UNA GRANJA EN ?FRICA
Isak Dinesen fue el seud¨®nimo elegido por la baronesa Karen Blixen para firmar la mayor¨ªa de sus libros. En realidad, la baronesa fue muy amiga de esos cambios de identidad, y se hizo llamar de distintas formas a lo largo de su vida, como dando a entender que un solo nombre no pod¨ªa abarcar toda la complejidad y riqueza de un ser humano. Isak significa el que reir¨¢, y el hecho de que fuera un nombre de var¨®n expresaba su deseo de tener la misma libertad que los hombres. Muchos a?os despu¨¦s, en un congreso feminista, habl¨® del oficio de mujer como encanto, confesando que, si fuese hombre, jam¨¢s se enamorar¨ªa de una escritora, y, sin embargo, todo su empe?o, en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida, fue transformarse en una escritora al precio que fuera.
Encontr¨® en los ind¨ªgenas africanos las mismas virtudes aristocr¨¢ticas a las que siempre trat¨® de mantenerse fiel
"El coraz¨®n s¨®lo puede ser inocente y libre cuando no est¨¢ artificialmente dividido contra s¨ª mismo"
Narrar siempre fue para ella "ser miembro de una tribu antigua, ociosa, extravagante e in¨²til". Tal vez por eso, sus contradicciones no s¨®lo no la importaban lo m¨¢s m¨ªnimo, sino que disfrutaba perversamente con ellas. Declar¨® que ser socialista no era m¨¢s que cumplir con la propia responsabilidad con el pr¨®jimo, pero no ocultaba su aversi¨®n a la democracia, porque pensaba que era un sistema que fomentaba la mediocridad. Fue a ?frica, formando parte de las primeras oleadas de colonos europeos, pero nadie comprendi¨® como ella a los ind¨ªgenas africanos, en los que ver¨ªa encarnadas las mismas virtudes aristocr¨¢ticas a las que siempre trat¨® de mantenerse fiel. Am¨® sin l¨ªmites a los animales, y escribir¨ªa alguna de las p¨¢ginas m¨¢s hermosas que se han escrito sobre ellos, pero fue una apasionada de la caza, y lleg¨® a decirse que era capaz de disparar a una jirafa s¨®lo por el placer de verla derrumbarse en el suelo. En su primer ensayo combati¨® el matrimonio y defendi¨® el amor libre, pero reivindic¨® los amores intensos y tr¨¢gicos, y el amor moderno tan mec¨¢nico, tan amistoso, tan artificial, siempre le pareci¨® ins¨ªpido, porque seg¨²n ella los amantes hab¨ªan perdido su secreto b¨¢sico, que s¨®lo pod¨ªa consistir en arriesgar su propia alma por un deseo.
Sus bi¨®grafos nos cuentan que esta personalidad contradictoria era un reflejo del mundo que hab¨ªa conocido en su infancia. Hab¨ªa nacido en el seno de una familia acomodada danesa, pero las influencias que hab¨ªa recibido de sus padres eran muy distintas. Su padre, Wilhelm Dinesen, cuyo suicidio, cuando ella ten¨ªa diez a?os, dejar¨ªa profundas huellas en su car¨¢cter, era un aventurero, un hombre imprevisible que hab¨ªa pasado su juventud con los indios americanos, como cazador y vendedor de pieles; mientras que su madre, Ingeborg Westenholz, proced¨ªa de una familia caracterizada por sus principios morales estrictos y una religiosidad tan severa como her¨¦tica (sus abuelos hab¨ªan tomado parte en la fundaci¨®n de la comunidad unitaria, que sosten¨ªan la responsabilidad del hombre sobre su propia vida ante Dios). Karen Blixen intent¨® conciliar en su vida y en su obra ambos extremos, la vitalidad de su padre y el sentido de responsabilidad de su madre. El lenguaje po¨¦tico, seg¨²n ella, deb¨ªa responder al sentimiento del placer pero tambi¨¦n del deber. Amar algo era apropiarse de su vitalidad, como hac¨ªa el cazador con las piezas que cobraba, pero tambi¨¦n hacerse responsable de ello.
Despu¨¦s de pasarse varias temporadas en su juventud en Par¨ªs y Roma, donde curs¨® estudios de arte, Karen se cas¨® con su primo el bar¨®n Bror Blixen, y ambos emigraron a Kenia, donde pusieron en marcha una plantaci¨®n de caf¨¦. Permanecer¨ªa all¨ª cerca de veinte a?os. El encuentro con los paisajes abiertos africanos, recorridos por los animales salvajes, como en el primer ed¨¦n, y su relaci¨®n con los ind¨ªgenas, en especial los kikuyos y los masais, supusieron algo as¨ª como una vita
nova, de la que se alimentar¨ªa el resto de su vida como narradora. "El coraz¨®n s¨®lo puede ser inocente y libre", escribi¨®, "cuando no est¨¢ artificialmente divido contra s¨ª mismo; cuando cielo y tierra, cuerpo y esp¨ªritu pueden ser uno". Es justo esto lo que encuentra en los ind¨ªgenas africanos, la superaci¨®n de ese dualismo empobrecedor gracias a su sentido de la iron¨ªa. Los nativos viven y se divierten en el mundo, est¨¢n en ¨¦l como pez en el agua y aceptan su destino de una forma que los europeos, que tienen que justificarse ante su conciencia, no lo pueden hacer. Eso es la iron¨ªa, la capacidad para tolerar la contradicci¨®n.
