La Carta Magna europea divide a Francia
Los votantes del 'no' muestran abiertamente sus temores a los cambios econ¨®micos y sociales
Desde hace varios lustros, millones de colegiales han estudiado en cientos de manuales y en decenas de idiomas y dialectos que el 9 de mayo de 1950, el ministro de Exteriores de Francia, Robert Schuman, present¨® su propuesta para la creaci¨®n de una Europa organizada. Aquel fue el germen de la Uni¨®n Europea. Y el 9 de mayo qued¨® marcado como el d¨ªa oficial de la Uni¨®n. Desde entonces, siempre ha habido un franc¨¦s tirando del carro europeo. Ahora, el carro est¨¢ a punto de partirse porque hay una Francia que tira de un lado y otra, en la direcci¨®n opuesta.
Cada parte acusa a la otra de conducir al continente a la cat¨¢strofe. Lo que suceda dentro de 48 horas en Francia puede marcar para siempre la historia de la Uni¨®n Europea. Y tal vez tambi¨¦n la del Partido Socialista franc¨¦s. ?Qu¨¦ nos est¨¢ pasando?, se preguntan muchos partidarios del s¨ª. ?Por qu¨¦ no cala ese mensaje? Pocas partes hay en Francia m¨¢s convencidas de votar s¨ª como Ly¨®n. En una encuesta del pasado viernes publicada por el diario local Progr¨¨s el s¨ª ganaba en la ciudad por un 54% frente al 46% al no. Ly¨®n es, despu¨¦s de Par¨ªs, una de las ciudades m¨¢s industrializadas, populosas y mejor comunicadas de Francia. Pero hasta aqu¨ª ha llegado el desencanto. El diario Le Progr¨¨s no se pronuncia en sus editoriales sobre el s¨ª o el no. Pero la secci¨®n de cartas al director se llena todos los d¨ªas, sobre todo, con cartas del no. Cabreo y rabia. Son dos palabras que nadie trata de ocultar en esta campa?a. Pero a veces las causas son tan distintas que la sorpresa puede saltar en cualquier momento. Por eso no fue extra?o ver ayer en el mitin organizado por el partido de la derecha moderada, la UMP (Uni¨®n por el Movimiento Popular) para pedir el s¨ª, a un futuro votante del no entre los asistentes. Se trataba de Emmanuel Fabr¨¨gues, estudiante a sus 35 a?os. La estrella invitada del mitin era la reci¨¦n galardona con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias Simone Veil, primera mujer ministra en la V Rep¨²blica francesa. Era un mitin fr¨ªo, sin pancartas, sin banderas. Y Fabr¨¨gues no sali¨® muy convencido. "He venido para conocer los argumentos del s¨ª. Pero veo que Simone Veil s¨®lo habla de los logros sociales que ha conseguido ella misma trabajando en Europa para las mujeres. M¨¢s que explicar en qu¨¦ consiste la nueva Constituci¨®n, s¨®lo habla del pasado. Dice que es irracional la postura de los que votan no. Pero ella no hace nada para que se le entienda. Ya ha llegado la hora para los ciudadanos de decirle a los pol¨ªticos que cuando la gente dice no es que quiere decir precisamente no".
Simone Veil llegaba con cierta aureola de prestigio y autoridad. Pero uno de los grandes abanderados del s¨ª, el presidente Jacques Chirac, cada vez goza de menos. Hay un personaje en los gui?oles del Canal + franc¨¦s que se llama el Supermentiroso. Se le conoce como Camale¨®n Bonaparte y tambi¨¦n como La Veleta. Hay mucha gente de izquierdas que no est¨¢ dispuesta a ir con ¨¦l a ninguna parte, ni siquiera a una Europa m¨¢s democr¨¢tica. "Fue muy duro para m¨ª votarle hace tres a?os para que no saliera Le Pen de presidente. Ahora no quiero votar lo mismo que ¨¦l", asume Pierre Villain, conductor de autobuses.
El de ayer en Ly¨®n fue un mitin de una mil personas y varias hileras de sillas vac¨ªas. Europa no levantaba pasiones. Pero los debates son pasionales, dentro de las casas y de las redacciones de los peri¨®dicos. "Yo no hab¨ªa visto nada semejante en Francia desde los tiempos de Charles De Gaulle. Hablando de De Gaulle las familias se peleaban y divid¨ªan. Porque en el fondo, de lo que se hablaba no era de De Gaulle, sino de la propia Francia, del tipo de naci¨®n que queremos", indica Francis Brochet, jefe de Internacional en Le Progr¨¨s.
Ahora, seg¨²n dice, ocurre que el debate va sobre Francia m¨¢s que sobre Europa. "Los franceses, como siempre", indica Brochet, "nos preocupamos sobre todo de los franceses. Es dif¨ªcil de entender esto en Espa?a. Incluso en Par¨ªs puede costar trabajo entederlo. Pero a nosotros tambi¨¦n nos costaba entender a nuestro corresponsal en Barcelona cuando en las cr¨®nicas sobre el refer¨¦ndum que se celebr¨® Espa?a el 22 de febrero nos dec¨ªa que all¨ª se hablaba m¨¢s del problema ling¨¹¨ªstico que sobre la Constituci¨®n europea".
"Demasiado miedo"
La palabra clave es miedo. "Hay demasiado miedo", reconoce Brochet. "Los franceses siempre hemos sido muy europe¨ªstas mientras Europa era francesa. Eso era muy posible en la Europa a seis. Junto a Alemania, pod¨ªamos acordar cualquier cosa y el resto nos segu¨ªa. Eso a¨²n se pod¨ªa seguir haciendo con la Europa a 12. Ya era m¨¢s dif¨ªcil a 15. Y es imposible hoy, a 25. En esa Europa la voz de Francia ya no ser¨ªa hegem¨®nica. Y tenemos miedo del cambio que se ha producido en Alemania. Ya no es como antes. Ahora se puede ser alem¨¢n y nacionalista al mismo tiempo. Y eso nos da miedo".
El miedo se palpa y se ve en los lemas de los organizaciones antiliberales -miedo al neoliberalismo, a las deslocalizaciones- se palpa y se ve tambi¨¦n en los pasquines del ultraderechista Frente Nacional -miedo a la adhesi¨®n de Turqu¨ªa, miedo a otras religiones-. Pero hay otra expresi¨®n m¨¢s sutil, m¨¢s escondida pero tal vez m¨¢s presente: la excepci¨®n francesa. "Esa expresi¨®n tan de moda en este pa¨ªs, de la que tan orgulloso hemos estado. No queremos dejar de ser distintos". "?Ser¨ªa posible que los socialistas de Francia votaran en contra de la Constituci¨®n cuando el resto de los socialistas europeos, la casi totalidad de los sindicatos y los partidos verdes votan s¨ª?", se preguntaba el primer secretario del PS, Fran?ois Hollande. Ser¨ªa posible, gracias, entre otras cosas a la tan arraigada "excepci¨®n francesa" y a un personaje como el socialista Laurent Fabius.
"Cuando se vot¨® en el refer¨¦ndum sobre Maastrich, los votantes del no sent¨ªan verg¨¹enza", indica Bouchet. "Ahora, los franceses del no sacan pecho. Y eso se debe a Fabius, que es un intelectual, es rico y ha sido poderoso. ?l abandera el no y a la gente no le da verg¨¹enza decir que vota no".
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