Elogio de la chapuza
Pese a su etimolog¨ªa francesa, la palabra chapuza se ha labrado una excelente reputaci¨®n en Espa?a, hasta el punto de que podr¨ªamos decir que se ha nacionalizado y convertido en un emblema patrio. Chapuza viene del franc¨¦s antiguo y es palabra relacionada con el oficio de la carpinter¨ªa. La chapuza est¨¢ por todas partes, incluso en el diccionario etimol¨®gico en el que rastreo sus or¨ªgenes, un aut¨¦ntico diccionario chapuza que compr¨¦ en un puesto de la exiliada Cuesta de Moyano y en cuya portada figura el apellido del autor con una apabullante falta de ortograf¨ªa, Sandobal por Sandoval, ante tama?a aberraci¨®n suena a chacota la acotaci¨®n previa del editor: "Esta obra es una ayuda eficaz para el conocimiento del idioma". Con m¨¢s retranca resuenan a¨²n las frases de introducci¨®n del autor, Sergio Sandoval de la Maza, cuando afirma: "Dominar la ortograf¨ªa, la sintaxis y el estilo, ha dejado de ser en el mundo actual privilegio de unos pocos, para convertirse en necesidad de todos", necesidad que afecta de forma perentoria, a los editores y al autor que en su pr¨®logo escribe, o le escriben, per¨¦ntorea por perentoria y que con referencia a la palabra chapuza utiliza el verbo carpintear, audaz neologismo impropio de un diccionario etimol¨®gico porque no figura en ning¨²n otro.
Esta palabra se ha labrado una excelente reputaci¨®n en Espa?a
No s¨¦ c¨®mo ser¨ªan de chapuceros los antiguos carpinteros franceses, pero no se puede negar que vivimos en el reino de la chapuza y que las chapuzas espa?olas son las mejores del mundo, y lo digo con orgullo porque la chapuza ib¨¦rica es arte y oficio al que injustamente menosprecian los diccionarios, como trabajo mal hecho y sucio, aunque en el caso al que nos referimos quiz¨¢s cuadre mejor una de las acepciones que recoge do?a Mar¨ªa Moliner: "Trabajo de poca importancia realizado libremente por cualquier profesional". Las mejores chapuzas son las que se ejecutan libre y espont¨¢neamente para solucionar una emergencia inmediata, un grifo que gotea, una ca?er¨ªa obstruida, una puerta desencajada, problemas que se solucionan con lo primero que hay a mano y que permiten a sus ejecutantes pensar por su cuenta y usar el ingenio, probablemente anquilosado por la rutina diaria. Una buena chapuza, como dice el diccionario, la puede hacer cualquier profesional, sea de la especialidad que sea, siempre que su profesi¨®n no tenga mucho que ver con la aver¨ªa, si el que soluciona el problema del grifo goteante con un pedazo de chicle es fontanero, la chapuza entrar¨ªa en la primera categor¨ªa de trabajo mal hecho y sucio.
Si Espa?a es el reino de la chapuza, Madrid es su capital indiscutible, en ella la chapuza desborda el ¨¢mbito dom¨¦stico para recrearse, por ejemplo, en las obras p¨²blicas y privadas con vistas a la calle. En mis merodeos por la ciudad, estoy habituado a cruzar fr¨¢giles e improvisadas pasarelas realizadas con materiales de derribo que permiten vadear zanjas vertiginosas, pasarelas tan endebles como esos puentes de la selva que el Indiana de turno derriba de un certero golpe de machete para escapar de los abor¨ªgenes hostiles.
Todos los d¨ªas camino, forzado, sobre retumbantes planchas met¨¢licas recicladas que claman por su injusto destino, incluso he llegado a marchar sobre se?ales de tr¨¢fico derribadas, de pisada obligatoria, que tapaban peligrosos agujeros en la v¨ªa y a pasar bajo andamios de artesan¨ªa, atados con cuerdas y de apariencia precaria. Pero lo peor de estas chapuzas urbanas es que no son flor de un d¨ªa, soluci¨®n de emergencia, las chapuzas se instalan y permanecen in situ hasta la coronaci¨®n de la obra.
Las chapuzas en Espa?a se instalan en todos los campos y llevan siglos c¨®modamente aposentadas en el terreno pol¨ªtico, aunque a veces s¨®lo asomen en v¨ªsperas electorales. La gran chapuza del PP de Melilla con los impresos falsificados del voto por correo marca un hito, un hito que seg¨²n sus declaraciones le hubiera gustado marcar a Esperanza Aguirre, a ella ya se le hab¨ªa ocurrido la idea y no parece justo que la primac¨ªa chapuceril se la lleven en tan lejana periferia. La presidenta del Gobierno madrile?o y sus muchachos gobiernan todav¨ªa gracias a la sofisticada chapuza electoral que urdi¨® el gran mu?idor Romero de Tejada, utilizando como materiales de derribo a dos pol¨ªticos de ocasi¨®n, Tamayo y S¨¢ez, para construir una pasarela peligrosa hasta la cima.
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