Isak Dinesen recordar¨ªa ese tiempo de su vida en el segundo de sus libros, Lejos de
?frica, que puede que sea el libro m¨¢s hermoso que se haya escrito jam¨¢s. Sin embargo, la vida real en ese tiempo fue menos complaciente con ella que lo que el libro nos quiere mostrar. Su matrimonio fracas¨® muy pronto, termin¨® arruin¨¢ndose y vio c¨®mo el gran amor de su vida, el aventurero ingl¨¦s Denis Finch Hatton, mor¨ªa en un accidente de avi¨®n. Isak Dinesen tiene que regresar derrotada a Dinamarca, a su casa de Rungstedlund, donde se refugia a escribir. Un tiempo despu¨¦s, con cerca de cincuenta a?os, publica su primer libro, Siete cuentos
g¨®ticos, un libro lleno de cuentos extravagantes y amorales, en que se hace patente su af¨¢n provocador y su irreductible anhelo de libertad; y, enseguida, su libro de memorias africanas, con el que cautiva al mundo entero. En realidad, como escribi¨® uno de sus cr¨ªticos, se trata de una pastoral, un canto de redenci¨®n, libre de terror y nostalgia, con el que logra "recobrar en su imaginaci¨®n lo perdido en el mundo exterior". Isak Dinesen est¨¢ convencida de que todo lo que nos pasa forma parte de un plan divino que no comprendemos, por lo que el principio central de su vida y su obra es el amor al destino; es decir, la capacidad de aceptar con orgullo "la idea que Dios tuvo cuando nos hizo". Como afirma su bi¨®grafa Judith Thurman: "En el mundo del relato -y ¨¦sa es su raz¨®n de ser- deseo y experiencia pueden verse reunidos por un breve tiempo. En este sentido, el relato sustituye al para¨ªso y nos lo recuerda".
Lejos de ?frica tiene un gran ¨¦xito y la baronesa Blixen se transforma en una mujer famosa que, a medida que envejece y va publicando sus cuentos, adquiere una fama creciente de personaje tan lleno de encanto como extravagante e imprevisible. No s¨®lo se venden sus libros, sino que es entrevistada con frecuencia y sus charlas radiof¨®nicas son escuchadas por miles de daneses. En uno de sus cuentos m¨¢s famosos, El fest¨ªn de
Babette, una cocinera se gasta una fortuna, que gana en la loter¨ªa, en preparar una cena maravillosa a sus dos amables amas y su peque?a comunidad, en agradecimiento por las atenciones que ha recibido de ellas. Cuando ¨¦stas se enteran de lo que ha hecho, le preguntan desoladas que qu¨¦ va a hacer ahora que vuelve a ser pobre. Y Babette les responde orgullosa: "Una gran artista jam¨¢s es pobre. Tenemos algo, Mesdames, sobre los que los dem¨¢s no saben nada". Seg¨²n Dinesen, ¨¦se es el grito que brota del coraz¨®n del artista: "?Dejad que haga las cosas lo mejor que s¨¦!".
En una de sus ¨²ltimas entrevistas declar¨®: "Detesto la literatura, y en especial la moderna. Leo con el apetito de una muchacha que piensa que va a encontrar al pr¨ªncipe encantado en los libros". Poco antes de morir escribi¨® a una amiga dici¨¦ndole que a?oraba volver a visitar Florencia, para "comprobar cu¨¢nta belleza hay en el mundo", y las ¨²ltimas fotos, realizadas por Peter Brand en junio de 1962, nos muestran una mujer gastada f¨ªsicamente, pero cuyos ojos, que se maquillaba cuidadosamente con kohl, parec¨ªan ba?ados en luz. "Hab¨ªa algo casi de inhumano, como de transici¨®n, en su fragilidad: parec¨ªa que se estaba metamorfoseando en un ave". Seg¨²n nos cuenta Judith Thurman, se mor¨ªa de desnutrici¨®n. Terminada la temporada de esp¨¢rragos, viv¨ªa exclusivamente de jugos de frutas y de vegetales, ampollas de jalea real, ostras y galletas. Muri¨® el 7 de septiembre de 1962. La noche antes hab¨ªa escuchado, antes de subir a su dormitorio, fragmentos de Las bodas de F¨ªgaro y un aria de Handel que sol¨ªa cantar Denis. Isak Dinesen no s¨®lo hab¨ªa escrito alguno de los cuentos m¨¢s hermosos del siglo, sino que hab¨ªa vivido, como Sherezade, su hero¨ªna m¨¢s querida, para hacer de su propia vida una historia que mereciera la pena escuchar. "La verdadera tragedia", hab¨ªa escrito una vez, "es estar varado en un ins¨ªpido para¨ªso, en un limbo sin cargas, llevar una existencia con la que no podr¨¢ hacerse un cuento".
Memorias de una baronesa
Isak Dinesen era el apodo de la escritora y baronesa danesa Karen Christence Blixen-Finecke, nacida en Rungsted el 17 de abril de 1885. Se cas¨® en 1914, viajando con su esposo a Kenia, donde explot¨® una plantaci¨®n de caf¨¦ hasta 1931, cuando volvi¨® a Dinamarca. Se divorci¨® en 1921. En 1934 publica su primer libro de narraciones, Siete cuentos g¨®ticos, y en 1937, Lejos de ?frica (Alfaguara, 1985), con el que cosecha un gran ¨¦xito.
Bajo el seud¨®nimo de Pierre Andr¨¦zel, en 1944 escribe Los vengadores ang¨¦licos (Alfaguara, 1992), su ¨²nica novela, y poco antes de morir publica An¨¦cdotas del destino (Alfaguara, 1983) y Sombras en la hierba (Alfaguara, 1994).
Fallece el 7 de septiembre de 1962.
Este a?o se ha publicado adem¨¢s una recopilaci¨®n de sus escritos,
Ensayos Completo
s, Karen Blixen
(Losada, 2003).
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