Otro producto de consumo
Tel¨¦fonos m¨®viles, zapatillas de marca, drogas. Poco a poco, los estupefacientes, pese a su peligro, se han ido convirtiendo en un producto m¨¢s, y ganando mercado.
Hasta los 35, no hab¨ªa probado las drogas. Bueno, s¨ª, alg¨²n porrito de juventud, poca cosa m¨¢s. Pero por el despacho de su socio empezaron a desfilar amiguetes que ven¨ªan a cerrar alg¨²n negocio y, ya de paso, a echar la tarde poni¨¦ndose unas lonchas (rayas de coca¨ªna) sobre la mesa. A Pablo, economista, le empez¨® a divertir aquello. Salir a comer con los clientes, unas copitas, unas rayas... Poco a poco se vio qued¨¢ndose por las noches en la oficina con la excusa de resolver unos asuntos pendientes. "Esta noche llegar¨¦ tarde". En apenas un a?o, se dio cuenta de que se estaba gastando 180 euros al d¨ªa para tener los tres gramos que el cuerpo le ped¨ªa.
La asistenta de casa le pill¨®. Se lo dijo a su esposa. ?sta le dio varias oportunidades, pero la cosa no se enderezaba. Su pr¨®spera empresa de artes gr¨¢ficas empez¨® a tener p¨¦rdidas, le quitaron las tarjetas de cr¨¦dito, se tuvo que ir de su casa. A sus 41 a?os, de nuevo en el hogar de sus padres. M¨¢s desesperaci¨®n, m¨¢s coca. De pronto, desapareci¨® durante dos d¨ªas. Le llamaban: m¨®vil apagado. Pas¨® esas 48 horas encerrado en su coche, pensando en lo que hab¨ªa hecho con su vida, "soy el culpable de todos los males", Radio 5, boletines informativos como permanente banda sonora. O reaccionaba ya o todo se iba al traste. Lleg¨® incluso a plantearse el suicidio. "Pero mi hija de ocho a?os no merec¨ªa quedarse hu¨¦rfana; yo le estaba amargando la vida a toda mi familia", confiesa con ojos acuosos desde sus profundas ojeras. Volvi¨® a casa tras 48 horas, su mujer le abri¨® la puerta y le dio una ¨²ltima oportunidad. Desde hace un mes, se rehabilita en la sede de Proyecto Hombre en Sevilla. Entre sus compa?eros del grupo de terapia - "sin su ayuda, no podr¨ªa salir adelante"- hay un director comercial, un educador y un camarero. "El drogadicto de hoy en d¨ªa lleva corbata, malet¨ªn, tiene Visa oro y un coche de ¨²ltimo modelo", declara. "El drogadicto est¨¢ metido en todos los ¨®rdenes sociales".
"El drogadicto de hoy d¨ªa lleva corbata, malet¨ªn y tiene Visa Oro", dice Pablo, ex cocain¨®mano
A los 13 a?os, Roc¨ªo prob¨® los porros. A los 16, la coca. A los 17, las pastillas. M¨¢s tarde, el 'rebujao'
Las drogas se han convertido en un producto de consumo m¨¢s. Quiero unas zapatillas de marca, quiero un tel¨¦fono nuevo, quiero divertirme ya, ponme una raya. Han enganchado perfectamente en la maquinaria de la sociedad de consumo occidental. Disfrute inmediato, placer al instante, objetivo conseguido, r¨¢pido, ya. Eusebio Meg¨ªas, gran experto en drogas y director t¨¦cnico de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD): "El estilo de vida que se lleva y los valores de hoy en d¨ªa ayudan a consumir drogas y ese consumo ayuda a mantener esos valores. Drogas ha habido en todas las ¨¦pocas, s¨ª, pero nunca como ahora han sido un producto de consumo m¨¢s".
Hace dos semanas, un estudio de la ONU revelaba que Espa?a est¨¢ a la cabeza del mundo en consumo de coca¨ªna (proporcionalmente). Y Miranda de Ebro (Burgos) aparec¨ªa como la segunda ciudad del mundo en que m¨¢s se consume, despu¨¦s de Nueva York. Los expertos en drogas de este pa¨ªs coinciden en relativizar los resultados del estudio. Primero, arguyen que se basa en datos antiguos. Segundo, que los sistemas de medici¨®n en Espa?a son m¨¢s precisos que en otros pa¨ªses del mundo. Y tercero, como dice Domingo Comas, presidente de la Fundaci¨®n Atenea, que a Espa?a se la penaliza por haber tenido de siempre una postura aperturista, por no penalizar el consumo, por ser de los primeros pa¨ªses en abrir la puerta a las narcosalas. "Lo de Miranda de Ebro es una tonter¨ªa absoluta", enfatiza.
