Diario de un viaje a la frontera
- Melilla. 5 de octubre. 23.40. Per¨ªmetro fronterizo entre el Barrio Chino y Rostrogordo, donde se han producido las avalanchas de los ¨²ltimos d¨ªas.
Ha transcurrido apenas media hora desde mi llegada al aeropuerto de Melilla. Me traslado hasta el per¨ªmetro fronterizo. Comparto unos bocadillos con miembros de la Guardia Civil y de las Fuerzas Armadas en una tienda de campa?a, poco antes de entrar en el pasillo que conforman las dos vallas met¨¢licas y que marcan el per¨ªmetro fronterizo que separa el Reino de Marruecos del Reino de Espa?a. La primera sensaci¨®n que se respira al traspasar la alambrada es de una cierta calma tensa.
Al otro lado todo es oscuridad; a izquierda y derecha se pueden ver algunas fogatas esparcidas longitudinalmente a lo largo de la frontera. Soldados marroqu¨ªes, de los que espor¨¢dicamente llegan algunas voces atenuadas, permanecen alrededor del fuego. Nuestros soldados patrullan en silencio.
Frente a nosotros, una gran casa de estilo ¨¢rabe mantiene las luces de lo que podr¨ªa ser una habitaci¨®n encendida. El resto, puertas y ventanas permanecen totalmente cerradas. Minutos antes, una ni?a peque?a se hab¨ªa asomado a la puerta principal con el desparpajo y la curiosidad propios de los ni?os; una mano invisible cerraba suave y r¨¢pidamente la puerta. Miro m¨¢s detenidamente y compruebo que hay otras casas de planta baja diseminadas a uno y otro lado de la frontera. Entre unas y otras crece una vegetaci¨®n caracter¨ªstica de monte bajo. La sensaci¨®n de que hay ojos que nos observan es muy fuerte.
- Melilla. 6 de octubre. 0.15. El general Miguel Largo, acompa?ado de los mandos del ejercito y de la Guardia civil nos detallan a la secretaria de Estado de Inmigraci¨®n, Consuelo Rum¨ª, y a m¨ª misma, las obras de recrecida de la valla hasta los 6 metros de altura y c¨®mo las personas que intentan cruzar a este lado de la frontera son capaces de saltarla llegando incluso a derribarla en apenas unos minutos. Sobrecoge pensar que 6 metros de altura por 3 de ancho es para ellos la l¨ªnea divisoria entre la vida y la muerte.
Nos desplazamos hasta Rostrogordo, donde la noche anterior se produjeron las ¨²ltimas avalanchas. El coronel Aguilera y el comandante Llamas nos acompa?an. Ha bajado notablemente la temperatura y ¨¦ste ¨²ltimo me presta amablemente su anorak. En el trayecto se ven rudimentarias escaleras de madera apiladas unas sobre otras a la derecha del camino. Son las que emplean los subsaharianos para intentar saltar la valla y ahora yacen en el suelo apiladas por nuestros soldados lejos de las alambradas, configurando extra?as formas.
El pasillo fronterizo perfectamente iluminado y asfaltado se convierte en una extensa l¨ªnea recta con tramos de grandes cuestas que serpentean el camino. El ruido de los motores del helic¨®ptero que sobrevuela la zona, por incesante se convierte en familiar. A pesar de la perfecta iluminaci¨®n se acrecienta la sensaci¨®n de oscuridad del otro lado. La tranquilidad es total. Nuestros efectivos transmiten plena seguridad. No me cabe la menor duda de que estamos en las buenas manos.
A medida que nos acercamos a Rostrogordo las casitas del lado marroqu¨ª desaparecen y todo es matorral y bosque bajo que terminan de manera abrupta en el barranco de Aguad¨². Un precipicio de unos cien metros de altura sobre el mar. A pesar de la oscuridad, al fondo, en las orillas se distingue la luz de unas linternas en movimiento. Con los prism¨¢ticos de visi¨®n nocturna se aprecia perfectamente que son patrullas del ejercito marroqu¨ª. El barranco de Aguad¨², es el lugar por el que normalmente intentan atravesar las mujeres y especialmente las que est¨¢n embarazadas cuando la marea est¨¢ baja.
- Melilla. 6 de octubre. 11.30. A primera hora de la ma?ana, antes de trasladarme al centro de acogida de inmigrantes de Melilla, he mantenido una reuni¨®n con las ONG que trabajan desde hace muchos a?os en la zona. Mayoritariamente compartimos un diagnostico com¨²n: hay que garantizar la seguridad de nuestras fronteras, s¨ª, pero hay que garantizar un trato humanitario y digno a los seres humanos que parten de sus casas buscando un futuro mejor para ellos y sus familias.
