La m¨¦dica que mat¨® a tres personas llevaba dos meses urdiendo el crimen
Noelia de Mingo, que acab¨® con la vida de tres personas en la cl¨ªnica de la Concepci¨®n en la que trabajaba el 3 de abril de 2003, declar¨® ante el juez que "se sent¨ªa espiada"
La mente enferma de Noelia de Mingo Nieto, la m¨¦dico residente que mat¨® con un cuchillo, el jueves 3 de abril, a tres personas e hiri¨® de gravedad a otras cinco en la cl¨ªnica de La Concepci¨®n de Madrid llevaba "dos meses" planeando sus cr¨ªmenes, seg¨²n ha declarado ante el juez. Se "obsesion¨®" con que todo el mundo la "espiaba", y la tarde antes de su sangrienta odisea por los pasillos del hospital compr¨® un cuchillo de 15 cent¨ªmetros de hoja, que ocult¨® en el bolsillo de su bata blanca, y comenz¨® a recorrer el centro sanitario dando cuchilladas a diestro y siniestro. Sin importarle que las v¨ªctimas fuesen colegas, enfermos o familiares de ¨¦stos. Noelia llevaba cuatro meses sin tomar su medicaci¨®n.
Noelia de Mingo, de 31 a?os y m¨¦dica residente de reumatolog¨ªa de la cl¨ªnica de la Concepci¨®n, propiedad de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, se neg¨® a declarar ante la polic¨ªa. Pero s¨ª lo hizo cinco d¨ªas despu¨¦s ante una comisi¨®n judicial.
Noelia hizo un agujero en el bolsillo de su bata blanca para ocultar la hoja del cuchillo
Sus cr¨ªmenes no fueron un arrebato espor¨¢dico. En realidad, su confusa mente llevaba "dos meses" planeando una venganza. Sufr¨ªa una grave "man¨ªa persecutoria", seg¨²n los expertos forenses. Ten¨ªa claro c¨®mo vengarse -con un cuchillo largo- pero no contra qui¨¦n. "Me espiaban, grababan mis conversaciones...", declar¨® el pasado martes ante la comisi¨®n judicial que se desplaz¨® al hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid, en cuya unidad psiqui¨¢trica est¨¢ ahora presa. Noelia no razon¨® qui¨¦n o qui¨¦nes le hac¨ªan eso, la espiaban, ni el porqu¨¦.
Los enemigos exteriores que ella misma se forj¨® estaban s¨®lo en su subconsciente, y distorsionados. "Sab¨ªan cosas de m¨ª que s¨®lo pod¨ªan conocer si me estaban espiando", ha declarado. Para ella, muchos de los acontecimientos relevantes que la televisi¨®n emite en directo se difunden ahora, pero pertenecen al pasado. "La tele los manipula", sostiene Noelia, seg¨²n han explicado a este peri¨®dico fuentes de las partes.
¡ª Anoche comiste un yogur, ?no?
¡ª S¨ª, ?y por qu¨¦ lo sabes? -pregunt¨® Noelia, intrigada, a una colega del hospital.
Este inocente comentario, hecho a Noelia por una colega sanitaria, martille¨® su mente y pudo coadyuvar a la tragedia. "Me esp¨ªan, me esp¨ªan", se repet¨ªa. "?C¨®mo sabe que com¨ª un yogur si estaba yo sola? Me esp¨ªan, me esp¨ªan...", se autoconvenc¨ªa.
En el hospital, entre sus compa?eros, e incluso en casa, Noe-lia ve¨ªa hostilidades por doquier. En los ¨²ltimos meses, estaba encerrada en s¨ª misma, mientras una obcecaci¨®n irracional se apoderaba de ella. Sus demonios interiores estallaron con vehemencia la v¨ªspera del jueves 3 de abril. Ese d¨ªa, seg¨²n su propia confesi¨®n, acudi¨® a una tienda de la zona de Alvarado, cerca de la plaza de Castilla de Madrid, y compr¨® un enorme cuchillo, tipo jamonero. Pens¨® que la hora de la venganza hab¨ªa llegado.
