Terremoto sentimental
Garc¨ªa M¨¢rquez se encuentra con su bi¨®grafo y buscan whisky para festejarlo
El viernes a las 21.12, hora local, se produjo en Guadalajara (M¨¦xico) un terremoto sentimental que llevaba fragu¨¢ndose 18 a?os menos 20 d¨ªas. El 21 de diciembre de 1990, un investigador atrevido, un ingl¨¦s con mostacho, irrumpi¨® sin avisar en la casa habanera del novelista m¨¢s c¨¦lebre de la lengua espa?ola y acaso del mundo y le dijo que quer¨ªa escribir su biograf¨ªa.
El escritor le dijo: "T¨² est¨¢s loco". Ahora, con la biograf¨ªa en la calle (se present¨® el ¨²ltimo martes, en Londres), Gerard Martin, que era aquel loco, se encontr¨® en Guadalajara, en la Casa Cort¨¢zar, con Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Fue un terremoto sentimental para el bi¨®grafo y una muesca m¨¢s en el car¨¢cter del autor de El oto?o del patriarca. "?C¨®mo est¨¢s?", le pregunt¨® Garc¨ªa M¨¢rquez a este ingl¨¦s de Londres a quien le temblaban las piernas.
Una relaci¨®n de 18 a?os que comenz¨® con un 'no' y acab¨® en una biograf¨ªa
Martin: "Dicen que Gabo lo controla todo, pero a m¨ª me dej¨® siempre libre"
"?C¨®mo est¨¢s?". No es cualquier pregunta. Cuando Martin llevaba cinco a?os tratando de responder a su curiosidad por el famoso habitante de Aracataca se le present¨® un c¨¢ncer linf¨¢tico; cuatro a?os despu¨¦s, el hombre que era sujeto de su investigaci¨®n conoci¨® los s¨ªntomas, y las consecuencias, del mismo mal. As¨ª que ahora, curados los dos, Garc¨ªa M¨¢rquez, adem¨¢s, optimista y co?¨®n, deseoso de quitarse del ajetreo de la feria para plantarse a bailar y beber en Tequila, no s¨®lo celebraba el encuentro sino que lo agradec¨ªa.
"Te agradezco", dijo a Martin, "que llegaras hasta aqu¨ª. Y no habr¨¢ whisky suficiente para celebrarlo". ?Gratitud? Martin no sabe si ¨¦se era el sentido del brindis, pero lo cierto es que es la consecuencia de una relaci¨®n rara, que comenz¨® siendo un no y termin¨® siendo una biograf¨ªa. El primer "no" se lo dijo Garc¨ªa M¨¢rquez cuando el investigador le confes¨® que no le gustaba El oto?o del patriarca. "Pues si no te gusta El oto?o del patriarca tampoco te voy a gustar yo. Porque ¨¦se es mi autorretrato". Glups. Ten¨ªa a Gabo a mano; un camarero cubano le hab¨ªa llevado hasta su casa, irrumpi¨® en ella y estuvo horas tomando tragos con el Nobel, y cuando llega el punto culminante El oto?o del patriarca lo fulmina.
"Pero a mi mujer le entusiasma", acert¨® a decir Martin. Debi¨® haber entre ellos una qu¨ªmica especial, acaso la que se not¨® en la atm¨®sfera de la Casa Cort¨¢zar cuando Garc¨ªa M¨¢rquez le prometi¨® inundar de whisky el encuentro. Y esa declaraci¨®n de amor familiar a El oto?o del patriarca abri¨® el camino; la enfermedad, y otras vicisitudes irrumpieron en el proyecto, pero siempre estuvo latente la pasi¨®n de Martin por concluir su aventura.
Hubo un momento culminante en ese viaje. Fue cuando la madre de Gabo cumpl¨ªa 86 a?os; Martin lleg¨® con Jaime Garc¨ªa M¨¢rquez, el hermano del Nobel, tom¨® tragos mientras quiso, habl¨® con la anciana y en un receso de la ingesta y de la conversaci¨®n se encontr¨® con Mercedes Barcha, la mujer del escritor. "T¨² debes ser piscis, como Gabo". Gabo es del 8 de marzo, Martin es del 22 de febrero. La predestinaci¨®n tiene que ver con Mercedes, tambi¨¦n. En 1990, antes del primer encuentro entre biografiado y bi¨®grafo, ¨¦ste se meti¨® en la pir¨¢mide de Gizeh con un libro extra?o, una gu¨ªa para vivir dentro de la tumba, y en ese libro se dec¨ªa que si alguien entraba en ese habit¨¢culo claustrof¨®bico a los 46 a?os, su vida iba a sufrir un cambio violento pero ben¨¦fico "durante 16 a?os". Eso pas¨®: la vida de Gerard Martin cambi¨® enseguida, y Garc¨ªa M¨¢rquez y ¨¦l iniciaron un extra?o viaje de coincidencias. Mercedes le dijo por qu¨¦: "Es que mi padre tambi¨¦n era medio egipcio".
Gabo abraz¨® a Martin, le hizo aquella pregunta sobre la salud que a ambos conmueve, y por los mismos motivos, y despu¨¦s de inundarle con la palabra whisky, pero todav¨ªa no con el trago, le dijo:
-Gracias por hacerme famoso. Porque lo que siempre he querido es ser famoso.
Rieron los dos. Para Gerard ese encuentro "ha sido el m¨¢s importante de mi vida, despu¨¦s de aqu¨¦l del 21 de diciembre de 1990". ?Y cuando lea la biograf¨ªa, cerrar¨¢ los ojos ante alg¨²n cap¨ªtulo? Martin sabe que a nadie le gusta su biograf¨ªa, todo el mundo querr¨ªa cambiarla. "Yo lo he hecho con honestidad, con buena fe, y Gabo lo sabe. ?l me ha dejado hacer. S¨¦ que existe la creencia, fundada, de que Gabo quiere controlarlo todo, obsesivamente. Pero a m¨ª me dej¨® siempre libre".
Y no quiere decir Gerard qu¨¦ le puede molestar al Nobel, si algo le va a molestar. "No es honesto predecir la reacci¨®n de una persona; su reacci¨®n es parte de su intimidad". Dicen que a Gabo le est¨¢n leyendo (del ingl¨¦s) algunos pasajes complicados, y que ¨¦l dice: "Bah, eso no es nada". El libro saldr¨¢ en castellano, parece, en septiembre del a?o que viene; mientras tanto, lo que queda en la atm¨®sfera es este encuentro algo cabal¨ªstico que hubo entre Gerard y Gabriel, que ahora ya pueden emborracharse tranquilamente sin correr el riesgo de que la confesi¨®n de la borrachera sea algo distinto a la juerga de dos amigos, el di¨¢logo complejo entre alguien que quiere saber y otro que quiere olvidar.
Por cierto, Gerard tiene ahora 64 a?os. Los que ten¨ªa Gabo cuando le dej¨® entrar por primera vez en su casa.
Babelia
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