El silencio de los intelectuales
"D¨®nde est¨¢n los intelectuales espa?oles que siempre fueron partidarios de la libertad", preguntaba la vicepresidenta de los socialistas catalanes, Manuela de Madre, en un acto sobre el Estatut celebrado en Madrid la semana pasada. La anterior, un columnista habitual de la prensa barcelonesa hab¨ªa reprochado al "progresismo espa?ol" su "silencio clamoroso", preguntando tambi¨¦n d¨®nde est¨¢n esos "intelectuales espa?oles que pueden comprender y apoyar la demanda catalana de m¨¢s poder y m¨¢s recursos".
Silencio no ha habido. Ni tras la aprobaci¨®n del anteproyecto de Estatut en Catalu?a, ni antes. En las ¨²ltimas semanas se han publicado decenas de art¨ªculos razonadamente cr¨ªticos con ese texto de escritores, periodistas y profesores que en absoluto podr¨ªan ser tenidos por enemigos del autogobierno catal¨¢n. Y hace meses que la fundaci¨®n Alternativas, que dirige el ex ministro socialista Eguiagaray, public¨® un estudio encargado al profesor ?ngel de la Fuente sobre Mecanismos de cohesi¨®n territorial en el que advert¨ªa de los negativos efectos que tendr¨ªa sobre las pol¨ªticas redistributivas la aplicaci¨®n del modelo de financiaci¨®n propuesto.
La Fundaci¨®n Pablo Iglesias publicar¨¢ en breve las actas del encuentro sobre Reformas constitucionales y estatutarias celebrado en marzo pasado en Sig¨¹enza, con la participaci¨®n de 46 catedr¨¢ticos, juristas, pol¨ªticos y publicistas especializados en temas auton¨®micos. Adem¨¢s del debate jur¨ªdico sobre aspectos esenciales del entonces anteproyecto de nuevo Estatut (lengua, competencias, blindaje), muchas de las intervenciones se dirigieron a alertar a los socialistas catalanes sobre los riesgos del camino emprendido: el Congreso no podr¨ªa avalar un Estatuto incompatible con la l¨®gica constitucional; pero si llegaba con el respaldo de todos los partidos catalanes, o todos menos el PP, tampoco podr¨ªa echarlo atr¨¢s sin provocar un enfrentamiento indeseable entre instituciones democr¨¢ticas. Se consideraba conveniente, por ello, frenar la din¨¢mica maximalista en que se hab¨ªa metido la ponencia, sin esperar a hacerlo en las Cortes.
Esa recomendaci¨®n figura entre las conclusiones del encuentro resumidas por el presidente de la Fundaci¨®n, Alfonso Guerra, que las ha expuesto luego en conferencias y entrevistas. En la publicada en EL PA?S el domingo pasado propon¨ªa "tirar del PP hacia una posici¨®n com¨²n y no empujarlo hacia una posici¨®n radical". El martes, Felipe Gonz¨¢lez expresaba su desacuerdo tanto con el proyecto catal¨¢n como con las reacciones anticatalanas "que pueden dificultar la convivencia".
?Habr¨¢ un componente generacional en la distinta forma de abordar esta cuesti¨®n por los actuales dirigentes? Como observ¨® hace a?os el polit¨®logo ?ngelo Panebianco, es habitual que todo cambio en la estructura de autoridad de un partido sea seguido por una cierta redefinici¨®n de sus objetivos: para legitimar a la nueva direcci¨®n poniendo de relieve las profundas motivaciones del relevo (Modelos de partido. Alianza Editorial. 1990). El actual equipo dirigente ha acabado por asumir como su bandera una idea de la Espa?a plural que implica la reforma constitucional y de los Estatutos. Un programa para el que la implicaci¨®n del primer partido de la oposici¨®n era imprescindible (reforma del Senado) o en todo caso pol¨ªticamente necesaria. Sin embargo, fue abordado con una estrategia que objetivamente empujaba al PP hacia la marginaci¨®n, a veces expl¨ªcitamente, como en el Pacto del Tinell, otras de manera m¨¢s oblicua. Las advertencias sobre el peligro de que esa din¨¢mica llevara al fracaso de las reformas tuvieron escaso eco hasta fecha reciente. Se pas¨® de despreciar las cr¨ªticas de la derecha por venir de la derecha a considerar de derecha toda cr¨ªtica, con independencia de qui¨¦n la formulara.
El PP ha reaccionado como esperaban los m¨¢s sectarios del PSOE, e incluso anuncia movilizaciones contra el Estatut, que es una forma de trasladar a la poblaci¨®n la divisi¨®n entre comunidades sembrada por los pol¨ªticos. Ante esta perspectiva cabe preguntar qui¨¦nes fueron m¨¢s leales a los valores de la izquierda: los que advirtieron de las consecuencias de entrar en el callej¨®n de un Estatuto maximalista inaceptable para la mayor¨ªa del Congreso (y de los espa?oles) o los que relativizaron esos riesgos y magnificaron la necesidad ineludible de la reforma, primero, de su radicalidad, despu¨¦s, y de la irrenunciabilidad de los ejes principales del proyecto, m¨¢s tarde.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.