Un instituto sin diferencias de clase
En el centro Manuel Alc¨¢ntara de M¨¢laga conviven alumnos de dispar procedencia econ¨®mica
El instituto Manuel Alc¨¢ntara, situado en el centro de M¨¢laga, es el espejo de la comunidad en la que se asienta una mezcla de barrios deprimidos y emblem¨¢ticos, como El Perchel y La Trinidad, con zonas de clase media alta. El 70% de los 450 alumnos pertencen a familias de profesiones liberales y posici¨®n acomodada; el resto son chicos con graves problemas sociales y econ¨®micos. El instituto naci¨® hace cinco a?os con el objetivo de que ambos grupos de alumnos permanecieran en sus aulas sin conflictos. La directora del instituto, Ana Rodr¨ªguez, recuerda la delicada posici¨®n de la que part¨ªan: chavales con "grandes prejuicios y altas ambiciones acad¨¦micas" junto a j¨®venes "faltos de disciplina, de est¨ªmulos y con una muy diferente escala de valores".
Las actividades que organizaron para satisfacer a unos y otros perduran desde entonces. Todos los alumnos comparten las aulas ordinarias, pero para los m¨¢s desfavorecidos se han dise?ado actividades que les sirven de refuerzo y motivaci¨®n. En 1999 se instaur¨® un peculiar taller de carpinter¨ªa en el que los adolescentes con dificultades y problemas de absentismo trabajan bajo la batuta de un escultor, Eugenio de la Torre, que ha conseguido que estos j¨®venes asimilen pautas de comportamiento que desconoc¨ªan.
En el taller utilizan materiales de deshecho como cajas de fresas, soportes de tubos fluorescentes, aparatos electr¨®nicos y, sobre todo, restos de carpinter¨ªa. Con todo ello, los chavales incluso han construido el mobiliario del taller. "Cuando llegu¨¦, esto era un polvor¨ªn", comenta De la Torre, que ahora ha tejido un v¨ªnculo paternal con los alumnos. El taller de reciclaje ha recibido alg¨²n premio tomando como base el buen comportamiento. La directora considera un logro la convivencia alcanzada a partir de la crispada situaci¨®n de inicio, con valores sociales tan contrapuestos. Hasta "los profesores han evolucionado en este sentido" y se han ido despojando de prejuicios, se?ala. No obstante, reconoce que el camino por recorrer es infinito. Se trata de conseguir mediante la educaci¨®n la cohesi¨®n de una ciudad con paisajes que van desde el lujoso apartamento a las impersonales viviendas sociales.
Isabel Pinazo, de 15 a?os, es la presidenta de la asociaci¨®n de alumnos, un espacio representativo que la directora pretende afianzar. Isabel asimila la convivencia como algo natural. "Tenemos nuestras diferencias, pero nos respetamos; es m¨¢s f¨¢cil estudiar cuando la gente que necesita apoyo lo tiene", concluye.
Gregorio y sus amigos de La Trinidad y El Perchel reconocen que los comienzos fueron duros y los roces y recelos eran continuos entre unos y otros alumnos, pero eso ahora parece estar m¨¢s dormido. Aunque la directora sabe que los "encontronazos" entre los chicos de secundaria, entre 12 y 16 a?os, son algo normal en cualquier instituto.
Pero la vida en el Manuel Alc¨¢ntara no se limita a la integraci¨®n de los m¨¢s desfavorecidos con el taller de carpinter¨ªa, al que acuden casi medio centenar de j¨®venes, o las clases de apoyo con materiales did¨¢cticos adaptados a sus necesidades.
En el aula del mar y la poes¨ªa leen versos en ingl¨¦s, franc¨¦s o ¨¢rabe los estudiantes que no presentan apoyo educativo especial. Desde hace dos a?os estos alumnos pueden, adem¨¢s, intercambiar experiencias culturales con chicos de Gales e incluso con centros privados en los que se destila cultura anglosajona. Con ello satisfacen sus aspiraciones. Se trata de que ning¨²n grupo abandone el centro, ni para volver a las calles del barrio, ni para ingresar en centros de alumnado seleccionado.
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