"El ¨¦xito de Vargas Llosa y Bryce silenci¨® una generaci¨®n"
Les tengo una noticia negra y definitiva: ya todo est¨¢ dicho. Sin embargo, no es que todo se haya dicho ayer, con el boom o hace un siglo. No, todo ya est¨¢ dicho desde el principio, desde las cuevas de Altamira. No hay m¨¢s. S¨®lo la vanidad nos impulsa a creer que hay m¨¢s. No hay progreso, pues, en el arte. Quien considere que Joyce es m¨¢s moderno que Balzac, que Rabelais o que Homero por usar el mon¨®logo interior es un canalla literario. No hay progreso en el arte. El arte es una ciencia binaria, un discurso gen¨¦tico. Un n¨²mero limitado de elementos cuyas combinaciones son infinitas. La vanidad es el gran combinador".
Iv¨¢n Thays (Lima, 1968) public¨® en 2000 La disciplina de la vanidad, una novela condenada por ciertas leyes de la industria editorial a quedar enjaulada en el limitado c¨ªrculo de las librer¨ªas lime?as. Como es una novela publicada, aunque sea por una entidad tan poco comercial como la Universidad Cat¨®lica de Per¨², las espa?olas que han tentado a este autor le piden otra, in¨¦dita. En ello est¨¢. Pero ¨¦sta no podr¨¢ ir m¨¢s all¨¢ pese a ser considerada por la cr¨ªtica y por sus lectores como una de las grandes novelas peruanas de los ¨²ltimos a?os. Una iron¨ªa: trata sobre las muchas caras de la vanidad del escritor y, sobre todo, sobre su impulso irracional por seguir escribiendo.
La literatura peruana es muy solemne. Aqu¨ª ser¨ªa imposible un movimiento tan divertido como el Crack mexicano
"Julio Ram¨®n Ribeyro permiti¨® crecer a otros autores bajo su sombra, m¨¢s amable, menos poderosa"
PREGUNTA. La literatura peruana de los a?os noventa est¨¢ dominada por temas como la marginalidad, lo urbano, la violencia... Usted ha preferido seguir un camino aparte, m¨¢s dentro de lo personal y del universo literario.
RESPUESTA. Desde muy temprano supe que lo m¨ªo iba m¨¢s por la influencia que hab¨ªa tenido en mi vida el cine de Hollywood, por un lado, y por otro, mi timidez y una vida dedicada a la lectura. No he sido de salir a la calle, sino de leer mucho. As¨ª es que me form¨¦ como un escritor marginal a esa corriente literaria que se alimenta de la vida en la ciudad.
P. En los a?os setenta y ochenta, la literatura peruana estuvo dominada por los grandes poetas y pr¨¢cticamente no se public¨® novela, fuera de la obra de Vargas Llosa y Bryce Echenique. ?C¨®mo explicar¨ªa usted este periodo?
R. Es dif¨ªcil entender el fen¨®meno. Puede tener muchos matices, incluso los comerciales, porque era muy dif¨ªcil publicar en los a?os ochenta, las editoriales no pod¨ªan asumir los costes. Se publicaba mucho cuento y poes¨ªa en ediciones peque?as y limitadas. Otro motivo puede ser que la presencia de Vargas Llosa y Bryce lleg¨® a pesar demasiado para esa generaci¨®n y pr¨¢cticamente la silenci¨®. En cambio, un autor como Julio Ram¨®n Ribeyro s¨ª que permiti¨® crecer a otros bajo su sombra, mucho m¨¢s amable, menos poderosa. Yo creo que en los a?os ochenta aparecen un grupo de cuentistas notables, reunidos en la antolog¨ªa de Guillermo Ni?o de Guzm¨¢n, titulada En el camino, y en la que aparece Alonso Cueto (que public¨® un libro extraordinario, Las batallas del pasado); luego estaba este escritor de origen chino Siu Kam Wen, Cronwell Jara y un cuentista que desapareci¨®, Mario Choy. En el a?o 1992 es cuando empieza la explosi¨®n de la novela con La violencia del tiempo, de Miguel Guti¨¦rrez, y Pa¨ªs de Jauja, de Edgardo Rivera Mart¨ªnez. Los autores j¨®venes, Mario Bellatin (ahora ciudadano mexicano) o yo, empezamos a publicar en esos a?os pero tambi¨¦n lo hicieron autores mayores, como si hubiesen demorado diez a?os en escribir. Los a?os setenta u ochenta fueron como un periodo de incubaci¨®n para esos escritores mayores y adem¨¢s de liberaci¨®n para los menores. Para nosotros, Vargas Llosa y Bryce ya no pesaban, eran un modelo, un arquetipo. No eran competencia.
P. ?Cree entonces que la explosi¨®n del boom
latinoamericano de los setenta devast¨® la escena literaria en Per¨²?
