevos emigrantes del toro que viajan para 'traerse un duro, pero sobre todo para torear, para matar toros que aqu¨ª en Espa?a hay hasta que pagar para matarlos', seg¨²n explica Francisco Curro Mart¨ªnez, matador de 27 a?os, de Linares (Jaen), que viaj¨® a Per¨² con Reina y, en Lima, comparti¨® habitaci¨®n con el fallecido.
Mart¨ªnez conoci¨® a Reina en la plaza de C¨®rdoba hace cinco a?os, cuando todav¨ªa eran novilleros. No se volvieron a ver hasta el 21 de junio, d¨ªas antes del suceso, en el aeropuerto de Barajas. Viajaban con poca ropa y el traje de luces en la maleta. Pero el sue?o de ambos comenz¨® con una pesadilla: 22 horas de viaje. De Madrid a Lima, pasando por Quito y Caracas. "Un paliz¨®n", asegur¨® ?ngel G¨®mez Escorial, otro de los toreros que estuvo con el fallecido en Per¨². Se pasaron el viaje hablando de "lo dif¨ªcil que est¨¢ la profesi¨®n". "Me dijo que le iba mal en Espa?a y que le fue bien en Quito [Ecuador] el a?o pasado. Tambi¨¦n me habl¨® mucho de su familia, sobre todo de su hijo [de a?o y medio]. Lo adoraba", a?adi¨®.
Promesas incumplidas
Agotados del viaje, el primer d¨ªa de estancia en Lima, los toreros descansaron en la habitaci¨®n del hotel Huaychulo, de dos estrellas, pero que equivale a "una pensi¨®n espa?ola", afirma Mart¨ªnez. El hotel ubicado en el distrito de Miraflores, la zona rica de la ciudad, donde hay apartamentos con vistas al Pac¨ªfico. Guillermo Caro, el empresario que les contrat¨®, les oblig¨® a compartir habitaci¨®n para ahorrar gastos. El 23 de junio triunfaron en una corrida en la localidad de San Pablo. Reina cort¨® cuatro orejas, y Mart¨ªnez, tres. Dieron la vuelta al ruedo. Caro les contrat¨® para la feria de Chota, la tercera plaza peruana. De Lima a Chota: 15 horas de autob¨²s, "de los que hab¨ªa cuando Marisol hac¨ªa pel¨ªculas", por carreteras de tierra con desfiladeros de v¨¦rtigo en la cuneta. "Caro nos prometi¨® dos corridas en Chota, a 1.000 d¨®lares por tarde", afirma Mart¨ªnez. La realidad fue otra. S¨®lo torearon un d¨ªa y cobraron 600 d¨®lares cada uno. Fueron los 1.200 d¨®lares que llevaron a Reina a la muerte, los que Caro le pag¨® en la recepci¨®n del hotel Huaychulo el d¨ªa de la desaparici¨®n.
"Ahora que lo pienso, me jugu¨¦ el tipo en esa plaza porque no hab¨ªa ni enfermer¨ªa"
Ese d¨ªa, Mart¨ªnez estaba toreando en San Pedro, localidad de la sierra peruana, acompa?ado por el matador espa?ol ?ngel G¨®mez Escorial. "Ahora que lo pienso, me jugu¨¦ el tipo en esa plaza porque no hab¨ªa ni enfermer¨ªa. Dec¨ªa que si me cog¨ªa el toro llamar¨ªan al m¨¦dico del pueblo", cont¨® Mart¨ªnez. "En Am¨¦rica hay plazas en las que dices: 'como me d¨¦ una cornada buena me muero aqu¨ª mismo",?a?adi¨® G¨®mez Escorial. "En Per¨² hay un m¨¦dico al que llaman el ¨¢ngel de los toreros. Te opera por tel¨¦fono m¨®vil. Le llaman de cualquier punto de las monta?as cuando hay una cogida y le ponen con el m¨¦dico del pueblo para que le diga paso a paso lo que tiene que hacer. Adem¨¢s, los m¨¦dicos disponen de muy malas enfermer¨ªas, pero cosen muy bien porque all¨ª est¨¢n acostumbrados a curar pu?aladas", asegur¨®.