Tras la reuni¨®n partimos hacia el centro de acogida. Multitud de c¨¢maras fotogr¨¢ficas y de televisi¨®n esperan en la entrada del recinto. Tambi¨¦n lo hacen un grupo de inmigrantes que esperan turno para ducharse. Converso con alguno de ellos en franc¨¦s, la mayor¨ªa proviene de Mal¨ª, la sequ¨ªa y la plaga de langosta han endurecido mucho las ya de por s¨ª duras condiciones de vida de este peque?o pa¨ªs de la llamada regi¨®n del sahel.
- Ceuta. 6 de octubre. 15.30. Nos desplazamos de Melilla a Ceuta. Al llegar a la ciudad aut¨®noma recibimos la bienvenida de su presidente Juan Jos¨¦ Vivas y los portavoces de los grupos municipales. Nos trasladamos directamente a la frontera. El general G¨®mez Hortig¨¹ela me informa sobre el terreno del despliegue t¨¢ctico de nuestros efectivos.
El terreno resulta mucho m¨¢s escarpado que el de Melilla. El per¨ªmetro fronterizo est¨¢ rodeado de colinas sin apenas vegetaci¨®n. Arriba, en las cimas, se divisan puestos de vigilancia. All¨ª donde las laderas se van haciendo m¨¢s suaves y muy pr¨®ximo a las alambradas los soldados marroqu¨ªes desbrozan una zona de ca?averales que proteg¨ªan el descenso de los que pretend¨ªan cruzar la frontera.
Nos desplazamos entre las dos alambradas por el per¨ªmetro fronterizo a lo largo de 8 kil¨®metros hasta llegar al centro de estancia Temporal de inmigrantes. En el recorrido tengo oportunidad de comprobar el buen hacer y la profesionalidad de los hombres y mujeres que protegen nuestras fronteras.
- Ceuta. 6 de octubre. 16.40. 702 hombres, mujeres y ni?os viven en el centro de acogida de Ceuta, calificado por la UE como ejemplo a seguir porque no s¨®lo cumple labores propias de la acogida sino que extiende su actividad a la formaci¨®n y la integraci¨®n de los inmigrantes. Todo est¨¢ limpio y aseado. Las coladas de ropa se orean al sol. Se percibe un cierto sosiego en el ambiente, que no oculta un profundo halo de tristeza, probablemente el que siempre acompa?a a la incertidumbre.
En el peque?o hospital del centro, sigo con atenci¨®n las explicaciones de Sergio Gonz¨¢lez, m¨¦dico que ha dedicado buena parte de su vida a los inmigrantes. Sin olvidar una sonrisa siempre amable se dirige con toda familiaridad a los enfermos, al tiempo que va desgranando el tipo de dolencias m¨¢s frecuentes y el estado de salud y de ¨¢nimo en el que se encuentran los que han llegado en peores condiciones f¨ªsicas. En su persona podemos ver reflejados a todos los trabajadores sociales, los cooperantes, los voluntarios, los representantes de las ONG. Miles de personas que desde el anonimato dan lo mejor de s¨ª mismos para que otros vivan un poco mejor. A todos les debemos nuestro reconocimiento y sobre todo nuestro especial y m¨¢s sincero agradecimiento. Reconforta saber que hay hombres y mujeres como ellos.
- Ceuta. 6 de octubre. 17.30. Hay miradas que por decirlo todo se quedan prendidas para siempre no s¨®lo en la tuya propia, sino tambi¨¦n en lo m¨¢s profundo del coraz¨®n. Y es precisamente as¨ª, desde la doble mirada, como hay que acercarse al problema. Desde la raz¨®n y desde el coraz¨®n. Reconozco que no siempre es f¨¢cil combinar ambas, pero los problemas complejos requieren de soluciones tambi¨¦n complejas.
Es precisa la raz¨®n para entender que debemos garantizar nuestra seguridad. Es necesaria para darnos cuenta de que hay que canalizar el fen¨®meno de la inmigraci¨®n de una manera legal y ordenada. Hace falta para comprender que las soluciones hay que buscarlas desde la cooperaci¨®n entre todos y de todos a nivel internacional. Pero tambi¨¦n resulta imprescindible la sensibilidad para no olvidar nunca que los rostros que nos miran desde detr¨¢s de las vallas, los ojos que nos ven a trav¨¦s de las alambradas son los de seres humanos que luchan cada d¨ªa por sobrevivir; seres humanos que caminan semanas y meses buscando un futuro, seres humanos que en muchos casos caen en manos de las mafias. En fin, seres humanos a los que no podemos abandonar a su suerte.
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