La indemnizaci¨®n llega 12 a?os despu¨¦s de la intoxicaci¨®n
Tiene dificultades para caminar, mantener una conversaci¨®n y la lectura y o la televisi¨®n le producen fuertes dolores de cabeza. Ha perdido buena parte del sentido del gusto y es hiperal¨¦rgica: estar cerca de alguien con perfume, en una sala con ambientador o tomar alg¨²n alimento tratado qu¨ªmicamente pueden llevarle a una convalecencia de d¨ªas. Conchita P¨¦rez, de 55 a?os, ha afrontado un peregrinaje procesal de 12 a?os hasta cobrar, la semana pasada, 123.000 euros, la primera parte de la indemnizaci¨®n que le corresponde por haber resultado intoxicada con un agresivo insecticida que una fumigadora aplic¨® imprudentemente en el geri¨¢trico de Barcelona en el que trabajaba.
"Siempre pienso: ojal¨¢ me hubiese ca¨ªdo, ojal¨¢ me hubiese roto algo", explica, "pero mi accidente fue invisible y nadie me crey¨®, ni yo misma". El 12 de octubre de 1994 entr¨® a primera hora de la ma?ana en una sala anexa al geri¨¢trico, cuando no hab¨ªan pasado las 78 horas reglamentarias despu¨¦s de que se fumigase el lugar con un potente insecticida, un organofosforado, para luchar contra una plaga de escarabajos. Ese d¨ªa cay¨® inconsciente en varias ocasiones, pas¨® varios d¨ªas sin poder comer ni caminar y pas¨® una semana de baja. Pero nadie, ni ella misma, identific¨® lo que le hab¨ªa ocurrido. Y eso fue lo peor, porque dos a?os despu¨¦s result¨® de nuevo intoxicada. A partir del primer accidente el deterioro de salud fue inexorable. Perdi¨® la fuerza de piernas y brazos, apenas com¨ªa, y en ocasiones se desorientaba en plena calle, sin saber regresar a su casa. "Todos cre¨ªan y me convenc¨ªan in¨²tilmente de que ten¨ªa una depresi¨®n, por eso intentaba seguir trabajando", recuerda ahora. En 1996, mucho m¨¢s sensible a cualquier producto qu¨ªmico, sufri¨® una nueva exposici¨®n al plaguicida. Fue el jaque mate a su vida laboral y buena parte de sus actividades cotidianas.
Recibi¨® la baja laboral absoluta y comenz¨® un largo y tortuoso rosario procesal que a¨²n no ha terminado. "Las empresas tienen mucho poder y t¨² no eres nadie". El 12 de junio de 2002 el Juzgado de lo Penal n¨²mero 4 de Barcelona conden¨® al titular de la empresa fumigadora por dos delitos de lesiones por imprudencia a un a?o de prisi¨®n. La responsabilidad civil qued¨® fijada en 250.000 euros m¨¢s intereses y costas que deb¨ªa asumir el condenado, su empresa y la compa?¨ªa de seguros. La empresa apel¨® y la Audiencia Provincial de Barcelona confirm¨® en 2003 la sentencia. El condenado present¨® entonces un recurso ante el Tribunal Constitucional, pero no fue admitido a tr¨¢mite.
El empresario condenado tambi¨¦n pidi¨® en 2003 la suspensi¨®n de la pena de c¨¢rcel, pese a que no estaba abonada la indemnizaci¨®n, un proceso sobre el que los tribunales a¨²n no se han pronunciado. Tras m¨²ltiples escritos al juzgado, Conchita, defendida por el bufete laboralista Col¡¤lectiu Ronda, cobr¨® los primeros 123.000 euros hace unos d¨ªas. Le queda por recibir la mayor parte de la compensaci¨®n, as¨ª como una p¨®liza de la aseguradora (60.000 euros). No tiene queja de la indemnizaci¨®n que le corresponde, sino del "calvario" que ha sufrido hasta lograr un reconocimiento a lo ocurrido. "?Qu¨¦ hago con el dinero, comprarme la salud?", se pregunta. Hace seis a?os fund¨® la Asociaci¨®n de Personas Afectadas por Productos Qu¨ªmicos y Radiaciones Ambientales (Aquira), que agrupa a personas que han sufrido este tipo de accidentes "invisibles".
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