Tan s¨®lo un d¨ªa despu¨¦s de la desaparici¨®n de Reina, Mart¨ªnez fue a una comisar¨ªa de Lima a denunciarlo. "Tardaron horas en atenderme y me dijeron que no me preocupara, que eso era muy normal en Lima", explica Curro Mart¨ªnez, quien solicit¨® ayuda en la embajada espa?ola y "fue entonces que empezaron a buscar".
Cuando aparec¨ªa un cad¨¢ver, la polic¨ªa llamaba a Mart¨ªnez para ver si se trataba de Reina. "Me llevaron a la morgue a ver un cuerpo y aquello era peor que un matadero de animales. Era una sala con una mesa muy larga en la que por lo menos hab¨ªa 50 o 60 cad¨¢veres. Te puedes imaginar el olor que hab¨ªa all¨ª. Ped¨ª una mascarilla, pero no pude contemerme y vomit¨¦", reconoci¨®. Reina corri¨® peor suerte.
El drama de dos familias
El hijo de Jos¨¦ Reina cumplir¨¢ dos a?os en diciembre. Es rubio, de ojos azules, y no hac¨ªa m¨¢s que gritar "?pap¨¢, pap¨¢!" el pasado jueves 11 cuando corr¨ªa descalzo y en pijama por el piso de Ciudad Real de sus abuelos maternos. "No se entera de lo que est¨¢ pasando", dec¨ªa la abuela, Concepci¨®n Blasco, peluquera. Parec¨ªa todo lo contrario. El torero siempre le tuvo presente en Per¨². Reina adorn¨® su mesilla de noche en el hotel peruano con un dibujo que el peque?o le regal¨® el d¨ªa del padre y se guard¨® dos ositos de peluche que le arrojaron desde la grada en la plaza de San Pablo, donde cort¨® cuatro orejas y dio la vuelta al ruedo. Reina y su compa?era sentimental, Ana Garc¨ªa, de 25 a?os, alquilaron un apartamento en Ciudad Real al poco de nacer Jos¨¦. Tuvieron que dejarlo a los pocos meses por falta de dinero. Como a Reina no le sal¨ªa faena y ella ten¨ªa que cuidar del peque?o decidieron regresar a casa de sus respectivos padres. Ahora, Ana, auxiliar de cl¨ªnica, trabaja como empleada de hogar. "Nuestra relaci¨®n era muy buena y quer¨ªa mucho a su hijo", afirm¨® Ana entre sollozos el jueves. El ¨²ltimo d¨ªa que hablaron fue el d¨ªa antes de la desaparici¨®n. "Jos¨¦ llam¨® el lunes [1 de julio] muy ilusionado porque hab¨ªa triunfado y le hab¨ªan salido cuatro corridas m¨¢s. No par¨® de preguntar por su hijo", explic¨® Concepci¨®n Blasco.
*Tres agentes de la polic¨ªa municipal de Lima confesaron su participaci¨®n en el asesinato del torero, seg¨²n informaron fuentes de la Direcci¨®n de Investigaci¨®n Criminal de la polic¨ªa peruana (Dirincri). Reina muri¨® v¨ªctima de un "ajusticiamiento extrajudicial", seg¨²n la polic¨ªa peruana, a manos de Luis Lau Urbina, William Benza y Oscar Cajas, vigilantes municipales del cuerpo conocido en Per¨² como Serenazgo. Los tres fueron detenidos como sospechosos del homicidio despu¨¦s de saberse que hab¨ªan detenido al torero espa?ol el pasado dos de julio en el distrito de Miraflores, cerca del hotel donde se hospedaba. Uno de ellos llevaba el reloj del fallecido.
Babelia
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