No murieron por amor
A hora resulta que no murieron por amor, ni Silvia, ni Mariano Jos¨¦, ni Cessare. Ahora una gente muy lista ha descubierto por fin la verdadera causa de sus males. Plath era bipolar, a Larra le dol¨ªa Espa?a, a Pavesse dos neuronas le pusieron la zancadilla en Taormina. Al final uno no es due?o ni de las razones de su muerte. La tristeza es confusi¨®n, el mal de amores se puede reproducir qu¨ªmicamente en un laboratorio de Wisconsin, el universo da vueltas en B¨¦lgica, debajo de la hierba.
Las pistolas no las cargaba el diablo, que no existe; a los hombres no les pueden las causas m¨¢s nobles, sino una peque?a disfunci¨®n en el c¨®rtex. Al tobillo de Aquiles no le pasaba nada, Sans¨®n no perdi¨® el pelo sino la autoestima. Salom¨¦ no ten¨ªa nada mejor que poner en su bandeja. No¨¦ odiaba a sus v¨¢stagos mucho antes de que empezaran a re¨ªrse de ¨¦l. La enfermedad de la mujer de Lot no era la melancol¨ªa.
Los forenses son de verdad una gente prodigiosa porque, ante los pedazos de un dolor, se inventan un mero accidente. Por el mismo estrech¨ªsimo camino, los cronistas deportivos convierten una proeza en la justificaci¨®n de un m¨¦todo. Dios salve a Maradona que sigue estando loco sin que nadie sepa exactamente por qu¨¦.
Tambi¨¦n puede ser que seamos precisamente lo que no aparece en las radiograf¨ªas. Eso que dec¨ªa Foster que se perd¨ªa en la traducci¨®n. O las manos tan peque?as de E. E. Cummings, que, gracias a su tama?o diminuto, desafiaban a todas las lluvias.
Cuando Lawrence de Arabia se convierte en geopol¨ªtica, puede que de pronto el desierto ya no valga para nada.
Si me preguntan a m¨ª, La javanesa de Gainsbourg es la mejor canci¨®n de la historia sin que nadie tenga ning¨²n derecho a discutirlo, y por si fuera poco, en la habitaci¨®n de al lado suena siempre Glenn Miller.
Los m¨¦dicos de la muerte lo curan todo demasiado tarde, pero hay ej¨¦rcitos que caminan por encima de los m¨¦dicos de la muerte. El comandante Cohen sigue avanzando. Lo m¨¢s hermoso de Dios es su misterio, pero eso ya lo sabe todo el mundo. Hablar de Dios es tambi¨¦n una manera de ser presumido. Las margaritas siempre dicen no, digan lo que digan las margaritas.
Si morir no fuese tan f¨¢cil, vivir no tendr¨ªa ninguna gracia. A veces, y a pesar de todo, nos regalan las joyas que no merecemos. El milagro de la vida debe ser ¨¦ste. Los diamantes, por otro lado, no son el mejor amigo de una buena chica, y al menos mi coraz¨®n dont belong to Daddy.
Tint?n era homosexual y fascista; Hadock, y eso se ve¨ªa venir, ten¨ªa un problema con la bebida. Mil¨² se calla lo que sabe. Los superh¨¦roes de la Marvel no son bobos en esquijama, sino la met¨¢fora multicolor de algo muy, muy, muy complejo, por m¨¢s que a los que hemos le¨ªdo dos libros nos resulte muy, muy, muy aburrido.
Lo m¨¢s asombroso de envejecer es que te cuenten tu propia vida dos veces. Todo el mundo opina. Se repiten las jugadas a c¨¢mara lenta como si la acci¨®n pudiese ser considerada. La acci¨®n ya no importa. Importa m¨¢s esta manera de sentarnos alrededor de la cama de la princesa, como los siete mil enanitos.
Lo cierto es que la vida cuanto m¨¢s la cuentan los que no han vivido, m¨¢s asco da. Pero de alguna manera nos empe?amos en seguir viviendo. Tal vez porque a¨²n recordamos el segundo en el que nada estaba a¨²n escrito.
La m¨¢s grande de las pasiones es la compasi¨®n, la ¨²nica virtud es la paciencia. Todas las frases hermosas esconden pensamientos menores.
Kissinger es un asesino y ya est¨¢ claro que hemos votado casi siempre al hombre equivocado. La historia, por otro lado, no es mejor que nosotros.
Y hasta es posible que a pesar de todo, y digan lo que digan los neur¨®logos y los santos, casi todos los que han muerto murieran por amor.
Y sin poder evitarlo.
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