Dos maestros
Una vez m¨¢s, Morente ha demostrado ser un maestro absoluto del cante, en la sesi¨®n inaugural del XVI Festival Flamenco Caja Madrid 2008. La noche del Teatro Alb¨¦niz se llen¨® con la magia de su voz, en un concierto en que quiso interpretar cante cl¨¢sico, con s¨®lo el acompa?amiento de guitarra de Pepe Habichuela y, en cuatro temas, los coros y palmas adem¨¢s.
Fue nuevamente un concierto ejemplar. Cante cl¨¢sico, n¨²meros ya conocidos en sus interpretaciones y en las de otros, aunque hablar de clasicismo en Morente es siempre algo arriesgado, porque sabemos que nunca su cante es igual al de otros cantaores. Su cante siempre suena distinto, diferente, como si a¨²n sobre el cante cl¨¢sico eligiera sus propias creaciones. El cante por siguiriyas, por ejemplo, en que hizo el Reniego, de Tom¨¢s Pav¨®n, un cante de una dificultad extrema, al que Morente da su propia entonaci¨®n con indudable propiedad. Ten¨ªa anoche la voz ins¨®litamente joven, lo que le permiti¨® hacer casi todo lo que quiso sin resentirse. Una voz que pasaba sin apenas transici¨®n del grito al casi susurro, de manera admirable. Una voz hecha a todos los registros.
La voz creadora
Cante: Enrique Morente. Toque: Pepe Habichuela. Coros y palmas: ?ngel Gabarre, Gabarre hijo y Enrique Morente hijo.
Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 29 de enero.
Sabidur¨ªa
La ca?a, alegr¨ªas, soleares, la Eleg¨ªa, de Miguel Hern¨¢ndez, fueron otras tantas de sus creaciones, a las que dio grandeza y jondura. Lo hizo todo con temple, despaciosamente, recre¨¢ndose en los cantes como si fuera la primera vez que los dec¨ªa. En ning¨²n momento daba la impresi¨®n de caer en la rutina de lo mucho hecho, en la monoton¨ªa de lo que se sabe de sobra. Al contrario, sent¨ªa cada cante en profundidad, lo sent¨ªa con sabidur¨ªa y flamencura al l¨ªmite de sus posibilidades. Al final, hizo dos temas, tangos y buler¨ªas, con los palmeros, en lo que el cante fue mucho m¨¢s ligero que en la primera parte, alivi¨¢ndose el cantaor leg¨ªtimamente. Tambi¨¦n hizo otros dos temas con los coros, en los que estuvo espl¨¦ndido.
El otro maestro fue, l¨®gicamente, el guitarrista Pepe Habichuela, con quien en la juventud de ambos grabara aquel disco memorable dedicado a Chac¨®n. Desde entonces, se juntan de vez en cuando, siempre para hacer un concierto importante. La guitarra de este Habichuela, esta noche, fue igualmente memorable, toc¨¢ndole al cantaor con exquisito gusto y su habitual maestr¨ªa, incluidos los silencios, que los hubo.
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