La NASA vuelve a pensar en la Luna
Si el nuevo plan estrat¨¦gico de la NASA, anunciado por el presidente Bush, recibe luz verde y la enorme financiaci¨®n necesaria, los astronautas volver¨ªan a la Luna -y tal vez ir¨ªan a Marte- cinco d¨¦cadas despu¨¦s de que dos de ellos la pisaran por primera vez hace ahora 35 a?os. S¨®lo una docena de hombres del programa Apolo se pasearon por el sat¨¦lite natural de la Tierra, incluidos Neil Armstrong y Buzz Aldrin, que el 20 de julio de 1969 (madrugada del 21 en Europa) entraron en la historia como las dos primeras personas que estuvieron en otro mundo, mientras el tercer astronauta del Apolo 11, Michael Collins, les esperaba en ¨®rbita lunar y 500 millones de personas segu¨ªan por televisi¨®n la gran aventura de la NASA.
Estados Unidos abandon¨® los viajes a la Luna tras el programa Apolo, que nunca tuvo como objetivo prioritario la exploraci¨®n cient¨ªfica
Entre 1969 y 1972 otras seis misiones Apolo salieron de la Tierra para descender en la Luna y cinco de ellas llegaron. La Apolo 13 fall¨® en el viaje de ida y sus tres astronautas rozaron la muerte antes de poder regresar a casa.
?Y despu¨¦s? Se hab¨ªan gastado 23.500 millones de d¨®lares (unos 95.999 millones de d¨®lares del a?o 2000) en el programa Apolo para cumplir el desaf¨ªo del presidente Kennedy de poner un hombre en la Luna; la NASA hab¨ªa desarrollado en ocho a?os un colosal complejo tecnol¨®gico para lograrlo y, sobre todo, en plena guerra fr¨ªa, EE UU hab¨ªa ganado a la URSS el mayor triunfo de la carrera espacial.
Entonces el inter¨¦s pol¨ªtico del programa cay¨® y el ¨²ltimo gran cohete Saturno V puso en ¨®rbita la estaci¨®n espacial de la NASA, la Skylab, en 1973. Pero tambi¨¦n ¨¦ste fue un callej¨®n sin salida y se abandon¨® seis a?os despu¨¦s.
Los transbordadores
En el ¨²ltimo cuarto de siglo el programa de vuelos tripulados de la NASA ha estado dominado por los transbordadores espaciales, los shuttle, desde que el primero de ellos sali¨® al espacio en 1981. Pero toda la popularidad de estas naves avanzadas, por su revolucionario enfoque de los veh¨ªculos orbitales ha ido acompa?ada de informes y evaluaciones, de cr¨ªticas y problemas, ya que desde el principio se vio que no cumplir¨ªan el objetivo prioritario: agilizar y abaratar el coste de los viajes al espacio. Adem¨¢s, los m¨¢s terribles accidentes que ha sufrido EE UU en el espacio han estado protagonizados por dos de estas naves: el Challenger, en 1986, y el Columbia, en 2003, sumando 14 astronautas muertos.
?A d¨®nde van los transbordadores? Se ponen en ¨®rbita de la Tierra y no se alejan demasiado, unos 400 kil¨®metros de altura, y dan una vuelta al planeta cada hora y media. En comparaci¨®n, la Luna est¨¢ a 384.000 kil¨®metros y los sat¨¦lites de comunicaciones, como el Hispasat, se sit¨²an a 36.000 kil¨®metros.
As¨ª, en los a?os ochenta la NASA se encontr¨® con unos veh¨ªculos avanzados pero sin un destino espec¨ªfico al que ir con ellos, y los ha utilizado para misiones varias, aunque de dudosa utilidad real muchas de ellas, como la puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites, algo que normalmente hacen cohetes convencionales por menos dinero y sin necesidad de astronautas. Los vuelos del shuttle duran un par de semanas (su r¨¦cord est¨¢ en 18 d¨ªas), y la NASA ha aireado constantemente los programas cient¨ªficos cumplidos a bordo, aunque la comunidad cient¨ªfica nunca ha hecho mucho caso ni mostrado especial inter¨¦s por esta opci¨®n, sobre todo por el enorme desequilibrio coste-beneficio de los experimentos en los transbordadores. Tambi¨¦n se ha encargado el shuttle de las reparaciones y revisiones del telescopio Hubble, y con enorme ¨¦xito, pero, de nuevo, con un alto coste, as¨ª como del montaje de la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS).
Jubilaci¨®n a la vista
Dise?ados para hacer un centenar de vuelos cada uno, los cinco transbordadores han cumplido entre todos poco m¨¢s de cien y ya se est¨¢ planeando la jubilaci¨®n de los tres que quedan.
