P¨®ker en el mar sobre el destino de un petrolero
Las autoridades permitieron que se impusiera el inter¨¦s de las empresas privadas en la toma de decisiones frente al naufragio
A las tres de la tarde del mi¨¦rcoles 13, el viento derrib¨® una gr¨²a en A Coru?a y aplast¨® a dos mujeres. De aquel suceso todo el mundo se enter¨® al instante. Sin embargo, todav¨ªa hoy, casi nadie sabe que a esa misma hora, 30 millas mar adentro, 22 marineros filipinos y dos rumanos se volvieron aterrorizados hacia su capit¨¢n, el griego Apostolos Maguras, un hombre de 68 a?os, muy mal car¨¢cter y una cicatriz en el coraz¨®n, y le pidieron con l¨¢grimas en los ojos que los sacar¨¢ de all¨ª. Las olas eran de ocho metros y el mar hab¨ªa conseguido abrir una grieta en el costado de estribor. El Prestige, un petrolero de 25 a?os, m¨¢s largo que dos campos de f¨²tbol y cargado con 77.000 toneladas de fuel, se escor¨® 21 grados.
Se toma una decisi¨®n, m¨¢s pol¨ªtica que t¨¦cnica. El 'Prestige' debe volver a alta mar
Lanzaron llamadas de socorro. Eran las 14.50. Casi a la misma hora que el capit¨¢n Maguras ped¨ªa auxilio al Centro de Salvamento Mar¨ªtimo de Finisterre, una ambulancia corr¨ªa paralela a la costa para asistir a las dos ancianas atrapadas por la gr¨²a. En el mar, sin embargo, las cosas no son tan sencillas. All¨¢, el negocio es el negocio. Cuando recibieron el aviso, los expertos tripulantes del remolcador R¨ªa de Vigo se movilizaron. ?Un petrolero? Buena pieza. ?77.000 toneladas en las bodegas? Una joya. La tarifa por salvar un buque de un naufragio var¨ªa seg¨²n los casos, pero la media suele ser el 10% del valor del buque y de la carga.
El Prestige, pese a sus 26 a?os de navegaci¨®n y la mala fama de su bandera de conveniencia, est¨¢ valorado en 60 millones de euros (unos 10.000 millones de pesetas) y la carga de fuel, un hidrocarburo viscoso con un porcentaje muy alto de azufre, en otro tanto. Los tripulantes del R¨ªa de Vigo no necesitaban hablar entre s¨ª para saber que, si lograban salvar el barco, habr¨ªa dinero para todos. Un buen pellizco para la Navidad.
En dos horas, el Ria de Vigo tiene al alcance el Prestige. Otros remolcadores tambi¨¦n van de camino: el Alonso de Chaves, el Charuca Sil, el Ibaizabal I... Dos helic¨®pteros sobrevuelan el petrolero, que dispone de remolques de emergencia tanto a proa como a popa. Desde el aire, y a pesar del mal tiempo, se percibe el nerviosismo de la tripulaci¨®n. Apostolos Maguras, el capit¨¢n, env¨ªa entonces un mensaje a tierra:
-Necesito que evacuen a la tripulaci¨®n. S¨®lo necesito al primer oficial y al jefe de m¨¢quinas. Los marineros quieren irse como sea. A bordo ya son un peligro.
Aun as¨ª, menos los asustados filipinos, todos saben que no hay riesgo de hundimiento inmediato. No hay prisa pues. La partida ha empezado y lo habitual es esperar, dejar que la situaci¨®n empeore. Jugar con los nervios del capit¨¢n, con el temple del armador, dispuesto a que esta adversidad le cueste el menor dinero posible. Son las leyes privadas del rescate. Hay una jaculatoria que todos los hombres del mar saben pronunciar: sin salvamento, no se paga.
