La divinizaci¨®n del todo
Acostumbrada a contar los a?os desde la fecha —incierta, desconocida— del nacimiento de su fundador Jes¨²s, la jerarqu¨ªa del catolicismo cree tambi¨¦n haber inventado la familia, el matrimonio, la filosof¨ªa, la ciencia, la vida misma. Ad¨¢n como el principio de todo, y para espantarle la soledad, el generoso a?adido de Eva a partir de su costilla. Ayer aludi¨® a esta historieta uno de los oradores, ante la inmensa multitud concentrada en la plaza de Col¨®n.
No hay m¨¢s familia que la cristiana, sostienen lo obispos. Si cae la familia formada entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio eclesi¨¢stico, "cae la suerte del hombre mismo", precis¨® el cardenal Rouco. Las nuevas legislaciones conducen a la decadencia, el apocalipsis, la destrucci¨®n de la Constituci¨®n e, incluso, a la disoluci¨®n de la democracia. Uso palabras exactas entre las muchas pronunciadas ayer. Tambi¨¦n se escuch¨® que el hombre es un ser conyugal, m¨¢s que un ser civil, poniendo por testigo, c¨®mo no, al mism¨ªsimo Arist¨®teles. Se dice esto, por cierto, en una organizaci¨®n que tiene prohibido a sus jefes el casarse y tener hijos, y a la mujer, desempe?ar cargos de relevancia.
No es la primera legislatura, desde la muerte del dictador Franco, que los obispos salen a la calle o alzan su voz contra el Gobierno. Pero nunca lo hab¨ªan hecho con tanto estruendo y frecuencia. La concentraci¨®n de ayer surge, adem¨¢s, sin motivo nuevo aparente. El Ejecutivo de Rodr¨ªguez Zapatero no ha tomado medida alguna —ni anunciado que vaya a hacerlo en el futuro, si gana las elecciones de mazo— que deba preocupar a los prelados. Al contrario, en los ¨²ltimos meses les mejor¨®, con sorprendente generosidad, el sistema de financiaci¨®n de la Iglesia cat¨®lica mediante los impuestos de todos los espa?oles, y ha cedido no poco en su idea inicial de impartir en las escuelas p¨²blicas y concertadas una llamada educaci¨®n para la ciudadan¨ªa coherente con la Constituci¨®n de 1978, es decir, aconfesional, laica, libre de ataduras religiosas de Estado.
?Qu¨¦ ha ocurrido, entonces, para que 42 obispos, los inevitables Kikos y todo el entramado del catolicismo europeo m¨¢s tradicional y movilizador se hayan echado a la calle este final de a?o? Las heridas del pasado, que tardan en cicatrizar. Los obispos se irritan por la legalizaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo; porque se agilizan —y abaratan, se supone— los tr¨¢mites del divorcio; porque se permite investigar con embriones con fines terap¨¦uticos, y, sobre todo, porque se diga que deber¨ªa reformarse la ley que despenaliza el aborto y generalizar los m¨¦todos anticonceptivos. Es decir, est¨¢n en contra de que se cumpla con lo que, parafraseando al expresidente Adolfo Su¨¢rez, debe hacerse desde un Gobierno leg¨ªtimo: elevar a la categor¨ªa de legal lo que ya es en la calle normal, incluso para millones de cat¨®licos.
Los obispos superar¨¢n el trauma de estos cambios. Siempre ocurri¨®. Pero necesitan a?os. Y no exigir¨¢n a un hipot¨¦tico Gobierno de la derecha que derogue la legislaci¨®n que tanto les disgusta ahora. No lo hicieron cuando gobern¨®, durante ocho a?os, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, cat¨®lico confeso.
Este comportamiento recuerda lo ocurrido cuando el Estado espa?ol decidi¨® legalizar el matrimonio civil. Entonces, 41 obispos espa?oles —ayer hubo 42 en Col¨®n— execraron del Gobierno con brutalidad. Dijeron: "El matrimonio civil no ser¨¢ jam¨¢s otra cosa que un inmoral concubinato o un escandaloso incesto". Fue en 1870. El Gobierno de la ¨¦poca s¨®lo quer¨ªa que los espa?oles no cat¨®licos tuvieran por fin derecho al modelo napole¨®nico de matrimonio civil obligatorio, manteniendo la indisolubilidad del eclesi¨¢stico. "La ley de la manceb¨ªa", argumentaron los prelados. Ayer se escucharon descalificaciones igual de gruesas, como que con la despenalizaci¨®n del aborto se otorgan "licencias para matar".
Apenas ha transcurrido siglo y medio y la Iglesia romana mantiene sus tesis: tampoco ahora el Estado puede legislar sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo, o sobre la educaci¨®n c¨ªvica de los ni?os. S¨®lo la Iglesia, s¨®lo Dios, seg¨²n el cardenal Rouco. Su idea es que el matrimonio tiene origen divino y es un contrato natural instituido con anterioridad a la sociedad civil. Por tanto, un asunto lejos del alcance del Estado. Y en el caso del matrimonio gay, que el Gobierno tampoco podr¨ªa legislar porque son "derechos inexistentes". Como si el matrimonio y la familia fuesen realidades fijas e inmutables.
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