Galicia, desde Barakaldo
La colectividad gallega asentada en la Margen Izquierda vive con desinter¨¦s la campa?a electoral para la Xunta
La colectividad gallega residente en Barakaldo vive con cierta indiferencia la campa?a electoral para renovar el Parlamento y la Xunta, ya que la casi totalidad de sus miembros est¨¢ empadronada en la localidad fabril. Este dato explica la ausencia de propaganda o de visitas de representantes de los tres grandes partidos gallegos, tan habitual en otros puntos del mundo donde se asienta esa quinta provincia de Galicia que constituyen sus emigrantes.
Cada tarde, alrededor de un centenar de socios del Centro Galego de Bizkaia se re¨²ne para jugar a las cartas, ensayar con el coro o el grupo de danzas o, simplemente, para "falar e lembrar" (hablar y recordar) de cosas del ayer. Un ayer marcado por la emigraci¨®n a Euskadi, a una tierra entonces de promisi¨®n que ofrec¨ªa las oportunidades laborales que Galicia negaba. Un ayer recordado con cierta nostalgia por quienes en Euskadi son considerados gallegos y en Galicia, vascos.
Llegaban j¨®venes despu¨¦s de viajes de "veinte horas" en autobuses atestados
La biblioteca del centro acoge durante un buen rato un peque?o debate entre cuatro socios en el que se habla de todo menos de pol¨ªtica. No hay costumbre de hacerlo porque el ambiente de crispaci¨®n y polarizaci¨®n habitual en Euskadi multiplica hasta l¨ªmites insospechados la conocida cautela de los gallegos. De lo que s¨ª se habla, y con mucha nostalgia, es de la gran cantidad de oportunidades laborales que encontraban en Barakaldo hace cuarenta o cincuenta a?os, y de cu¨¢nto ha cambiado Galicia en ese tiempo.
Llegaban j¨®venes, solteros o de la mano de sus padres, despu¨¦s de interminables viajes de "veinte horas" en autobuses atestados de personas, maletas de cart¨®n e incluso animales peque?os de granja. Eran viajes que no se volv¨ªan a repetir en a?os, ya que en los a?os sesenta las vacaciones "no pasaban de los diez d¨ªas y se ganaba muy poco". Lo dice Jos¨¦ Mosteiro, presidente del Centro Galego de Bizkaia, que vino a Barakaldo con tres a?os de la mano de sus padres desde Melide (A Coru?a). Recuerda que, durante su infancia, durante los cincuenta, hubo grandes dificultades en muchos hogares de paisanos suyos, porque los sueldos "eran muy bajos y el precio de los alquileres o las pensiones demasiado alto".
Eugenio S¨¢nchez, que emigr¨® en 1966 desde Sobrado (A Coru?a) siendo un chaval de catorce a?os, cuenta que a principios de los setenta ganaba 1.500 pesetas a la semana "trabajando diez horas diarias, hasta el s¨¢bado al mediod¨ªa", y ten¨ªa que pagar 600 a su patrona "por dormir, lavar la ropa y hacer la comida". Esto obligaba a numerosos emigrantes a meter muchas horas extras "descargando en el muelle" o en cualquier empleo. Buena parte de los gallegos emigrados entonces a Vizcaya y Guip¨²zcoa proced¨ªa de peque?as aldeas o parroquias de la Galicia profunda y su ¨²nica cualificaci¨®n profesional eran sus propias manos, la ganas de trabajar para prosperar y tambi¨¦n su origen, que hac¨ªa las veces de las obligadas cartas de recomendaci¨®n. Mosteiro relata el caso de un t¨ªo suyo que fue a buscar trabajo a una obra donde el capataz no quer¨ªa contratar a nadie m¨¢s. Su acento le delat¨® y le preguntaron: "?Es usted gallego? Bueno, entonces venga ma?ana a las ocho".
Otro ejemplo similar es el de Ram¨®n Becerra, que lleg¨® a Bilbao en 1968, con diecinueve a?os, desde Touro (A Coru?a) para trabajar en la construcci¨®n, un sector tambi¨¦n pujante entonces. Becerra asegura que en aquella ¨¦poca era posible llegar un s¨¢bado y empezar a trabajar el lunes. Sin ir m¨¢s lejos, a ¨¦l le llegaron a ofertar en una semana "entre siete y ocho trabajos en diferentes obras". Era un empleo en precario, sin n¨®minas, cotizaci¨®n a la Seguridad Social o contratos. Pero en pocos a?os la mayor¨ªa de los gallegos emigrados mejoraban su estatus sin tener que sufrir las privaciones de otros paisanos suyos emigrados a Suiza, Alemania o Francia, donde malviv¨ªan con dos objetivos: trabajar y ahorrar todo lo posible para exhibir despu¨¦s en su pueblo coche y cartera.
Todos reconocen que, cuando pod¨ªan volver a Galicia, causaban cierta envidia entre los mayores, como se?ala Manuel Parrado, directivo del centro, que lleva casi cincuenta de sus 72 a?os en Barakaldo y que se muestra convencido de que esos a?os de abundancia son "irrepetibles".
La crisis de los setenta fren¨® en seco la emigraci¨®n gallega. A principios de los setenta, los vecinos nacidos en Galicia eran m¨¢s de 6.000 en Barakaldo, que lleg¨® a superar los 110.000 habitantes y consigui¨® un registro que, entonces, s¨®lo era posible en Madrid, Barcelona o Bilbao: tener vecinos nacidos en todas las provincias espa?olas.
Mosteiro y sus contertulios consideran espectacular el cambio habido en Galicia en los ¨²ltimos treinta a?os, pero se muestran menos interesados sobre si habr¨¢ cambio o no en el Gobierno gallego el d¨ªa 19. Probablemente hablen de ello en el centro la pr¨®xima semana... y sin dedicarle demasiado tiempo.
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