El f¨²tbol y la guerra
El partido de este mi¨¦rcoles en Old Trafford entre las selecciones de Espa?a e Inglaterra no preocupa a Luis Aragon¨¦s. Tras sobrevivir a un triste Mundial, una lamentable actuaci¨®n en lo que va de fase de clasificaci¨®n a la Eurocopa y una derrota en C¨¢diz en el ¨²ltimo partido, un amistoso contra Ruman¨ªa, el seleccionador espa?ol tiene la tranquilidad de saber que una derrota en Manchester contra Inglaterra no pondr¨¢ en duda la continuidad de su sueldo.
?l mismo lo dijo el viernes, refiri¨¦ndose a la talla del rival: "Me gustan estos encuentros porque te dan m¨¢s de lo que te pueden quitar".
Para el seleccionador ingl¨¦s es al rev¨¦s. El partido contra Espa?a le puede quitar a Steve McClaren mucho m¨¢s de lo que le puede dar. No es cuesti¨®n de vida o muerte, pero casi. Si Inglaterra pierde el mi¨¦rcoles, y vuelve a perder el 24 de marzo contra Israel en su siguiente partido de clasificaci¨®n para la Eurocopa, competici¨®n en la que los ingleses han arrancado tan mal como lo espa?oles, a McClaren lo despiden. Eso es, claro, si la afici¨®n inglesa no le ha linchado antes.
Este es uno de los motivos por los que el encuentro del mi¨¦rcoles es m¨¢s importante para los ingleses. La raz¨®n de fondo, por supuesto, es que mientras que buena parte de la poblaci¨®n futbolera espa?ola pasa de la selecci¨®n, para los ingleses un partido del equipo nacional no deja nunca de ser una continuaci¨®n de las batallas libradas en la Guerra de Cien A?os contra Francia, en la Edad Media; las guerras contra Napole¨®n a comienzos del siglo XIX; las dos guerras contra los alemanes del siglo pasado; y la guerra por las Malvinas contra Argentina de 1982. La historia b¨¦lica est¨¢ siempre presente en las mentes de los ingleses. Por eso los partidos internacionales que m¨¢s emoci¨®n generan son los que enfrentan a su selecci¨®n contra las de Alemania y Argentina; por eso los titulares de los diarios en v¨ªsperas de estos partidos, como las pancartas de los aficionados en los estadios, suelen contener referencias al D¨ªa D, o al 2 a 0 de Inglaterra contra Alemania en las guerras del siglo XX, o a la recuperaci¨®n brit¨¢nica de las Falklands tras la fugaz ocupaci¨®n argentina.
Claro, tanto los alemanes como los argentinos han triunfado much¨ªsimo m¨¢s que los ingleses en los campos de f¨²tbol a lo largo de los ¨²ltimos cincuenta a?os. Por eso se insiste tanto en las antiguas glorias de los campos de guerra.
En cuanto a los espa?oles, ha habido un sinf¨ªn de escaramuzas con los ingleses, pero batallas, pocas. Salvo, por supuesto, el nunca olvidado episodio de la Armada Invencible. Podemos dar por seguro que entre hoy y el jueves, se har¨¢n por lo menos una docena de referencias a la Spanish Armada en las cr¨®nicas de los periodistas deportivos ingleses. Desesperante falta de imaginaci¨®n, s¨ª. Pero no les echen la culpa a ellos. Es lo que el p¨²blico exige. Es lo que vende peri¨®dicos.
Vender¨ªan m¨¢s si las selecciones inglesas ganasen de vez en cuando. Este partido contra Espa?a lleva una carga de presi¨®n adicional debido a los desastres que ha estado sufriendo Inglaterra en el cr¨ªquet en los ¨²ltimos meses. Lo ¨²ltimo fue una derrota contra Nueva Zelanda, que es al cr¨ªquet como... bueno, Ruman¨ªa al f¨²tbol. Tambi¨¦n han tenido un mal a?o en el rugby. Y en el tenis, el golf, el hockey, las carreras de coches: ni p¨ªo. S¨®lo les salvan los dardos, deporte -si esa es la palabra- en el que los requisitos indispensables son que los competidores sean obesos y consuman al menos ocho pintas de cerveza por noche.
Pero el f¨²tbol sigue siendo para los ingleses algo especial, sagrado, ¨ªntimamente ligado a la identidad nacional. Los fracasos de la selecci¨®n causan un da?o terrible, del que s¨®lo se recuperan entrando en el estado mental que los psic¨®logos llaman "la negaci¨®n". La mitopatolog¨ªa colectiva supera la realidad sustancial y siguen convenci¨¦ndose de que ellos a¨²n son los mejores, los guardianes de la pureza del f¨²tbol. Pero es precisamente por eso, porque atentan contra esta gratificante locura, que las derrotas de la selecci¨®n son tan dolorosas, hieren tanto. Por eso tambi¨¦n tiene raz¨®n Aragon¨¦s. Tanto para ¨¦l, como para los espa?oles en general, lo de la selecci¨®n no deja de ser un cachondeo.
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