?Qu¨¦ vanguardia?

Se le tiene a Arto Lindsay -productor, instrumentista y compositor- por un referente de la modernidad, es por eso que, en su anterior visita, toc¨® en la Casa Encendida, templo actual de las vanguardias en la villa y corte. El lunes lo hizo en el remodelado San Juan Evangelista, el equivalente a lo anterior, en hist¨®rico. Ahora queda por dilucidar si Lindsay es, realmente, un m¨²sico de vanguardia o no lo es. Uno, visto lo escuchado en el Johnny, tiene sus dudas, o quiz¨¢ es que uno duda de la existencia de ninguna vanguardia en tiempos como los actuales. Arto Lindsay ser¨ªa vanguardia siempre y cuando uno considere como tal a Alaska y los Pegamoides, dicho sea con todo el respeto para la int¨¦rprete de Terror en el supermercado. Vanguardia, en t¨¦rminos de posmodernidad, consiste en llevar la mitad de la m¨²sica programada y permanecer, los pocos m¨²sicos, con los brazos cruzados mientras la m¨¢quina hace el trabajo. Esto, a los posmodernos, es que les priva, uno nunca ha entendido por qu¨¦ motivo. Nada m¨¢s posmoderno ni m¨¢s cool que un cantante sin voz entonando unas coplillas inocuas con aires de trascendencia. Y si, adem¨¢s, se le da al asunto un "toque ¨¦tnico" en lo r¨ªtmico, d¨ªgase brasile?o, entonces ya es miel sobre hojuelas. Quien se lleg¨® al recinto colegial en noche como la del lunes buscando algo con que alimentar su sed de novedad hubo de contentarse con las intervenciones del propio Lindsay a la guitarra, tan fuera de contexto como alentadoras en su cercan¨ªa est¨¦tica a las propuestas rompedoras del nuevo jazz (John Zorn o Sony Sharrock). Apenas fueron un espejismo por cuanto no tardaba el int¨¦rprete en reprimir el gesto y regresarse a los l¨ªmites de lo digerible y est¨¦ticamente correcto: la creaci¨®n supeditada a la mec¨¢nica, la improvisaci¨®n constre?ida al marco estricto de la canci¨®n. Tiempos de posmodernidad inocente y cobarde: el San Juan no se merec¨ªa esto.