R. S¨ª, creo que la condicion¨® definitivamente. Lo que pasa adem¨¢s es que en un pa¨ªs como Per¨² en el que es casi imposible publicar y vender novelas, la situaci¨®n es mucho m¨¢s grave que en Argentina o M¨¦xico, donde existe una industria editorial que demanda nuevas obras. En Per¨² los escritores se quedaron esperando publicar en mejor momento.
P. En La disciplina de la vanidad cita a Juan Carlos Onetti diciendo que "hay quienes nacieron para escribir y quienes nacieron para ser escritores".
R. S¨ª, yo quise hacer una especie de Retrato del artista adolescente, uno m¨¢s. En este caso quise bajarlo al llano. Todo sucede dentro de un congreso de escritores donde cada uno de ellos quieren ser el nuevo boom y lo ¨²nico que logran es pelearse todos entre ellos. Est¨¢n todas las paranoias del escritor joven: los cr¨ªticos lo odian, Carmen Balcells ronda disfrazada para encontrar a su nueva estrella... Para m¨ª fue muy importante introducir algo de sentido del humor, porque mis otras obras carecen de ello. Respecto a la frase de Onetti, debo decir (creo que mi personaje tambi¨¦n lo dice) que me parece muy injusta, porque yo no llego a diferenciar muy claramente el ser escritor y el escribir. Onetti se refer¨ªa a quienes se interesan m¨¢s por el ¨¦xito de la obra que por la calidad. Pero creo que los que quieren salir mucho en la prensa, tambi¨¦n, en el fondo, lo que quieren es escribir.
P. A veces hay mucho ego exacerbado en el mundo literario.
R. Indisciplinado, para seguir con lo que planteo en la novela. Pienso que cuando la vanidad est¨¢ disciplinada, el efecto es muy positivo.
P. La disciplina de la vanidad es una novela escrita a partir de fragmentos, ritmos distintos. Casi opuesta a El viaje interior (1999).
R. Despu¨¦s de El viaje interior, que es muy conservadora en su t¨¦cnica y que me oblig¨® a meterme en ese mundo, me resultaba dif¨ªcil salir de all¨ª. Empec¨¦ a tomar notas para una futura novela y de repente las notas se convirtieron en la novela, porque la idea es precisamente dar sentido a los apuntes y notas arbitrarios, si se quiere, de un autor joven. ?l bucea buscando su propio camino. Al final hay un enfrentamiento entre la t¨¦cnica novel¨ªstica con el protagonista.
P. Despu¨¦s de movimientos o expresiones de los nuevos escritores latinoamericanos como MacOndo y el Crack mexicano, ?en Per¨² podr¨ªa surgir algo as¨ª?
R. No lo creo. MacOndo fue una propuesta de dos personas, Alberto Fuguet y Sergio G¨®mez, que adem¨¢s reunieron a una serie de autores que ni siquiera conoc¨ªan el pr¨®logo que los agrup¨®, y algunos estaban manifiestamente en contra. En cambio, el Crack s¨ª fue un movimiento. Sin embargo, creo que ser¨ªa muy dif¨ªcil que surgiera un movimiento as¨ª porque la literatura peruana es muy solemne y el Crack es sobre todo, para m¨ª, un movimiento muy divertido.
P. ?No ser¨¢ que, aparte de una cultura com¨²n en ciertos rasgos, existe un estilo internacional, m¨¢s cosmopolita, global? ?Una generaci¨®n que ha vivido m¨¢s la democracia que las dictaduras?
R. S¨ª, va por ese lado. Yo he coincidido con muchos de estos escritores en cinco o seis encuentros en Espa?a, M¨¦xico, Per¨², Colombia, Costa Rica, y ha habido una especie de concierto o acuerdo para tratar de unir esos esfuerzos particulares. Y creo que est¨¢ dando frutos. Cada vez estoy m¨¢s convencido de que hemos formado una promoci¨®n de escritores latinoamericanos. Los escritores del boom, que eran menos numerosos, ten¨ªan tambi¨¦n muchas cosas en com¨²n, incluso una agente literaria. Nosotros vivimos en sitios lejanos, pero hay una comunicaci¨®n estrecha y una serie de experiencias vitales que compartimos. Uno de esos temas comunes a todos es nuestro encanto por Roberto Bola?o, un escritor que termin¨® convenci¨¦ndonos de que era nuestro hermano mayor, despu¨¦s de un encuentro en Sevilla. Bola?o, en esa ocasi¨®n tambi¨¦n dijo que ¨¦l a su vez admiraba mucho a... (y todos lo pens¨¢bamos en ese instante) Manuel Puig, una especie de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez de nuestra ¨¦poca. Las novelas de Puig, que durante un tiempo fueron menospreciadas, tienen la base de lo que se ha desarrollado despu¨¦s: la pol¨ªtica, lo popular. Cada uno de nosotros ha tomado algo de Puig y lo ha desarrollado. Casi todos compart¨ªamos esa preferencia. Esas cosas hacen que tenga mucha fe en la literatura latinoamericana. Creo que ha empezado a tomar un enorme vuelo. Tal vez no hayan aparecido las obras maestras todav¨ªa, pero los autores est¨¢n llegando a su madurez.
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