Mihura en alm¨ªbar

Cuando Ionesco lo "invent¨®", el teatro del absurdo ya llevaba veinte a?os all¨ª. El humor dislocado de La cantante calva no habr¨ªa sorprendido tanto en el Par¨ªs de posguerra si Tres sombreros de copa se hubiera estrenado en su d¨ªa. El propio Ionesco se pasm¨® al leer la obra de Mihura: ?ten¨ªa un ¨¢lter ego en Madrid! Mientras La cantante calva ha amarilleado con el tiempo, Tres sombreros de copa sigue tan lozana. Nadie le niega su posici¨®n cimera en el teatro espa?ol del siglo XX. Intuyo que, si Gustavo P¨¦rez Puig no la tuviera en explotaci¨®n, el Centro Dram¨¢tico Nacional conmemorar¨ªa el centenario de Mihura con ella. Al final, en vez de buscar entre el fondo de armario de su producci¨®n, el CDN ha encargado a Ignacio del Moral y a Ernesto Caballero, dos autores con sentido del humor af¨ªn, que enhebren una obra nueva con fragmentos entresacados de mil y un mihuras.

Las visitas deber¨ªan estar prohibidas por el C¨®digo Penal comienza con un gui?o a La cantante calva: un reloj da 12, 14, 20 campanadas. "Caramba, pues s¨ª que se ha hecho tarde", dice alguien al o¨ªrlas. La primera mitad del espect¨¢culo no tiene desperdicio: es puro disparate, llevado con pulso firme y a ritmo trepidante. Aparecen una monja que resulta ser una vaca despechada por un veterinario, un ladr¨®n cuya vocaci¨®n se despert¨® trabajando en la banca, una mujer empe?ada en encasquetar un caldito con yema a todo bicho viviente... Estos personajes entran, desbarran y dan el testigo a otros todav¨ªa m¨¢s absurdos. Unos provienen de Melocot¨®n en alm¨ªbar, La bella Dorotea y Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario; otros, de relatos publicados en revistas sat¨ªricas.

Descontextualizados, los textos de Mihura ganan en surrealismo. Casi todos los fragmentos originales est¨¢n bien elegidos, y sus int¨¦rpretes los sirven con gran vis c¨®mica: son una troupe c¨®mplice y bien ensamblada. Se nota que la mayor¨ªa llevan tiempo trabajando juntos y que se lo pasan bien.