Los suburbios empiezan a incubar la exclusi¨®n
Hay gente en Espa?a que se levanta y, al abrir la ventana de un d¨¦cimo piso, la vista se le pierde frente a un inmenso poblado de chabolas. Gente que sale a la calle y se encuentra, como parte de un paisaje tan natural como surrealista, a fantasmag¨®ricos drogodependientes cabizbajos en la siniestra ruta en busca de su dosis. Tambi¨¦n hay quienes ven c¨®mo sus hijos juegan en parques que parecen vertederos, o viven en casas compartidas y carentes de la m¨ªnima comodidad. O quienes no salen ni a tirar la basura por la noche por miedo a los atracos... Espa?oles y extranjeros con pocos recursos se reparten la marginalidad y la miseria que rodea nuestras ciudades.
Villaverde, en Madrid; Orriols, en Valencia; La Mina, en Barcelona; El Puche, en Almer¨ªa; el Pol¨ªgono Sur, en Sevilla, o San Francisco, en Bilbao. Cada vez m¨¢s personas con menos recursos, seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE, que hablan de un 20% de personas pobres en el pa¨ªs con un aumento de gente joven dentro de este colectivo.
La miseria, el paro end¨¦mico, la desaparici¨®n del comercio pr¨®ximo, el fracaso escolar, la droga y la econom¨ªa sumergida conforman el gueto
"Nuestro extrarradio tiene vida, con parques y tiendas. No son como los franceses, donde no hay nada, son una especie de barrios carcelarios", dice Pizarro
La tensi¨®n en esos barrios se sostiene y se ha mantenido durante a?os, no sin incidentes. Sin embargo, las recientes revueltas francesas han dejado resaca. Las im¨¢genes de la periferia de Par¨ªs ardiendo descontroladamente han dado la vuelta al mundo y han impregnado el aire de una sensaci¨®n inquietante. Esa misma violencia empieza a temerse en otros pa¨ªses europeos. B¨¦lgica se ha preparado. Romano Prodi, ex presidente de la Uni¨®n Europea, ha dicho: "No es sino una cuesti¨®n de tiempo". Y el portavoz del Gobierno alem¨¢n, Ulrich Wilhelm, lo ha visto como "una advertencia para todas las democracias". ?Puede Espa?a vivir lo mismo?
Son muchos los que han analizado las causas de lo ocurrido en Francia y llegado a la conclusi¨®n de que son muy diversas y con un profundo calado social. El paro, las problemas derivados de la emigraci¨®n, la carest¨ªa de la vivienda... Los centros de las ciudades han aumentado el nivel de renta y han expulsado a los menos favorecido a los m¨¢rgenes, provocando una separaci¨®n geogr¨¢fica de clases, etnias y comunidades. Eso es el gueto: como se?alaba el cr¨ªtico y arquitecto franc¨¦s Fran?ois Chaslin, en Par¨ªs "todo ha contribuido a extender el sentimiento de gueto, y poco a poco la crisis del extrarradio se ha precipitado hacia el drama. La miseria, el paro end¨¦mico (con una media del 21% en estos barrios), la desaparici¨®n del comercio de proximidad ante los centros comerciales, las dificultades escolares, la droga, la econom¨ªa sumergida..., todo ello los ha convertido en enclaves de exclusi¨®n".
EL PA?S ha hecho una inmersi¨®n en barrios del extrarradio de capitales espa?olas con el fin de analizar su situaci¨®n y tratar de ver si existen o no similitudes con los de Francia. El resultado nos sit¨²a ante una realidad distinta a la francesa, pero que debe mirarse en aqu¨¦lla como en una especie de espejo del futuro para evitar repetir los mismos errores.
El estigma de la marginalidad, medida en par¨¢metros como altos niveles de desempleo (cerca del 10% en Espa?a, pero superior en estos barrios perif¨¦ricos), las bajas rentas (sueldos que no llegan a los 1.000 euros mensuales), las infraviviendas (abandonadas por los obreros e inquilinos primigenios y cedidas a aquellos que no pueden permitirse nada mejor), el fracaso escolar de segundas generaciones, la delincuencia, la alta concentraci¨®n de inmigrantes econ¨®micos (en algunas zonas, cercana al 40%), los trapicheos de drogas (con grandes poblados chabolistas)... Todo eso pesa sobre esos barrios que crecen en los l¨ªmites de nuestras ciudades. Controlarlos, ya no s¨®lo policialmente, se termina convirtiendo en una prioridad obligada para evitar males mayores en un futuro no tan lejano.
"Las posibilidades de que lo acontecido en Francia se produzca en Espa?a son escasas, de momento. Los altercados sucedidos all¨ª se vienen produciendo peri¨®dicamente. Pero, sobre todo, las ra¨ªces del problema se encuentran en una segunda generaci¨®n de inmigrantes, franceses de nacionalidad y que reivindican ser ciudadanos de pleno derecho", dice Narciso Pizarro, profesor de Ciencia Pol¨ªtica y An¨¢lisis de Redes Sociales en la UCM, en su regreso de Francia tras los altercados. "Nuestro extrarradio no lo conforman s¨®lo inmigrantes; son barrios con vida, con parques y tiendas. No son como la banlieu francesa, en donde no hay nada, son una especie de barrios carcelarios", a?ade.
Espa?a, en donde los inmigrantes representan tan s¨®lo el 8,4% de los 44 millones de habitantes (s¨®lo 1,5% menos que en Francia), pero donde la poblaci¨®n crece en gran parte gracias a ellos, no existen guetos propiamente dichos. No hay grandes barrios ¨²nicamente habitados por inmigrantes. Existen, en cambio, zonas o focos en donde se concentra un gran n¨²mero de extranjeros, guiados por el trabajo y la mayor facilidad para acceder a una vivienda.
"Hace 30 a?os, los inmigrantes franceses encontraban trabajo. Ahora sus hijos no lo consiguen a veces s¨®lo por su apellido o por su lugar de residencia, y no por una cuesti¨®n de curr¨ªculo", dice Enrique de Montoya, profesor de Sociolog¨ªa de la Desviaci¨®n en la UCM. "Nosotros nos podr¨ªamos encontrar, en una d¨¦cada, igual".
Competir por el mismo trabajo
En los ¨²ltimos a?os, en los que la llegada de inmigrantes a Espa?a ha sido m¨¢s fluida, ellos han ido ocupando empleos rechazados por los espa?oles. Desde la construcci¨®n hasta el servicio dom¨¦stico, pasando por el sector servicios. Pero los soci¨®logos alertan: la continua deslocalizaci¨®n de empresas est¨¢ provocando la p¨¦rdida de empleos. La tasa de paro en Espa?a, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas del Ministerio de Trabajo, est¨¢ cercana al 10% (igual que en Francia): m¨¢s de dos millones de parados, de los que los inmigrantes suponen casi un 6%, y sin olvidar que de los 42.700 nuevos parados del ¨²ltimo mes, el 30% son inmigrantes. "Los problemas vendr¨¢n cuando unos y otros compitan por los mismos trabajos. Entonces s¨ª puede haber brotes xen¨®fobos o revueltas. Ser¨¢ un clasismo disfrazado de racismo", insiste Montoya.
Los barrios del extrarradio de las ciudades son, en cierto modo, un indicador de los principales problemas que debe afrontar nuestra sociedad en un futuro. Conocer su realidad se convierte as¨ª en un punto de partida para dar soluciones y saber por d¨®nde seguir.
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