Los expertos judiciales tienen inter¨¦s en ir a esa tienda para preguntar a la due?a cu¨¢nto tiempo emple¨® Noelia en elegir el cuchillo, c¨®mo lo miraba, si pregunt¨® por otro tipo de armas...
La acusada compr¨® un d¨ªa antes el cuchillo, de 15 cent¨ªmetros, en una tienda de Alvarado
¡ª ?Por qu¨¦ compr¨® usted un cuchillo y no lo cogi¨® de casa? -le preguntaron los investigadores d¨ªas despu¨¦s de los cr¨ªmenes, en la habitaci¨®n del ¨¢rea de psiquiatr¨ªa del hospital Gregorio Mara?¨®n.
¡ª Pensaba llevar el cuchillo conmigo durante varios d¨ªas. Si hubiera cogido el de casa se habr¨ªan dado cuenta... -contest¨® segura.
Noelia, con gafas de alta graduaci¨®n y 160 cent¨ªmetros de altura, compr¨® el arma y la ocult¨® en su bolso. Su enfermizo plan lo ten¨ªa muy meditado. En el hospital es obligado llevar la bata blanca y pens¨® que no era cuesti¨®n de ir por los pasillos con el bolso y la bata.
"?Y d¨®nde escondo el cuchillo para que no me lo vean?", se pregunt¨®. Pronto hall¨® la soluci¨®n: abri¨® un agujero en la parte inferior del bolsillo, lo suficientemente grande para que cupiese la hoja, pero no el pu?o. De esa forma, la hoja (de 15 cent¨ªmetros) caer¨ªa sobre el muslo por dentro de la bata y nadie la ver¨ªa.
El d¨ªa de los hechos, Noelia acudi¨® al hospital con el cuchillo dentro del bolso. Se cambi¨® y se puso la bata e introdujo el cuchillo en el agujero. A continuaci¨®n, se fue en busca de un motivo para emplearlo. A veces se met¨ªa la mano y se tentaba para tocarlo y cerciorarse de que el arma segu¨ªa ah¨ª.
En su declaraci¨®n judicial, Noelia dice acordarse perfectamente de c¨®mo empezaron las agresiones y con qui¨¦nes se top¨® en su fiero recorrido por la cl¨ªnica de la Concepci¨®n.
Su perturbada mente hall¨® r¨¢pido el motivo que necesitaba para sacar el cuchillo. La excusa estaba en el control de enfermer¨ªa, donde varias sanitarias colegas suyas hablaban distendidamente. "Est¨¢n murmurando, seguro que es sobre m¨ª", se dijo. No le hizo falta nada m¨¢s: desenfund¨® el cuchillo y se abalanz¨® sobre ellas. ?stas, al ver el arma, se defendieron. Mientras forcejeaba de frente con una de ellas, otra colega, que a la postre fue su primera v¨ªctima mortal -Leilah el Ouamaari, m¨¦dica residente de 26 a?os- la agarr¨® por detr¨¢s.
A la de enfrente le asest¨® una cuchillada, que la dej¨® malherida y cay¨® al suelo. La inercia hizo que Noelia se reclinase hacia atr¨¢s y que Leilah, que la ten¨ªa agarrada por la espalda, tambi¨¦n se precipitase al suelo.
Noelia portaba el largo pu?al en su mano diestra. Al reclinarse, lanz¨® una primera cuchillada por detr¨¢s de su costado derecho. La hoja entr¨® por el hemit¨®rax (zona del pecho derecho) de Leilah, tan profundo que alcanz¨® el coraz¨®n. De las cinco cuchilladas que recibi¨® Leilah, ¨¦sa, la que atraves¨® su pecho entrando por la derecha y atravesando casi de lado a lado la caja tor¨¢cica, fue la que le seg¨® la vida, seg¨²n han dictaminado los forenses. Al igual que Noelia, Leilah era m¨¦dica del hospital.
