Aulas para la paz en Santa Eugenia
Siete padres y un abuelo del colegio p¨²blico Ciudad de Valencia han fallecido
Nada m¨¢s entrar en el colegio p¨²blico Ciudad de Valencia, seis d¨ªas despu¨¦s del atentado, da la sensaci¨®n de que la tragedia no ha pasado por ah¨ª. Los ni?os corren por el patio, un alumno est¨¢ castigado, desde otra aula se oye cantar Cumplea?os feliz... Pero uno avanza y percibe que algo ha sucedido. Demasiado movimiento. Demasiados carteles colgados en las paredes pidiendo paz. Gente que pregunta a otra con tristeza y los ojos llorosos: "?Y a ti, te ha tocado?".
Este colegio, a 500 metros de la estaci¨®n de Santa Eugenia, ha sido testigo directo de la tragedia. Seis madres y un padre de alumnos han muerto a causa de las bombas. Entre ellos, un matrimonio. Adem¨¢s, permanecen heridos dos madres y un padre. El abuelo de uno de los ni?os tambi¨¦n ha fallecido. Y un ex alumno del colegio.
"Hemos dicho a los ni?os que no cambien su actitud con los compa?eros afectados"
A este centro ven¨ªa el chico que fue fotografiado nada m¨¢s salir del infierno sentado en el suelo apoyado en una farola con la cara ensangrentada por el estallido. La imagen ha aparecido en todos los medios de comunicaci¨®n. Se llama Sergio y tiene 19 a?os. "Cuando le vi por televisi¨®n pens¨¦: 'esa cara me suena'. Despu¨¦s le enfocaron mejor y me qued¨¦ alucinada: '?Pero si es Sergio!", cuenta Mar¨ªa Victoria, la jefa de estudios del Ciudad de Valencia.
Ayer no falt¨® ning¨²n alumno a clase de los 1.300 que estudian aqu¨ª, pero el jueves casi la mitad de ellos no aparecieron. Y algunos de los que hab¨ªan acudido, sus padres volvieron a por ellos. Ese d¨ªa todo fue angustia y confusi¨®n. Todo fue muy r¨¢pido. "Primero comprobamos si a alguno de los profesores le hab¨ªa pasado algo. Luego si faltaba alg¨²n ni?o...", prosigue Mar¨ªa Victoria.
A las 10.15 llam¨® el padre de una alumna diciendo que su mujer estaba herida e ingresada en urgencias. Al poco lleg¨® el padre de otro, que es pediatra, para echar una mano. Acababa de anular todas sus consultas para ese d¨ªa. Tambi¨¦n se acerc¨® a la escuela un profesor ya jubilado. A las 12 lleg¨® la primera noticia irreversible: hab¨ªa fallecido la madre de un chico.
"S¨®lo ten¨ªamos una muerte confirmada, as¨ª que nos pusimos como locos a intentar localizar a los familiares de los alumnos que estaban todav¨ªa desaparecidos", relata la profesora. Ese d¨ªa el colegio cerr¨® a las 19.30 horas.
Mientras, los chavales observaban el alboroto pero no se daban cuenta de lo que ocurr¨ªa. "S¨®lo intu¨ªan que algo muy grave estaba pasando", dice Mar¨ªa Victoria. Los m¨¢s mayores, preguntaban y hab¨ªa que contarles la verdad. Quiz¨¢ lo m¨¢s duro. "Pero los maestros estamos hechos de una pasta especial", dice.
La orientadora del centro, que ha trabajado sin descanso, incluido s¨¢bado y domingo, ha aconsejado que los ni?os deben manifestar lo que sienten. Y que hay que tratarles con naturalidad. "Se les tiene que contar qu¨¦ ha ocurrido. Pero hemos dicho a los ni?os que no deben cambiar su actitud con los compa?eros m¨¢s afectados; s¨®lo que est¨¦n m¨¢s pendientes por si sufren alg¨²n baj¨®n", cuenta la jefa de estudios. "Las reacciones de los ni?os cuyos padres han muerto han sido de todo tipo". No quiere dar m¨¢s detalles.
Al d¨ªa siguiente del atentado, todos los alumnos plasmaron sus manos te?idas con t¨¦mpera blanca en un mural que los profesores colocaron alrededor del edificio de la escuela. Ese d¨ªa
todo el colegio guard¨® un minuto de silencio. Algunos ni?os de 9 a?os no pudieron resistir la emoci¨®n y se echaron a llorar.
Ahora la intenci¨®n es volver a la normalidad lo antes posible. Pero en el Ciudad de Valencia saben que nada ser¨¢ igual que antes de aquel fat¨ªdico jueves.
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