Mam¨¢, ?el pulgar crece?
Entre 1964 y 1973, EE UU lanz¨® dos millones de toneladas de bombas de racimo en Laos -m¨¢s que todas las bombas estadounidenses arrojadas durante la II Guerra Mundial-. Muchas de ellas no estallaron y desde entonces, se han cobrado m¨¢s de 12.000 v¨ªctimas. A este triste ranking de los pa¨ªses m¨¢s bombardeados, encabezado por Laos, se suma la Rep¨²blica del L¨ªbano. Seg¨²n Naciones Unidas, el Ej¨¦rcito israel¨ª lanz¨® en 2006 cuatro millones de bombas de racimo en territorio liban¨¦s. Un a?o despu¨¦s del alto el fuego, 200 civiles hab¨ªan sido v¨ªctimas accidentales de estos artefactos que, enterrados, esperan en silencio a sus v¨ªctimas durante a?os y a?os.
Kosovo, Irak, Vietnam, Camboya... tambi¨¦n forman parte de este grupo de pa¨ªses donde todav¨ªa hoy hay ni?os que pierden una mano o una pierna. Como le ocurri¨® a Zahra, un chaval de 12 a?os del sur del L¨ªbano: "No puedo jugar. No salgo. Antes lo pasaba bien con mis amigos. Pero ya no puedo jugar con ellos. Bromean sobre mis dedos y sobre mi pulgar. Dicen que no me volver¨¢ a crecer. S¨®lo pido que me vuelva a crecer el pulgar y que mi mano vuelva a estar bien. S¨®lo eso". No podemos devolverle a Zahra su pulgar, pero s¨ª intentar que recupere sus ganas de jugar, de salir de casa.
Con el tratado sobre bombas de racimo, hemos marcado un hito del derecho internacional
El primer paso ya lo hemos dado firmando el Tratado de Dubl¨ªn. En la capital irlandesa, m¨¢s de 100 pa¨ªses hemos marcado un hito en el Derecho Internacional prohibiendo la fabricaci¨®n, uso, posesi¨®n o venta de bombas de racimo, y comprometi¨¦ndonos a ayudar a personas que como Zahra han perdido parte de su cuerpo y toda su ilusi¨®n.
Cada Estado firmante deber¨¢ desarrollar un plan nacional para proporcionar asistencia m¨¦dica, rehabilitaci¨®n y apoyo psicol¨®gico a las v¨ªctimas, teniendo en cuenta las consideraciones de sexo y edad.
El compromiso de Dubl¨ªn no ha sido f¨¢cil para Espa?a. A pesar de algunas reticencias, finalmente, lo hemos logrado. El Gobierno espa?ol, junto a las ONG -cuyo papel ha sido decisivo- y miles de ciudadanos y ciudadanas organizados en Internet, hemos conseguido que prevalezcan los principios del Derecho Internacional Humanitario. No hay bombas buenas y bombas malas. Todas son armas dise?adas para matar y no distinguen entre civiles y soldados, entre hombres o ni?os.
Es una alegr¨ªa un poco amarga porque los grandes productores de las bombas de racimo no han participado en la negociaci¨®n: Estados Unidos, China, India, Israel, Rusia... Ocurri¨® algo similar con el Tratado contra las minas antipersona de 1998. Uno de sus grandes productores, Estados Unidos, tampoco lo firm¨®. Pero la semilla ya estaba sembrada y el rechazo que internacionalmente se gener¨® contra las minas antipersona provoc¨® que Estados Unidos se viera forzado a dejar de producirlas.
En el ¨²ltimo programa electoral, el Partido Socialista plasmaba su compromiso de "mantener una posici¨®n activa a favor de la aprobaci¨®n de un Tratado Internacional sobre el comercio de armas, as¨ª como de la restricci¨®n y, en su caso, la prohibici¨®n de las bombas de racimo". El viernes, cumplimos nuestro compromiso.
En Dubl¨ªn, Branislav Kapetanovic, un superviviente serbio de las bombas de racimo dijo: "perd¨ª mis brazos y piernas por culpa de una bomba de racimo pero este visionario tratado marcar¨¢ la diferencia para gente como yo. Las bombas de racimo tienen un legado mort¨ªfero pero el legado de Dubl¨ªn salvar¨¢ vidas. Estoy orgulloso de que los pa¨ªses hayan priorizado a las personas por encima de las armas".
En diciembre, al menos 30 Estados deber¨¢n ratificar el Tratado para que entre en vigor. Espa?a ser¨¢ uno de ellos.
Elena Valenciano es secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista Obrero Espa?ol y diputada.
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