Mientras tanto, la URSS, que hab¨ªa perdido la carrera del hombre en la Luna pese a haber descendido con robots all¨ª, se volc¨® en el desarrollo de sus estaciones espaciales: primero las Saliut y luego la Mir. En ellas los cosmonautas fueron batiendo r¨¦cords de permanencia en el espacio y adquiriendo informaci¨®n sobre las reacciones del cuerpo humano que resulta esencial si se piensa en viajes a otro planeta. Eso s¨ª, los cosmonautas rusos han seguido utilizando sus toscas pero muy fiables c¨¢psulas Soyuz, que incluso ahora, con los transbordadores de la NASA en Tierra hasta que se superen los problemas derivados del accidente del Columbia, son los ¨²nicos veh¨ªculos tripulados que van a la ISS.
La estaci¨®n, que se empez¨® a construir en ¨®rbita (a unos 370 kil¨®metros de altura sobre la Tierra) en 1998, es un proyecto internacional dominado por EE UU y Rusia, con la participaci¨®n de la Agencia Europea del Espacio (ESA), de Jap¨®n, y de otros pa¨ªses contribuyentes menores.
En realidad, la estaci¨®n, cuya construcci¨®n est¨¢ de momento paralizada por el frenazo de los transbordadores, es una versi¨®n reducida de los antiguos planes estadounidenses de una gran base orbital. De aquella Freedom que nunca despeg¨®, la NASA pas¨® a la versi¨®n Alpha, m¨¢s modesta, y finalmente, en el nuevo entorno pol¨ªtico internacional, naci¨® la ISS en colaboraci¨®n con Rusia.
Pero la NASA ya est¨¢ entusiasmada con su nueva estrategia de viajes a la Luna y a Marte. La idea es dise?ar un plan de exploraci¨®n rob¨®tica intensiva que desemboque en un programa sistem¨¢tico de viajes tripulados con un horizonte de realizaci¨®n de aqu¨ª a un par de d¨¦cadas.
La verdad es que EE UU abandon¨® la Luna tras el programa Apolo, que nunca tuvo como objetivo prioritario la exploraci¨®n cient¨ªfica. Unos cuantos experimentos (todav¨ªa se usa el reflector que colocaron los astronautas del Apolo 11 para enfocar l¨¢ser desde la Tierra y hacer mediciones de precisi¨®n) y 380 kilos de muestras lunares que se trajeron, fueron elementos secundarios frente a la gloria adquirida con la haza?a.
No se hicieron estudios a fondo de la Luna m¨¢s all¨¢ de las zonas objetivo de las misiones Apolo, y EE UU obtuvo m¨¢s informaci¨®n sobre ese cuerpo celeste en los a?os noventa con dos peque?as sondas aut¨®maticas: Clementine y Lunar Prospector.
Muy modesta tambi¨¦n en presupuesto, pero tecnol¨®gicamente avanzada y con objetivos cient¨ªficos interesantes, es la Smart-1, de la ESA, que se dirige a la Luna con una trayectoria largu¨ªsima. Con esta sonda, Europa se estrena en la exploraci¨®n lunar.
El avance de la exploraci¨®n cient¨ªfica y planetaria con robots
ESTADOS UNIDOS ha mantenido desde hace casi medio siglo la exploraci¨®n autom¨¢tica del espacio con sondas que van a otros cuerpos del sistema solar y telescopios como el Hubble o el Chandra, que ve el cielo en rayos X. Con un presupuesto min¨²sculo en comparaci¨®n con los programas tripulados de la NASA, los programas cient¨ªficos han gozado de estabilidad, aunque no est¨¢n exentos de cancelaciones y recortes.
En los a?os setenta, mientras se cerraba el programa Apolo de la Luna, los ingenieros y cient¨ªficos del Jet Propulsi¨®n Laboratory (California) preparaban la misi¨®n Viking a Marte, con dos sondas de descenso que marcaron un antes y un despu¨¦s en la exploraci¨®n del planeta rojo. Las Viking funcionaron all¨ª durante a?os, fijas en el suelo, tomando datos e incluso buscaron indicios de vida. No los encontraron.
Pero la NASA no s¨®lo se ha ocupado de nuestro vecindario planetario. Otras dos naves, las Voyager 1 y 2, a¨²n funcionando y abandonando ya el sistema solar, partieron en 1977 para acercarse a J¨²piter, Saturno, Urano y Neptuno y mostraron esos mundos como nunca se hab¨ªan visto antes. A principios de la d¨¦cada hab¨ªan partido las Pioneer 10 y 11 hacia J¨²piter y Saturno.
Marte, Venus, Mercurio, el Sol, J¨²piter, cometas, asteroides han sido los destinos de sondas autom¨¢ticas estadounidenses cada vez m¨¢s avanzadas, unas para pasar cerca de su objetivo y otras para colocarse en ¨®rbita de esos cuerpos y
estudiarlos durante meses o a?os.
En la d¨¦cada pasada, la NASA relanz¨® el programa de exploraci¨®n rob¨®tica de Marte que est¨¢ ahora en su ecuador, con los rover Spirit y Opportunity rodando por el suelo del planeta rojo y dos naves en ¨®rbita.
Pero tambi¨¦n con los observatorios alrededor de la Tierra, tanto mirando hacia abajo, para estudiar nuestro planeta, como hacia arriba, para ver las estrellas, los programas cient¨ªficos de la NASA siguen demostrando su potencia.
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