Espa?a lleva a?os en puestos de cabeza europeos en consumo de drogas. Hasta ah¨ª, ninguna novedad en el frente. Pues atenci¨®n, noticia: los consumos empiezan a bajar. Entre 2004 y 2006, el consumo anual de hach¨ªs ha ca¨ªdo en m¨¢s de seis puntos entre los adolescentes de 14 a 18 a?os y el de coca¨ªna ha bajado en m¨¢s de tres puntos. Son datos de la Encuesta Escolar sobre Drogas que se presentar¨¢n el pr¨®ximo oto?o y a los que ha tenido acceso EL PA?S.
"El pico de consumo estuvo en Espa?a en torno al a?o 2004", confirma Eusebio Meg¨ªas, psiquiatra que lleva 37 a?os en el tema de las drogas y 12 en la FAD. "Y hay que confirmar la tendencia que parece que se est¨¢ iniciando. Pero hab¨ªamos tocado techo, la carrera conllevaba un desprop¨®sito. Cuando vivo como un nuevo rico, tarde o temprano me acabo dando cuenta de que soy un hortera". Meg¨ªas explica que en parte, en este pa¨ªs, los altos consumos se han debido a una mentalidad de nuevo rico. Como pa¨ªs que ha pasado muy r¨¢pidamente del atraso a la modernidad, ha accedido a nuevos productos de consumo que antes estaban vetados y se ha entregado con entusiasmo al consumo de todos ellos. Tel¨¦fonos, coches, ropa, drogas.
"No hay rayas, no salgo". Roc¨ªo no tard¨® en llegar a este punto. Lo cuenta en una oficina del Proyecto Hombre en Sevilla, a sus 21 a?os, con sus dos piercings, uno dorado en la nariz y otro negro sobre el labio, con sus ojos verdes y con su mirada al fin limpia: esta semana le dan por fin el alta tras un a?o y ocho meses de tratamiento.
A los 13 a?os prob¨® los porros. Cada vez que se agobiaba, se fumaba uno. A los 16, la coca. A los 17, las pastillas. En una noche pod¨ªan caer cinco pastis, 15 ¨® 20 porros (compartidos con otras dos personas) y un par de rayas de speed (sulfato de anfetamina) para cuando empezaba a bajar el morao. De pronto, apareci¨® la trampa: una droga que le costaba la tercera parte que las pastillas y que la tranquilizaba mucho m¨¢s: el rebujao, mezcla de base de coca y hero¨ªna. Por seis euros, sensaci¨®n placentera, adormilamiento. Hija de un funcionario y una trabajadora, en una casa donde nunca le falt¨® de nada, al cabo de un a?o se encontr¨® rob¨¢ndole dinero a su madre, malvendiendo por 12 euros una cruz de Caravaca que le hab¨ªa regalado su abuela, atracando a autoestopistas. "Un d¨ªa me mir¨¦ al espejo y lo que estaba viendo no era yo", recuerda.
Roc¨ªo nunca fue una chica marginal. Se mov¨ªa con "gente de clases altas, con padres modelo, de esos que no se pueden ni imaginar lo que est¨¢n haciendo sus hijos". Ahora est¨¢ feliz de haber salido del t¨²nel. Trabaja como teleoperadora. Se ha comprado un coche Megane azul. Y esta semana, le han dado el alta.
Las grandes cifras de consumo en un pa¨ªs que es la puerta de entrada de tantas drogas no deben hacer perder la perspectiva. Se consumen drogas, s¨ª, pero "no todos los j¨®venes son unos drogotas", recuerda Carmen Moya, directora del Plan Nacional Sobre Drogas. Porque en este terreno existe confusi¨®n: todo el mundo sabe distinguir entre el consumidor de alcohol y el alcoh¨®lico. Pero mucha gente tiende a pensar que el consumidor espor¨¢dico de drogas es un drogadicto.
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