A las cinco de la tarde, las autoridades espa?olas reciben una buena noticia y otra mala. La peor es que el barco ya ha vertido fuel al mar. La buena es que el capit¨¢n ha conseguido adrizar el barco, nivelarlo sobre el mar. Como el golpe de mar inund¨® los tanques de estribor, el griego ha dado la orden de que se inunden tambi¨¦n los de babor. Efectivamente, en apenas media hora el barco queda nivelado, pero con un sobrepeso enorme. Los filipinos, abiertos los ojos como platos, no saben a esa hora si podr¨¢n contarlo.
Nadie parece moverse de su posici¨®n. Los remolcadores no se deciden a¨²n a remolcar. ?Qu¨¦ esperan? Un fax. A las 19.35 la Empresa de Salvamento Mar¨ªtimo, los due?os del R¨ªa de Vigo, env¨ªan un mensaje al armador. Le ofrecen un LOF, un contrato de salvamento sin premio fijo sujeto a arbitraje en Londres, y un Scopic, una cl¨¢usula que garantiza que, aunque no se salve nada, los remolcadores cobrar¨¢n todos sus gastos. Es una garant¨ªa para que el salvador haga todo lo posible.
Mientras, en la delegaci¨®n de Gobierno no hay movimiento: ninguno de los seis inspectores de la Capitan¨ªa, los representantes del Estado para estos avatares, es llamado a consultas. Y el capit¨¢n mantiene las m¨¢quinas paradas. El barco navega a la deriva empujado por las fuertes olas durante toda la noche. El capit¨¢n impone de momento su juego. Cuanto m¨¢s cerca de la costa est¨¦, m¨¢s barato ser¨¢ el rescate.
A las 8.49 de la ma?ana del 14 de noviembre se aprecia una mancha de crudo que se extiende sobre una longitud de 20 millas. Nace otra marea negra.
El Prestige est¨¢ muy cerca de la costa. (A tres millas de Mux¨ªa. Los vecinos se levantan de cama y ven el barco por la ventana) El capit¨¢n hace su ¨²ltima apuesta: solicita entrar en puerto para trasvasar el petr¨®leo. El puerto de A Coru?a dispone de las instalaciones adecuadas. Pero la presencia de una aparatosa mancha de crudo rompe la inactividad de la Delegaci¨®n del Gobierno. Las im¨¢genes del barco escorado est¨¢n en todos los telediarios. La escora no es grave, no superar¨¢ los 21 grados, pero es otro el mensaje que cala en la opini¨®n p¨²blica. Se hunde, otro Mar Egeo a las puertas de A Coru?a. No se pide a los expertos una evaluaci¨®n del estado del casco, a pesar de que los hay con experiencia en petroleros en la Capitan¨ªa. Simplemente se toma una decisi¨®n, m¨¢s pol¨ªtica que t¨¦cnica. El Prestige debe volver a alta mar. No puede ser que los vecinos del lugar se asusten al ver un barco escorado desde el balc¨®n.
Ante la negativa del capit¨¢n a encender las m¨¢quinas para alejar el barco de la costa, se rompe la baraja. Se acab¨® la partida para el griego Magouras. La Delegaci¨®n de Gobierno reclama a un inspector especialista en m¨¢quinas. Su misi¨®n es llegar hasta el Prestige, encender los motores y trasvasar agua a los tanques de lastre para equilibrar el petrolero. Y alejar el barco de la costa. Hacia el norte. Se fijan los remolques. Velocidad cinco nudos.
Alejarlo ?hasta d¨®nde? ?Lo m¨¢s lejos posible para evitar un da?o mayor a Galicia? ?D¨®nde ya no afecte a la opini¨®n p¨²blica? ?O todo a la vez? Lo suficientemente lejos como para no impedir el juego de la subasta. Que sigan con el "Sin salvamento, no hay paga", pero lejos de A Coru?a.
