El sujeto, est¨²pidos
El lehendakari Ibarretxe ha presentado en el Parlamento su plan para alcanzar la paz y la normalizaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi. Frente a quienes la han descalificado consider¨¢ndola 'un acuerdo de Lizarra sin tregua', creo que la propuesta rompe con Lizarra para entroncar, m¨¢s bien, con el plan Ardanza, presentado en marzo de 1998 por el entonces lehendakari a una Mesa de Ajuria Enea ya cad¨¢ver. Como aquel, el de Ibarretxe ser¨ªa un excelente documento para el debate entre nacionalistas vascos. Desgraciadamente, como entonces, el nacionalismo parece incapaz de articular su propia reflexi¨®n ideol¨®gica si no es arrastrando consigo al conjunto de la ciudadan¨ªa vasca y navarra. En realidad, este ha sido siempre el problema de todas sus propuestas pol¨ªticas: que surgiendo de una parte de la sociedad, se conciben y presentan como si fueran emanaci¨®n de las aspiraciones y proyectos de todos los vascos.
El sujeto, siempre el sujeto. He ah¨ª la cuesti¨®n. El sujeto vasco, que no se deja sujetar y que, por el contrario, se escurre como arena entre las manos del nacionalismo cuanto m¨¢s pretende ¨¦ste definirlo y apretarlo. En su apartado quinto, el documento del lehendakari afirma que 'el Pueblo Vasco' es un pueblo con identidad propia, y por ello le corresponde el derecho a decidir sobre su futuro sin injerencia ninguna. De ah¨ª se concluye que Espa?a (ninguna apelaci¨®n hay a Francia) ha de reconocer con todas sus consecuencias jur¨ªdicas la identidad nacional vasca. Pero esta decisi¨®n singular y solemne sobre el futuro pol¨ªtico del Pueblo Vasco ha de fundamentarse, seg¨²n la propuesta, en el respeto a las decisiones que adopten los ciudadanos de los diferentes ¨¢mbitos jur¨ªdico-pol¨ªticos en los que actualmente se articula, es decir: las comunidades aut¨®nomas de Euskadi y Navarra y los tres territorios de Iparralde, que ahora ni siquiera constituyen un cuerpo institucional com¨²n.
En la pr¨¢ctica, se hurta a la ciudadan¨ªa la primera y m¨¢s fundamental decisi¨®n, la que consiste en decidir si constituyen o no un sujeto pol¨ªtico. Y esto no se soluciona diciendo: pues conv¨®quese una consulta en dichos territorios. Es esta la falacia del decidir para ser. En puridad democr¨¢tica, habr¨ªan de ser los ciudadanos de cada uno de esos cinco territorios (Euskadi, Navarra, Zuberoa, Lapurdi y Benabarra) quienes habr¨¢n de adoptar, libre y aut¨®nomamente, decisiones que, una tras otra, puedan en su caso desembocar en una decisi¨®n conjunta sobre su identidad pol¨ªtica. Decisiones que conforman una compleja cadena: a) Expresi¨®n de la ciudadan¨ªa de Zuberoa, Lapurdi y Benabarra de su voluntad de conformar una instituci¨®n pol¨ªtica com¨²n soberana y negociaci¨®n con Francia para lograrlo. b) Expresi¨®n de la ciudadan¨ªa de Euskadi de su voluntad de conformar una instituci¨®n pol¨ªtica soberana y negociaci¨®n con Espa?a para lograrlo. c) Lo mismo de la de Navarra. d) Expresi¨®n de la ciudadan¨ªa de Euskadi y Navarra de su voluntad de conformar una instituci¨®n pol¨ªtica com¨²n y negociaci¨®n con Espa?a para lograrlo. e) Expresi¨®n de la ciudadan¨ªa de Euskadi-Navarra y de Iparralde de su voluntad de conformar una instituci¨®n pol¨ªtica com¨²n soberana y negociaci¨®n con Espa?a y Francia para lograrlo. Y algo tendr¨¢ que decir Europa.
Que la secuencia y hasta la concreci¨®n de cada uno de los pasos sea correcta es lo de menos. Lo que quiero decir es que la propuesta del lehendakari quiebra por donde quiebra desde siempre el soberanismo estatonacionalista: por la inexistencia de un sujeto pol¨ªtico. Que existe un sujeto cultural llamado Euskal Herria es un hecho, y ya existen importantes instituciones que lo re¨²nen, como Euskaltzaindia o Eusko Ikaskuntza. Pero este sujeto cultural no es condici¨®n ni necesaria ni suficiente para conformar un sujeto pol¨ªtico. Y cuanto m¨¢s se aprieta la plural realidad, menos arena queda entre las manos.
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