Con sus dos primeras v¨ªctimas en el suelo (Leilah debati¨¦ndose entre la vida y la muerte y la otra sanitaria gravemente herida), Noelia comenz¨® una ruta por los pasillos del hospital que a¨²n deparar¨ªa m¨¢s muertes.
Noelia de Mingo "no ha mostrado gestos de arrepentimiento", seg¨²n los investigadores
Jacinta G¨®mez de la Llave, una paciente de 72 a?os, que estaba en un pasillo hablando por tel¨¦fono con su hijo, Francisco Javier Huertas, fue la segunda v¨ªctima mortal. Noelia la acuchill¨® y sigui¨® su ruta a ninguna parte. Al borde de la muerte dej¨® tambi¨¦n a F¨¦lix Vall¨¦s, que hab¨ªa ido al hospital a visitar a su esposa enferma. Vall¨¦s muri¨® d¨ªas despu¨¦s. Tambi¨¦n dej¨® malheridas a dos enfermeras y a una ayudante sanitaria a las que el azar cruz¨® en el homicida camino de Noelia.
¡ª ?Por qu¨¦ acuchill¨® usted a los enfermos?
¡ª Me estorbaron, eran obst¨¢culos en mi camino, ha confesado, con frialdad, Noelia.
Al llegar al final de un pasillo, Noelia se volvi¨® sobre sus pasos y entonces se top¨® con tres celadores que le bloqueban la salida, como esper¨¢ndola, tratando de poner fin a su sangrienta odisea. Uno de ellos portaba en sus manos un barra met¨¢lica de las que se utilizan para sujetar en alto las bolsas de suero.
"?O tiras al suelo el cuchillo o te abro la cabeza!", le grit¨® un celador a Noelia de Mingo. Eran las 14.30 del jueves 3 de abril y el horror se estaba cebando con la cl¨ªnica de la Concepci¨®n de Madrid.
En ese momento, hab¨ªa herido de muerte a dos personas -a su colega Leilah y su paciente Jacinta G¨®mez- y causado grav¨ªsimas heridas a otras seis. Estaba enloquecida, y hab¨ªa asestado cuchilladas a diestro y siniestro, y sin discriminar a las v¨ªctimas: m¨¦dicos, enfermeras, auxiliares de enfermer¨ªa, pacientes y familiares de ¨¦stos.
Noelia mir¨® la barra de hierro que el celador esgrim¨ªa con rabia entre sus manos y dej¨® caer su afilado cuchillo, empapado de sangre hasta el pu?o. No estaba solo. A este celador se le hab¨ªan unido otros compa?eros siguiendo el rastro de muerte que Noelia hab¨ªa ido sembrado por los pasillos de la tercera planta de la cl¨ªnica de la Concepci¨®n, conocida tambi¨¦n como La Concha.
Por fin, tras interminables minutos de p¨¢nico colectivo, el mort¨ªfero brote esquizofr¨¦nico de Noelia se recompuso y cedi¨® al sentido com¨²n. Noelia se vio acorralada y se entreg¨®.
Los celadores se abalanzaron sobre ella, cogieron del suelo el cuchillo y condujeron a Noelia a la unidad de psiquiatr¨ªa del hospital, mientras llegaba la polic¨ªa. Ni entonces ni despu¨¦s ha mostrado Noelia visibles gestos de arrepentimiento, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n, que desarrolla el Juzgado de Instrucci¨®n 33 de Madrid.
Cuando dej¨® caer al suelo el cuchillo, Noelia ten¨ªa "los ojos desorbitados", y las gafas rotas, seg¨²n los testigos. Cuando cinco d¨ªas despu¨¦s la comisi¨®n judicial la visit¨® en la unidad de psiquiatr¨ªa del Gregorio Mara?¨®n, Noelia se quejaba con insistencia de que le hab¨ªan roto las gafas y de que no ve¨ªa bien.
