Cartuja 93 busca ganarse los apellidos
El parque agota el suelo disponible al cumplir una d¨¦cada y trata de acercarse a la naturaleza del proyecto que lo alumbr¨®
Los trajes y corbatas en Cartuja 93 ganan por goleada a las batas blancas con las que se simboliz¨® el proyecto que apadrin¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada el soci¨®logo Manuel Castells, estudioso del uso de las nuevas tecnolog¨ªas, para reconvertir el espacio que ocup¨® la Exposici¨®n Universal de Sevilla en el mayor centro de innovaci¨®n de Espa?a. Pero, los jaramagos y los despojos de los pabellones de 1992 que se convirtieron en met¨¢fora del abandono del parque cient¨ªfico y tecnol¨®gico apenas tres a?os despu¨¦s de su inauguraci¨®n, han dejado paso a la incesante actividad de gr¨²as y obreros que levantan edificios en los que operan algunas peque?as empresas que le dan vueltas al ADN para encontrar medicamentos de ¨²ltima generaci¨®n. Cartuja 93 tuvo que dejar de ser un club selecto para sortear el naufragio que muchos pronosticaron en los a?os noventa y ahora quiere enderezar el tim¨®n para volver al rumbo original.
El proyecto de Castells estuvo a punto de sucumbir apenas unos a?os despu¨¦s de su puesta en marcha. El final de la Expo 92, que llev¨® a Sevilla un caudal de inversi¨®n p¨²blica inaudito, coincidi¨® con el arranque de una intensa crisis econ¨®mica en Espa?a, que se ceb¨® en la capital hispalense cuando cre¨ªa que empezaba a tocar con las yemas de los dedos un futuro de prosperidad. Y Cartuja 93 fue el espejo de la recesi¨®n. En tres a?os, el n¨²mero de empresas ubicadas en el espacio reservado a ciencia y tecnolog¨ªa (450.000 hect¨¢reas) no pasaba de la treintena y se hab¨ªa perdido empleo respecto al arranque. La mayor parte de los 3.000 puestos de trabajo del parque correspond¨ªan a la zona administrativa, donde las instituciones hab¨ªan desplazado varias sedes (Gerencia de Urbanismo, Polic¨ªa Local) para tratar de llenar el inmenso vac¨ªo en que se hab¨ªa convertido el privilegiado suelo de la Exposici¨®n Universal.
En 1995, los esqueletos de los pabellones de la Expo abundaban en muchas zonas del parque, pendiente a¨²n de unas obras de remodelaci¨®n apenas iniciadas y cuya timidez se nota a¨²n en el laber¨ªntico entramado viario del parque. El dinero p¨²blico no daba abasto para sofocar los frentes de la crisis econ¨®mica y Sevilla dej¨® de ser un destino privilegiado.Hubo cantos de sirena para destinar parte de esta inmensa bolsa de suelo, barato y recubierto de fibra ¨®ptica, a las pocas actividades que manten¨ªan entonces el pulso econ¨®mico (viviendas y comercios). El proceso de desnaturalizaci¨®n no lleg¨® a esos extremos, pero los rectores del parque s¨ª permitieron entrar a empresas de servicios, ingenier¨ªa y medios de comunicaci¨®n que justificaban su presencia por la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas, pero cuyos objetivos estaban muy lejos de la generaci¨®n de innovaciones t¨¦cnicas.
A finales de los noventa empez¨® a escampar. Con la recuperaci¨®n del pulso econ¨®mico se dispararon las demandas empresariales de suelo. Y el discurso pol¨ªtico volvi¨® a dar un espacio importante a apuestas estrat¨¦gicas como el gasto en investigaci¨®n y desarrollo. La Junta encomend¨® a Pascual Arbona, luego desarrollado por Francisco Menc¨ªa, un plan para recuperar "el esp¨ªritu original" con el 40% del suelo por adjudicar. Y, desde 1998, el proceso de selecci¨®n se endureci¨® de modo progresivo.
Apenas una semana antes de que se cumplan diez a?os de la inauguraci¨®n del parque (se abri¨® el 13 de octubre de 1993), el consejero de Empleo, Jos¨¦ Antonio Viera, tambi¨¦n presidente del parque, y la nueva directora general de Cartuja 93, ?ngeles Gil, anunciaban que las ¨²ltimas parcelas libres (60.000 metros cuadrados) est¨¢n ya en proceso de adjudicaci¨®n. M¨¢s del 60% del espacio est¨¢ en uso; el resto en construcci¨®n o con las obras a punto de arrancar. El fantasma del solar vac¨ªo se ha despejado totalmente: en tres a?os, todo el parque estar¨¢ operativo, con unas 400 empresas en ¨¦l.
Cartuja 93 tambi¨¦n ha cogido peso econ¨®mico. Su dimensi¨®n y su particular composici¨®n, con sedes empresariales e institucionales, le permiten encabezar el listado nacional de parques, con 8.806 empleos y una actividad valorada en 1.210 millones de euros, a pesar de no poder albergar industria alguna. El 61% de las empresas e instituciones se incorporan al sector de las tecnolog¨ªas avanzadas, aunque esto no quiere decir que est¨¦n inmersos en procesos innovadores, ya que aqu¨ª se incluyen, por ejemplo, las que hacen usos intensivos de tecnolog¨ªas de la informaci¨®n (trabajo en Red). En este apartado, el protagonismo p¨²blico con tres institutos del CSIC (otro en construcci¨®n) y los departamentos de investigaci¨®n de la Escuela de Ingenieros es evidente y el desfase respecto al PTA de M¨¢laga, tambi¨¦n.
La direcci¨®n de Cartuja 93 espera ahora una creciente incorporaci¨®n privada a los procesos de innovaci¨®n. Peque?as firmas de biotecnolog¨ªa y agroalimentaci¨®n han tenido exitos notables y se ha optado por destinar pabellones enteros a albergar a peque?as firmas de base tecnol¨®gica que, en el caldo de cultivo de Cartuja 93, conviertan patentes en proyectos empresariales. Para convertirse en el centro motor de la innovaci¨®n que se pretendi¨® en sus inicios, los rectores del parque tendr¨¢n que hacer realidad el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena: traspasar los l¨ªmites de Cartuja 93 y poner en contacto las innovaciones con el sector productivo para desarrollar industrias que retengan el valor a?adido y generen empleos de calidad. S¨®lo entonces se habr¨¢ ganado los apellidos.
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