Abocados al dopaje
Los cient¨ªficos se re¨²nen en Madrid y muestran su pesimismo sobre las posibilidades reales de la lucha contra el fraude
Ron Maughan, profesor de fisiolog¨ªa humana de la Universidad escocesa de Aberdeen (Reino Unido), tiene una curiosa sospecha. La expresa en voz alta. "?Los deportistas saben m¨¢s que los cient¨ªficos?", se pregunta ret¨®ricamente. Es m¨¢s una afirmaci¨®n que una duda. "No hay ning¨²n estudio que demuestre la influencia de los corticoides en el rendimiento, pero los deportistas recurren a los corticoides, se dopan con corticoides", dice; "no hay ning¨²n estudio que demuestre los efectos anab¨®licos de la insulina y los deportistas se dopan con insulina. Los deportistas dicen que funciona. ?Saben m¨¢s que nosotros?". Perplejidad.
La insulina y los corticoides son algunas de las sustancias prohibidas en todas las listas de los diferentes organismos deportivos. Son sustancias cl¨¢sicas, que, sin embargo, pueden desaparecer del ¨ªndice gracias a la teor¨ªa del c¨ªrculo vicioso expuesta, como la perplejidad de Maughan, durante la conferencia El deporte y el dopaje en el siglo XXI, en Madrid, por el holand¨¦s Harm Kuipers, ex campe¨®n mundial de patinaje, profesor en Maastricht y miembro de la comisi¨®n de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que est¨¢ elaborando la esperada lista ¨²nica, la lista que unifique y acabe con todas las confusiones, la lista que deber¨ªa entrar en vigor para los Juegos Ol¨ªmpicos de Atenas 2004. "La lucha contra el dopaje deber¨ªa basarse en principios serios y claros y no en las emociones: s¨®lo es dopaje aquello que mejora el rendimiento y es peligroso para la salud", dice, tajante; "y hay sustancias que figuran en las listas solamente porque los deportistas las usan y ellos las usan porque, como est¨¢n en la lista, creen que valen para algo; es un c¨ªrculo vicioso que hay que romper borr¨¢ndolas de la lista".
"La preocupaci¨®n es alta porque s¨ª que es posible ahora mismo inyectar ADN en el m¨²sculo"
"Dentro de 10 o 20 a?os, la terapia g¨¦nica ser¨¢ normal, y el 'doping' gen¨¦tico, generalizado"
Hay sustancias que figuran en las listas solamente porque los deportistas las usan
Entre las sustancias condenadas por Kuipers est¨¢n los corticoides -"se dice que producen euforia y que aumentan la capacidad de entrenamiento, pero la evidencia sugiere que no tienen efectos sobre el rendimiento y que los adversos, en todo caso, superan a los positivos"-, la cafe¨ªna -"a m¨¢s dosis de la permitida, no mejora el rendimiento y provoca como mucho arritmias, sin riesgo de mortalidad"-, los analg¨¦sicos narc¨®ticos -"la morfina o la hero¨ªna no mejoran el rendimiento"-, las pseudoefedrinas, el cannabis, la insulina -"no est¨¢n claros sus efectos anab¨®licos y s¨ª sus riesgos para la salud, pero, si est¨¢ en la lista, los deportistas se creen que sirve para algo, que mejora los resultados, y experimentan con ella"-, el ventol¨ªn y los diur¨¦ticos. Una buena limpieza en lo que deber¨ªa ser una revoluci¨®n necesaria, pero quiz¨¢s insuficiente ante lo que se avecina.
La historia de la lucha antidopaje es la historia de la p¨¦rdida de la ingenuidad del deporte, paralela siempre a la historia de la sociedad en que se desarrolla el deporte, la historia econ¨®mica tambi¨¦n. Todo ello se refleja en la evoluci¨®n de las listas de sustancias prohibidas, que muestran tambi¨¦n la ineficacia de la lucha: la prohibici¨®n nunca se adelantaba al uso, sino que iba por detr¨¢s.
