Un esp¨ªritu contradictorio
Desde la Fundaci¨®n Oteiza se mira el futuro con esperanza. Durante el primer mes de apertura del museo, la cifra de visitantes roz¨® los 10.000, aunque se ha reducido en el segundo. Si bien hay actualmente exposiciones con obras de Oteiza en nuestro pa¨ªs y est¨¢n proyectadas otras en Estados Unidos, la fundaci¨®n no se hace responsable de estos eventos. Sus rectores prefieren ir paso a paso. Lo m¨¢s inmediato es conseguir una catalogaci¨®n completa de la obra del artista. Otro objetivo prioritario lo guardan para el oto?o. Se trata de abrir al p¨²blico la casa anexa al museo, que es donde Oteiza vivi¨® hasta la muerte de su esposa Itziar Carre?o. Fue un deseo expreso del artista: la entrada al museo deber¨ªa hacerse a trav¨¦s de la casa. El futuro del museo se f¨ªa tanto en el enorme valor art¨ªstico de los fondos que guarda dentro como en el atractivo del continente arquitect¨®nico que lo envuelve. Sin embargo, sigue sin resolverse el litigio plantado entre los miembros del patronato y que enfrenta a los patronos designados por el Gobierno de Navarra y los nombrados por el escultor. Cada una de las partes cree defender con su actitud el esp¨ªritu de Oteiza. Sin embargo, en Oteiza no era posible la unicidad ni de esp¨ªritu ni de nada, salvo las dos unidades que prevalecen en su obra pl¨¢stica, como son la unidad triple liviana (para lo figurativo) y las unidades Malevich (para la abstracci¨®n). Su ser era proteico como pocos y contradictorio hasta decir basta. Lo mismo tierno y dulce como insultantemente ¨¢spero. Hombre de paz, al tiempo que intolerante con los violentos. Rebelde, divertido, seductor, inteligent¨ªsimo siempre. A la fundaci¨®n le corresponde asumir el repudio del artista a verse metido en museo alguno. Se sab¨ªa de antemano que nunca llegaron a gustarle del todo los museos. Seg¨²n su ver, eran tumbas de obras muertas. Como estaba contra las grandes dimensiones de las esculturas. Dec¨ªa que el gigantismo por el gigantismo en arte tiene un valor muy peque?o. Contrariamente a este pensamiento, permiti¨® llevar a grandes dimensiones obras suyas, con resultados no siempre acertados.
Tambi¨¦n en este caso dej¨® entrever una vez m¨¢s su esp¨ªritu contradictorio. Pese a serlo ¨¦l, la obra no lo es. La obra atesora una acrisolada y s¨®lida convicci¨®n.
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