La lucidez con que declar¨® y el lujo de detalles que aport¨® sobre su macabro periplo avivan dudas entre los investigadores sobre el grado de esquizofrenia de esta m¨¦dica, en cuyo curr¨ªculo profesional figuraban antes muchas curas y ahora tres asesinatos y otros cinco intentados. Y mucho dolor ajeno. Por ejemplo, el del novio de Leilah, o el del hijo de una de las pacientes acuchilladas justo cuando estaba hablando con su hijo por tel¨¦fono y comenz¨® a gritar.
Noelia admiti¨® ante la comisi¨®n judicial que sab¨ªa a qui¨¦n agred¨ªa, pero que su intenci¨®n no era matar a nadie, sino defenderse de sus esp¨ªas. "A nadie he dado en el coraz¨®n, ?no?", pregunt¨® a uno de los investigadores. "S¨ª, s¨ª que ha dado usted en el coraz¨®n", le dijeron.
Ahora, ser¨¢n los informes periciales los que primen en el dictamen judicial sobre el impacto real de la esquizofrenia en la arrebatada vida de esta m¨¦dica residente.
Cuatro meses sin tomar la medicaci¨®n
Noelia de Mingo, que tiene dos hermanos y manten¨ªa frecuentes desavenencias con sus padres fruto de su enfermedad, hab¨ªa sido diagnosticada de esquizofrenia.
Un psiquiatra le prescribi¨® unas pastillas para combatir los cuadros de "man¨ªa persecutoria" que espor¨¢dicamente brotaban en su mente. Le diagnostic¨® las grageas para su mal, pero sin haberla tratado nunca personalmente, seg¨²n afirman fuentes de la investigaci¨®n.
Cuando en el hospital se desat¨® su ira, Noelia llevaba casi cuatro meses sin tomar la medicaci¨®n que le hab¨ªa prescrito el facultativo. Se hab¨ªa convertido en una bomba andante.
Durante esos meses, sin el freno de la medicaci¨®n antiesquizofr¨¦nica, aliment¨® los demonios que llevaba dentro y que desencadenaron la tragedia del nefasto 3 de abril en la madrile?a Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz.
Noelia era una chica que viv¨ªa en su propio mundo. No ten¨ªa novio ni amigos, y su vida social era un desastre: siempre com¨ªa sola, y cuentan algunos de sus colegas del hospital que alguna vez la vieron escribir en un ordenador apagado del hospital. "Pero es muy inteligente; en periodos de normalidad, la esquizofrenia no excluye la inteligencia", aclara un forense judicial.
Noelia se halla ahora en la unidad de psiquiatr¨ªa del Gregorio Mara?¨®n, con una orden de prisi¨®n sin fianza. Solo la puede visitar su familia. Esta unidad pertenece funcionalmente a la prisi¨®n de Soto del Real. Pero es previsible que dentro de una o dos semanas sea trasladada al hospital psiqui¨¢trico penitenciario de Fontcalent, en la provincia de Alicante. Entre otros, se le imputan tres delitos de asesinato ¡ªlos de Leilah el Oumaari, de 26 a?os; el de Jacinta G¨®mez de la Llave, de 72, y el de F¨¦lix Vall¨¦s, de 72¡ª, as¨ª como otros cinco intentados.
En el caso de enfermos mentales que cometen delitos graves, lo habitual es que estos vayan a juicio y que el tribunal les imponga la pena que merezcan en funci¨®n de su gravedad. No obstante, en la misma sentencia, los jueces indican que la persona en cuesti¨®n es inimputable (es decir, que no es consciente de sus actos) y que le impongan una medida tendente a su curaci¨®n, bien en un centro psiqui¨¢trico cerrado (por ejemplo, el de Fontcalent) o abierto.
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Noelia de Mingo sali¨® del centro psiqui¨¢trico en el que estaba recluida el 6 de octubre de 2017. La secci¨®n 16 de la Audiencia Provincial de Madrid decidi¨® su puesta en libertad bajo custodia familiar y tratamiento ambulatorio.
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