Aitor hace que el mundo gire a su gusto
El ganador de la Vuelta 2002 exhibe su gran clase en la llegada a Nimes
Los derrotados se exasperan, guardan las bicicletas ligeras -qu¨¦ neurosis- e intentan asumir que les queda una semana de Tour y muy poco qu¨¦ vender. No hay frenes¨ª. No hay carreras alocadas de mec¨¢nicos entre b¨¢scula de comisario y cami¨®n de material. "Me quedo 50 gramos corto", grita uno cuando los comisarios le dicen que la bicicleta que ha montado s¨®lo pesa 6,750 kilos y que el m¨ªnimo son 6,800. "No lo entiendo, si la he pesado yo mismo y me pasaba por 100. Nada, tendr¨¦ que cambiarle las ruedas, le pondr¨¦ unas m¨¢s pesadas". Otros llevan en la mano sillines tan ligeros que se ahorran m¨¢s de 200 gramos. O potencias. O manillares. Los m¨¢s h¨¢biles pintan como nuevas dudosas geometr¨ªas de anta?o, inestables, inc¨®modas, ca¨ªda garantizada. Por lo menos nadie ha querido enga?ar la norma colando cubitos de hielo por el tubo del sill¨ªn, como cuentan que hizo un equipo una vez, calculando que despu¨¦s del pesaje el hielo comenzar¨ªa a deshacerse y el agua se escurrir¨ªa, inadvertidamente, por el agujerito de debajo. No triunfaron. Al comisario que agarr¨® la bicicleta -no usaba guantes- se le quedaron las manos heladas. Investig¨® y descubri¨®. La neurosis se contagia. Los ciclistas se vuelven locos. "No me toqu¨¦is la bici", intentan gritar a los mec¨¢nicos. "No quiero sill¨ªn ligero, no quiero ganar 100 gramos y arriesgar mi vida, no quiero cambiar de bici a mitad de carrera, dejadme con mis vicios, mis trucos, mi bici de siempre". Los directores, sordos, proceden. Se multiplican las ca¨ªdas, las aver¨ªas, el riesgo. S¨®lo queda el silencio. No hay monta?a. No hay locura. Los derrotados intentan rehacerse. Los ca¨ªdos maldicen entre dientes.
Tour 2004 14? Etapa
Carcassonne-Nimes, de 192 km
GENERAL
1. Thomas Voeckler (LBL) 62h 33.11m
2. Lance Armstrong (US Postal) a 22s
3. Ivan Basso (CSC) a 1.39m
5. F. Mancebo (Illes Balears) a 3.28m
ETAPA
1. Aitor Gonz¨¢lez (Fassa) 4h 18.32m
2. Nicoles Jalabert (Phonak) a 25s
3. Christophe Mengin (Fdejeux) m. t.
7. Igor Gonz¨¢lez Galdeano (LST) a 31s
HOY
2? Jornada de descanso
Walter Godefroot no entiende lo que le pas¨® a su Ullrich -tampoco entiende a Ullrich, que se lo habla con Rudy Pevenage, el amigo con el que rompi¨® Godefroot, con quien no se reconcilia-. "El d¨ªa de la Mongie pens¨¦ que su desfallecimiento se deb¨ªa al descenso brusco de temperaturas, a que la lluvia hab¨ªa bloqueado sus m¨²sculos", dice. "Y esperaba que al d¨ªa siguiente, en el Plateau de Beille, hiciera como en el 98 al d¨ªa siguiente de que Pantani le ganara en Deux Alpes, cuando gan¨® la etapa de Albertville. Pero, nada. Hizo calor. Todo perfecto. Ullrich fue incapaz de levantarse. No lo puedo permitir. No se lo puede permitir. Aceptar¨ªa que un d¨ªa llegara hundido a meta pero s¨®lo si hubiera salido con el cuchillo entre los dientes y se hubiera arriesgado a todo. Pienso que para alguien como ¨¦l, cinco veces segundo, una vez primero del Tour, la lucha por el podio, que es lo ¨²nico a lo que puede aspirar no le motiva en absoluto". Manolo Saiz no entiende nada. "No es el momento de pensar, de analizar", dice el director del Liberty de Heras, carita de pena, de miseria. "Hay que terminar esto como sea y ya veremos".
Ferretti no piensa. Liberado de toda contingencia de lucha por la clasificaci¨®n general -su Aitor Gonz¨¢lez perdi¨® media hora en Beille-, el director del Fassa Bortolo afila el cuchillo. Habla de Aitor Gonz¨¢lez, no del Aitor -el llamado Speedy Gonz¨¢lez- del que se enamor¨® en 2001 por su final de etapa bajo la g¨¦lida lluvia de Pontarlier, cuando s¨®lo la fuerza, la astucia y el trabajo combinados de Mark Wauters y Eric Dekker le impidieron ganar la etapa; tampoco del Aitor, del TerminAitor, mejor dicho, que convirti¨® La Castellana en un circuito de velocidad abierto a su paso durante la contrarreloj final de la Vuelta 2002. No, habla del Aitor decepcionante que vegeta por segundo a?o consecutivo en su equipo, del Aitor al que llama "El Mexicano". "Cuando hace sol, cuando no hay quien aguante en la calle, la gente normal se mete en casa, se resguarda en la sombra, y deja la acera libre para el que quiera ir deprisa", dice. "Pero Aitor, no, Aitor hace como los mexicanos, que siguen sentados como estaban, que se colocan un sombrero enorme y se fabrican su propia sombra, que no se mueven y que obligan a todos los que pasan a dar un rodeo a su alrededor. As¨ª es Aitor. As¨ª est¨¢. Tiene la forma, tiene la clase, tiene las piernas, pero no tiene la voluntad. Simplemente esperamos que el d¨ªa que quiera haga algo".
O, como imprimen sus exegetas, Aitor cuando se mueve, que no se mueve muchas veces, se mueve de verdad.
Se movi¨® ayer, en el llano recalentado y provenzal, camino de la taurina Nimes, los Alpes a tiro de piedra, desde el pa¨ªs de los c¨¢taros. Se movi¨® para integrarse con nueve m¨¢s en la gran escapada del Tour, con Botero, que le dio al T-Mobile el liderato en la clasificaci¨®n por equipos, con Landaluze y Egoi, que quer¨ªan mostrar que hab¨ªan aprendido la lecci¨®n de sus frustradas victorias y terminaron noveno y d¨¦cimo, con Igor, que mostraba la cara Liberty de la tercera semana, con cinco m¨¢s, aventureros y gentes de fuga. Se movi¨® y se exhibi¨®. Speedy, terminaitor, lo que haga falta. "Impresionante", dijo Nicol¨¢s Jalabert, segundo clasificado. "Gan¨® porque era el m¨¢s fuerte, porque era el mejor". Aitor junt¨® por un d¨ªa piernas, clase y voluntad y se fue solo a falta de seis kil¨®metros. Detr¨¢s de ¨¦l, la ciza?a y el desentendimiento, delante la meta. Estilo perfecto de contrarrelojista. Hermoso. Bes¨® la cadena de su novia, el crucifijo de su madre, hizo, por un d¨ªa, girar al Tour alrededor de su sombrero.
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