Todas las Navidades
Me lo contaba un amigo. ?l ten¨ªa querencia por Busca Isusi, Jos¨¦ Mar¨ªa, gastr¨®nomo y publicista de Zumarraga. M¨¢s que nada, por el c¨¢lido recuerdo de su infancia, se ve; de su madre cocinando el d¨ªa de Navidad. Harinas, salsas, frutos secos, compota y pescados, olor a le?a ardiendo en el hogar, el horno en su punto y el calor algo excesivo de la cocina. Todo con la luz clara y el aire menguado del inicio de invierno. Sus primeros pinitos en los fogones. Y en la radio, de fondo, Busca con sus recetas y recomendaciones para esa noche. Nostalgia del claustro original. Y de ¨¦sa que pudiera ser su "banda sonora". Lo cierto es que mi amigo se dedic¨® en los ochenta a recopilar las colaboraciones period¨ªsticas de Busca Isusi. Las coleccion¨® por temas: Navidad, setas, bacalao, etc¨¦tera. Y descubri¨®, con notable decepci¨®n por su parte -que yo no entend¨ªa-, que el maestro gastr¨®nomo hab¨ªa escrito un art¨ªculo por tema. El resto eran simples variaciones sobre el original. Econom¨ªa de recursos.
Aprender de los maestros. Dado que otra vez es Navidad, que siempre estamos llegando o saliendo de la Navidad, como dec¨ªa Lobo Antunes el pasado d¨ªa en Babelia, que todo sucede a gran velocidad, y que, aunque da rabia m¨¢s que otra cosa, se impone el esp¨ªritu navide?o, uno tiene tambi¨¦n su art¨ªculo matriz ad hoc. Aprender de los maestros. Luego, deben hacerse variaciones sobre ¨¦l. Bueno, en este caso, el original tampoco es de uno. Es un relato de Dylan Thomas, La conversaci¨®n de Navidad, que da a las Navidades ese tono ingenuo, libre, legendario que toca. Su modo de arrancar te atrapa. "Hace ya a?os, a?os y a?os, cuando t¨² eras peque?o... y hab¨ªa lobos en el Pa¨ªs de Gales, y p¨¢jaros del color de rojas enaguas de franela..." Reconozc¨¢moslo, predispone a la Navidad.
Otro tema recurrente e inocuo -salvo para Anasagasti, que siempre protesta- suele ser el discurso del Rey la tarde del 24. En esta ocasi¨®n, habl¨® de las v¨ªctimas del 11-M y de "la uni¨®n solidaria de las distintas tierras de Espa?a". Las Tierras de Espa?a. Y entre la compota de Busca Isusi en la cocina caldeada, los lobos legendarios de Thomas y las Tierras del Rey, uno acaba escuchando las voces ancestrales. ?Ser¨¢n cosa del nacionalismo como sostiene Cruise O'Brien o formar¨¢n parte del repertorio del ser humano? ?De d¨®nde esa fuerza seductora del Romanticismo alem¨¢n? Cientos de voces invocadoras recorren el teatro del mundo. Pasiones, emociones, querencias, afectos, identidades fuertes, aspiraciones, la vida, el remanso del seno materno. "Po¨¦ticamente habita el humano la tierra", dec¨ªa H?lderlin. ?Acaso no est¨¢ en el hombre la necesidad de ver la cara de los dioses, ca¨ªdos o no, saber de la naturaleza m¨¢s s¨®rdida y cruel, querer percibir lo sublime? "Soy hermano de la serpiente / soy la serpiente llena de veneno / dios del amor y dios del odio" canta Van Morrison. Y, en otro lugar, "a veces vivimos, a veces morimos / a veces... lloramos". Los adolescentes se entusiasman estos d¨ªas con la saga de El Se?or de los Anillos, en que ya no es que haya "razas", hay especies (elfos, hombres, hobbits, orcos). Sauron se revela contra el dios Eru. Cumbres luminosas y oscuras profundidades; Smigol-Gollum, la esquizofrenia humana. Quiz¨¢ no se trate de aborrecer ni de amar todo eso que nos es propio, simplemente se trate de saber que lo llevamos dentro, de modo que el ser racional, la tendencia por la civilizaci¨®n y contra la barbarie y la brutalidad prevalezcan. El hombre se juega su destino en el tiempo, pero el sentido de la historia no trabaja a su favor. Debi¨¦ramos saberlo y actuar para librarnos de su fatum a favor de la civilizaci¨®n.
De un tiempo aqu¨ª circulan con fuerza por el pa¨ªs aires de nacionalismo comunitario hecho desde la identidad y el apego a "la tierra", y aires de Estado de derecho producto reflexivo de la idea de naci¨®n soberana, de pacto entre ciudadanos. Los ilustrados y primeros liberales viv¨ªan con la idea de patria, a la que se asocian los sentimientos, y la de naci¨®n, pacto entre iguales. S¨ª, creo que, sin olvidarnos de la patria, de las tierras de Espa?a y de las otras voces ancestrales que nos reclaman, se debiera laborar por formas racionales y civilizadas de organizaci¨®n pol¨ªtica. En el Pa¨ªs Vasco, en Espa?a, en Europa o en el gobierno universal kantiano.
?sta podr¨ªa ser por este a?o mi variaci¨®n sobre La conversaci¨®n de Navidad de Dylan Thomas.
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