?Hala, Matute!
Ana Mar¨ªa Matute es t¨ªmida, perezosa, solitaria, introvertida y, sobre todo, tozuda. Es la mejor cuentacuentos que uno se puede imaginar: ella pone todas las voces y todos los gestos, se convierte en pura escenograf¨ªa y atrapa a peque?os y mayores. Era tartamuda de peque?a y eso contribuy¨®, cuenta ella, a hacerla una ni?a rara, que se aisl¨® en s¨ª misma y en la lectura. Las monjas y sus compa?eras se re¨ªan de ella. Hasta que un d¨ªa su profesora favorita, Mar¨ªa Jes¨²s Castilla -a¨²n conserva su fotograf¨ªa y la ense?a con orgullo- le hizo descubrir la literatura para adultos, a Garc¨ªa Lorca, a Alberti, a Leopoldo Alas, a Gabriela Mistral...
Y a¨²n hizo m¨¢s, un d¨ªa la oblig¨® a leer en voz alta en la clase ?Adi¨®s, cordera!, de Clar¨ªn, una historia tan triste que Ana Mar¨ªa le¨ªa y lloraba al mismo tiempo, y tartamudeaba. La profesora sali¨® a defenderla como una leona y all¨ª se acabaron los complejos.
Entre los 5 y los 14 a?os, Ana Mar¨ªa escribi¨® e ilustr¨® sus propios cuentos. Est¨¢n depositados en la Universidad de Boston y son una maravilla. Hace unos cinco a?os, Mart¨ªnez Roca tuvo la feliz idea de publicar una selecci¨®n, Cuentos de infancia. Son de una precocidad que impresiona y lo que m¨¢s fascina es que en ellos encontramos buena parte de los rasgos que marcan su literatura.
El bosque, por ejemplo, est¨¢ presente en buena parte de sus libros. Bosques acogedores, bosques misteriosos, bosques que atemorizan. La ra¨ªz de esta pasi¨®n, porque lo es, est¨¢, dice ella, en su infancia. "Los bosques son mi medio natural. Mi madre ten¨ªa una finca maravillosa en La Rioja. Yo me pasaba el d¨ªa perdida en los bosques".
En el discurso de ingreso en la Real Academia, Matute defini¨® su obra como "atravesar el espejo y entrar en un bosque". Y eso es lo que se siente al leer lo que ha llamado su trilog¨ªa medieval: La torre vig¨ªa (1971), Olvidado rey Gud¨² (1996) y Aranmanoth (2000). Se entra como un sue?o en un mundo diferente, no tanto fant¨¢stico, como han asegurado muchos cr¨ªticos, sino m¨¢gico. La torre vig¨ªa es la historia de un chico que busca a alguien con quien hablar. No hay magia a su alrededor, pero ¨¦l crea su propia magia. Veinticinco a?os despu¨¦s lleg¨® Olvidado rey Gud¨², que fue como una explosi¨®n, de una imaginaci¨®n desbordante, poblado de seres m¨¢gicos que viven historias m¨¢s m¨¢gicas a¨²n. Aranmanoth es un viaje inici¨¢tico. En los tres hay una sombra de tristeza: la Edad Media en estado puro, donde conviven lo m¨¢s grosero con lo m¨¢s refinado, lo m¨¢s brutal y lo m¨¢s espiritual.
Olvidado rey Gud¨² signific¨® el reencuentro de Ana Mar¨ªa con sus lectores tras un largo silencio. Matute sufri¨® una depresi¨®n cuando muri¨® el amor de su vida, pero ese libro lo llev¨® dentro desde siempre, es el que so?aba escribir desde que era ni?a. Lo mismo que Para¨ªso inhabitado, que aparecer¨¢, tal vez, la pr¨®xima primavera y que la escritora sue?a desde hace much¨ªsimo tiempo, que arranca en 1936, poco antes de la guerra. Ana Mar¨ªa ten¨ªa 11 a?os en julio de ese a?o. La posguerra fue espantosa, pero la guerra fue mucho peor. "Me qued¨® como un rencor. La vida no era como me la hab¨ªan contado". Y as¨ª fue como aquella ni?a de casa bien se hizo "roja total".
Roja y rebelde, siempre en contra de lo pol¨ªticamente correcto. Por eso, a ella, a quien tanto gustan los cuentos de los hermanos Grimm, de Andersen o de Perrault, le cae gorda la factor¨ªa Disney, que todo lo banaliza. "Yo cambi¨¦ el final de La bella durmiente". Lo explica siempre muerta de risa. "?Hala, Matute, sigue por ese camino!", se jalea a s¨ª misma. Y nosotros aplaudimos.
Babelia
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