A lo largo del d¨ªa 14, el petrolero se aleja hasta situarse en la ma?ana del 15 de noviembre a unas 60 millas de las costas gallegas. Se reanuda la partida. Se paran las m¨¢quinas. La puja ha sido para la compa?¨ªa holandesa Smit Tack, que ha enviado un remolcador chino desde Gibraltar para seguir las operaciones hasta el final. Y ese final depende de un puerto de destino que quiera acoger el barco. Es ya otro juego. Francia e Inglaterra dicen que no. Hay dos cambios de rumbo, propiciados por las negativas y la b¨²squeda de mejores condiciones en la mar. Finalmente, solo queda una opci¨®n, el sur, donde adem¨¢s las aguas ir¨¢n siendo m¨¢s tranquilas y aliviar¨¢n la presi¨®n que se est¨¢ haciendo sobre el casco. En ese punto, la Delegaci¨®n del Gobierno ha dejado de ser ¨¢rbitro.
Pero la noticia no se ha alejado de las portadas. El c¨¢lculo ha fallado. Se habla de Gibraltar para desviar el foco. De barcos piratas y banderas de conveniencia. De tripulaciones mal preparadas. De armadores codiciosos. De capitanes sin escr¨²pulos.
El barco sigue camino ofreciendo al mar el costado de barlovento, lo que significa que las olas golpean la grieta debido a los vientos de sur, sureste. No es la mejor opci¨®n para la salud del buque ni para aliviar el vertido. La ma?ana del 16 de noviembre el petrolero se encuentra a 50 millas del Cabo Touri?¨¢n, viaja hacia el sur a una velocidad de 1,5 nudos. La marea negra llega esa ma?ana a la Costa da Morte y las mujeres lloran mirando al mar. Pero la grieta de 35 metros de largo sobre la l¨ªnea de flotaci¨®n se ha ampliado hasta 53 metros. El capit¨¢n es evacuado y detenido. No hay problemas para obtener fotos del hombre custodiado por la Guardia Civil. No parece venir de una pesadilla.
En ese indefinido camino hacia el sur el destino comienza a ser cada vez m¨¢s preciso. El barco est¨¢ tocado, no llegar¨¢ ni mucho menos a ?frica. S¨®lo en Portugal podr¨ªa haber alguna esperanza y ese es el trabajo de los remolcadores. A las 9.00 horas del d¨ªa 17 el barco est¨¢ a 75 millas al oeste del cabo de Finisterre. A las 10.00 horas del 18, a m¨¢s de 100 millas al oeste-suroeste del cabo de Finisterre. Pero el buque est¨¢ ya condenado. La sentencia es firme e irrevocable.
A las 8.50 del d¨ªa 19 se escenifica el hundimiento. Ya no hay cartas sobre la mesa. El casco se parte en dos. La popa se hunde a las 12.00 horas. La popa hacia las 16.00. El Prestige desaparece, pero deja un negro testamento para la posteridad, una impresionante mancha negra que encara de norte a sur buena parte del litoral de Galicia. Los gallegos van a pagar. Era el peor resultado posible. Pero ellos no eran de la partida.
Quedan las preguntas. ?Por qu¨¦ se dej¨® derivar el barco durante m¨¢s de 12 horas hasta aproximarse a la costa? El Gobierno ten¨ªa facultades legales para ordenar cualquier maniobra. ?Por qu¨¦ no se le acerc¨® a puerto para minimizar posibles da?os? ?Se recurri¨® a informes t¨¦cnicos? ?Se hizo un estudio del estado del casco y las posibilidades de supervivencia del buque? ?Por qu¨¦ el Gobierno permiti¨® las variaciones de ruta durante el alejamiento?
Las primeras manchas llegaron a las playas el s¨¢bado, 16 de noviembre. "El milagro ser¨ªa que no hubiese sucedido", dice el consejero de Pesca de la Xunta, Enrique L¨®pez Veiga, como si hubiera sido una estupidez no .preverlo Luto para la Costa da Morte.
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