En 1968, cuando comenz¨® la lucha antidopaje, la lista s¨®lo conten¨ªa estimulantes y narc¨®ticos, el doping de los a?os heroicos. En 1976 empezaron a detectarse los esteroides anabolizantes, las sustancias predilectas del dopaje de Estado que se practic¨® en la antigua RDA y los pa¨ªses del Este. En 1983 se estableci¨® la ratio testosterona/epitestosterona que permiti¨® detectar la primera sustancia, cuyo uso estaba extendido entre todos los deportes de fuerza. En 1985 se prohibi¨® el dopaje sangu¨ªneo, una t¨¦cnica muy utilizada en los pa¨ªses escandinavos y Estados Unidos en los Juegos de Los ?ngeles 84. En 1988 entraron en la lista los diur¨¦ticos y las hormonas pept¨ªdicas, entre ellas la EPO, el doping de moda en los 90, que, sin embargo, no ha podido ser detectado hasta finales del siglo pasado.
Pero, por primera vez, las autoridades deportivas han querido adelantarse al uso y en la lista del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) que entrar¨¢ en vigor en 2003 figura un elemento que a¨²n nadie conoce, que nadie utiliza, un concepto del que todos hablan y al que todos temen: el dopaje gen¨¦tico, el protagonista, seg¨²n los especialistas, del siglo XXI. El pasado se quedar¨¢ en un juego de ni?os.
"Estamos abocados al dopaje gen¨¦tico", dice, sin dudarlo, Peter Schjerling, jefe del departamento de biolog¨ªa molecular del Centro de Investigaci¨®n del M¨²sculo de Copenhague, uno de los laboratorios de investigaci¨®n m¨¢s avanzados, donde trabaja en asuntos de expresi¨®n g¨¦nica; "el dopaje gen¨¦tico ya podr¨ªa llevarse a cabo ahora mismo, pero con un riesgo extremado para el deportista. As¨ª que su generalizaci¨®n se producir¨¢ dentro de diez o veinte a?os, cuando la terapia g¨¦nica sea un procedimiento normal".
El dopaje gen¨¦tico consiste en la inserci¨®n de genes artificiales, fabricados, copias artificiales de genes humanos que luego son manipulados para producir grandes cantidades de prote¨ªnas en los pacientes. Se puede hacer para matar c¨¦lulas cancer¨ªgenas, para hacer que el cuerpo sintetice medicamentos que hasta ahora se administran, para introducir copias sanas de genes defectuosos... Y todos esos avances pensados para curar enfermedades los pueden utilizar deportistas sanos para mejorar su rendimiento. Dentro de poco se podr¨¢ tocar el gen que determina la producci¨®n de EPO en el organismo -ya hay experimentos con monos-; y tambi¨¦n se podr¨¢ regular el fenotipo de las fibras musculares, con lo que los atletas blancos podr¨¢n tener las fibras r¨¢pidas de los negros. "Pero hay un problema", advierte Schjerling; "los genes artificiales no se controlan bien: su buen funcionamiento es una loter¨ªa. Los monos que recibieron el gen de la EPO expresaron un nivel tan alto de hematocrito que su sangre tuvo que ser diluida para que pudieran sobrevivir".
Est¨¢ claro que los atletas sanos abusar¨¢n de estos genes artificiales como m¨¦todos de dopaje. Su detecci¨®n es extremadamente dif¨ªcil, ya que los genes artificiales producir¨¢n prote¨ªnas que son id¨¦nticas a las prote¨ªnas normales del cuerpo humano.
"La preocupaci¨®n es l¨®gica porque s¨ª que es posible ahora mismo inyectar ADN en el m¨²sculo, pero el grado de control es tan peque?o que el resultado es muy aleatorio", dice Schjerling; "pero hay cierta exageraci¨®n. No es posible construir un superatleta. Las t¨¦cnicas pueden cambiar el m¨²sculo y mejorar un poco el rendimiento. Se puede hacerlo m¨¢s grande o m¨¢s fuerte, pero no mucho. Hay que cambiar el resto del sistema, tendones y dem¨¢s, porque, si no, se rompe el equilibrio fisiol¨®gico".
Puede que dentro de 40 a?os las t¨¦cnicas gen¨¦ticas est¨¦n tan desarrolladas que no haya riesgo para la salud. Entonces habr¨ªa que permitirlas: no ser¨ªan dopaje seg¨²n la definici¨®n actual. "Ahora mismo me parece detestable esta posibilidad", reflexiona Schjerling; "pero puede que en el futuro sea percibido de otra forma. De todos modos, no me gustar¨ªa contribuir a la creaci¨®n de un superatleta".
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