Benedicto XVI vuelve al integrismo preconciliar en su segunda enc¨ªclica
Sostiene que la historia de la humanidad se torci¨® con la Revoluci¨®n Francesa
La historia de la humanidad se torci¨® desde la Revoluci¨®n Francesa. La raz¨®n humana es insuficiente. Sin Dios no existe justicia. Estos son tres de los ejes de Spe salvi (Salvados en la esperanza), la segunda enc¨ªclica del papa Benedicto XVI, firmada y publicada ayer en el Vaticano. Se trata de un texto de 77 p¨¢ginas destinado a crear pol¨¦mica, porque algunos de sus conceptos recuperan el integrismo preconciliar. El Papa recuerda a los cristianos que habr¨¢ juicio final y que existen el purgatorio y el infierno.
"Sin Dios, el mundo es oscuro y se enfrenta a un futuro tenebroso"
Consulta la enc¨ªclica Spe salvi |
Spe salvi contiene la esencia del pensamiento del te¨®logo Joseph Ratzinger: subraya que son convenientes las libertades pol¨ªticas y sociales, pero se opone a que la fe constituya una cuesti¨®n privada. Exige que el cristianismo vuelva a ser militante y se erija en centro de la sociedad. Desde Francis Bacon (1561-1626), el pensador ingl¨¦s que plante¨® la necesidad de separar el Estado de la Iglesia y defini¨® como "irracional" la fe, por proceder de una revelaci¨®n, el mundo se ha guiado, seg¨²n el Papa, por "esperanzas terrenas" como la ilustraci¨®n y el marxismo, que "han fracasado".
"Sin Dios, el mundo es oscuro y se enfrenta a un futuro tenebroso", "un mundo que administra la justicia por s¨ª solo es un mundo sin esperanza", se afirma en la enc¨ªclica.
El Papa critica el desplazamiento de la fe hacia el terreno de lo privado y lo ultraterrenal y, como en su discurso de Ratisbona (Alemania), uno de cuyos pasajes irrit¨® a los musulmanes, insiste una y otra vez en que raz¨®n y fe no son antit¨¦ticas, sino complementarias e imprescindibles la una para la otra.
La argumentaci¨®n papal establece que una sociedad estrictamente laica, y en especial si es atea, no es capaz de administrarse a s¨ª misma y conduce a un callej¨®n sin salida. Ese argumento forma parte del arsenal del integrismo decimon¨®nico, y puede suscitar pol¨¦micas. Benedicto XVI no propone una teocracia en las formas, pero s¨ª en la esencia.
Tambi¨¦n resulta curioso, y potencialmente pol¨¦mico, que pese a sus esfuerzos ecum¨¦nicos, no haga referencia a las posibilidades de salvaci¨®n de ortodoxos y protestantes, y que, tras plantear varias propuestas de di¨¢logo con los musulmanes (cuya fe, seg¨²n el catolicismo, no permite la salvaci¨®n), omita mencionar a una de las grandes religiones mundiales. Resulta hasta cierto punto inesperado el elogio a la capacidad de an¨¢lisis y al vigor intelectual de Karl Marx, "cuyo error fue el materialismo".
"El cristianismo no trajo consigo un mensaje pol¨ªtico-revolucionario como aquel con el que Espartaco, en lucha cruenta, hab¨ªa fracasado", dice el Papa, "sino algo totalmente distinto: el encuentro con el Se?or de todos los Se?ores".
Buena parte del texto se dedica a la escatolog¨ªa. El juicio final, explica, no ser¨¢ el asunto "amenazante y l¨²gubre" mostrado por el arte de la contrarreforma, pero tampoco habr¨¢ "un borrador" que suprima los pecados. "La cuesti¨®n de la justicia constituye el argumento esencial, o al menos el m¨¢s fuerte, en favor de la vida eterna", dice, porque "es imposible que la injusticia de la historia constituya la ¨²ltima palabra". "La gracia no excluye la justicia", sigue, "y al final, en el banquete eterno, los malvados no se sentar¨¢n tranquilamente al lado de las v¨ªctimas, como si nada hubiese ocurrido".
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