El Ej¨¦rcito toma el control de Tegucigalpa
El Poder Judicial respalda la acci¨®n de la c¨²pula militar contra el jefe del Estado - Los diputados destituyen a Zelaya, que es relevado por el presidente del Congreso
El presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, crey¨® que los militares golpistas se conmueven con declaraciones de solidaridad internacional. Y la noche del s¨¢bado, por primera vez en varios d¨ªas, abandon¨® la sede de la Presidencia y se fue a su casa a dormir. Se despert¨® con un fusil apunt¨¢ndole. Y as¨ª, en pijama, un comando militar lo sac¨® de la cama, lo condujo a una base a¨¦rea y lo traslad¨® en un avi¨®n militar a San Jos¨¦ de Costa Rica. All¨ª, junto al presidente costarricense, ?scar Arias, Zelaya clam¨®: "He sido sacado de mi casa de forma brutal, secuestrado por soldados encapuchados que me apuntaban con rifles. Pero hasta las pr¨®ximas elecciones de 2010 sigo siendo el presidente de Honduras. S¨®lo me puede quitar el pueblo, nunca un grupo de gorilas". Horas despu¨¦s, el Congreso design¨® como jefe del Estado al presidente de la C¨¢mara, Roberto Micheletti.
Zelaya se durmi¨® profundamente y se despert¨® con un fusil en la cara
Se qued¨® solo: la estratagema del general V¨¢squez surti¨® efecto
Tegucigalpa amaneci¨® ayer bajo el control de los militares. Cuando los ciudadanos se despertaron, creyendo que iban a poder refrendar o no en las urnas el proyecto de Zelaya de reformar la Constituci¨®n, ya los tanques se hab¨ªan hecho con la situaci¨®n. La Casa Presidencial hab¨ªa sido tomada por cientos de soldados y, aunque de forma discreta, todos los puntos estrat¨¦gicos de la ciudad ya estaban bajo control militar. Las emisoras de radio y de televisi¨®n dejaron de funcionar, la electricidad fue cortada y los autobuses no salieron de sus cocheras.
Poco a poco, los partidarios del presidente se fueron acercando a la sede del Gobierno. Hubo gritos y escarceos, neum¨¢ticos quemados y mucha tensi¨®n, pero ya no hab¨ªa nada que hacer. Los militares hab¨ªan llegado para quedarse. Uno de los manifestantes, bajo la atenta mirada de los soldados, pint¨® en la fachada con letras rojas: "?sta es la casa del pueblo. No queremos a militares golpistas. Traidores".
Desde Costa Rica, todav¨ªa en pijama, Zelaya declar¨®: "Fui enga?ado. Los militares me enga?aron". Y ten¨ªa raz¨®n. Porque, desde el punto de vista militar, la operaci¨®n para capturar y sacar del pa¨ªs al presidente fue perfecta, minuciosamente preparada. Todo empez¨® el mi¨¦rcoles. Ese d¨ªa, Zelaya anunci¨® por radio y televisi¨®n la destituci¨®n del jefe de las Fuerzas Armadas, el general Romeo V¨¢squez, quien se hab¨ªa negado a colaborar en la preparaci¨®n de una consulta electoral —prevista para ayer domingo— y cuyo objetivo ¨²ltimo, seg¨²n la oposici¨®n, era el de allanar el camino para la perpetuaci¨®n de Zelaya en el poder. Pero el general V¨¢squez no acept¨® su destituci¨®n y, el jueves, demostr¨® su fuerza y su malestar sacando a sus soldados a la calle. La excusa del militar fue que la obligaci¨®n del Ej¨¦rcito, m¨¢s que obedecer al presidente, es hacer cumplir la ley, y que exist¨ªa una ley —aprobada en su d¨ªa por el Parlamento— que declaraba ilegal el refer¨¦ndum propuesto por Zelaya. Aquel jueves fue muy tenso en Honduras. El presidente encabez¨® una marcha a la base militar donde estaban almacenadas las urnas, entr¨® acompa?ado de una turba y se las llev¨® sin que los soldados hicieran nada por impedirlo.
Incluso se habl¨® de intentona de golpe de Estado, pero conforme fueron pasando las horas la situaci¨®n se fue calmando.
La noche del viernes, muy tarde ya, el presidente Zelaya recibi¨® a este peri¨®dico en su despacho. Se le notaba cansado, pero casi feliz. La reacci¨®n de la diplomacia mundial a la intentona golpista fue un¨¢nime en su apoyo. No s¨®lo hab¨ªa obtenido el firme respaldo de los presidentes amigos —Hugo Ch¨¢vez, Daniel Ortega, Ra¨²l Castro...—, sino que la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) y muchos Gobiernos europeos —entre ellos el de Espa?a, que a trav¨¦s del ministro Miguel ?ngel Moratinos telefone¨® a Zelaya para expresarle su solidaridad— se pusieron de su lado. En aquella entrevista, el presidente hondure?o reconoci¨® dos aspectos clave de su situaci¨®n. El primero —evidente— era que las instituciones de su pa¨ªs lo hab¨ªan dejado solo. Ni la Corte Suprema, ni el Tribunal Supremo Electoral ni su propio partido confiaban ya en ¨¦l y, adem¨¢s, estaban intentando contra reloj, y de todas las maneras posibles, evitar la celebraci¨®n del refer¨¦ndum. Entre esas "maneras posibles" estaba la promulgaci¨®n de una ley que convert¨ªa la consulta en ilegal, pero tambi¨¦n la posibilidad de declarar chiflado a Zelaya e inhabilitarlo para seguir sentado en el sill¨®n presidencial. El segundo aspecto clave, que era el que hac¨ªa feliz a Zelaya, era la convicci¨®n de que EE UU se hab¨ªa puesto de su parte. Sus palabras fueron ¨¦stas: "Aqu¨ª estaba todo listo para dar un golpe de Estado y si la Embajada de EE UU lo hubiera aprobado, habr¨ªan dado el golpe. Pero la Embajada de EE UU no aprob¨® el golpe. Y f¨ªjese lo que le voy a decir: si ahora mismo estoy aqu¨ª sentado, en la Casa Presidencial, hablando con usted, es gracias a Estados Unidos".
Y ah¨ª estuvo el error de Zelaya. Se crey¨® que los militares hondure?os iban a amilanarse por cuatro declaraciones protocolarias de solidaridad. El presidente se creci¨® y pidi¨® a los militares que se retiraran a los cuarteles. Y fue entonces cuando el general Romeo V¨¢squez, como viejo zorro, empez¨® a ganar la partida. Orden¨® que las tropas se retiraran, y de hecho el s¨¢bado no se lograba ver un uniforme caqui ni intent¨¢ndolo con ah¨ªnco. El presidente se crey¨® la estratagema y hasta despidi¨® a los cientos de partidarios que, desde la larga noche del jueves al viernes, hab¨ªan permanecido junto a ¨¦l en la Casa Presidencial, haciendo de escudos humanos para evitar que los militares entraran a las bravas y se llevaran al presidente. El s¨¢bado por la noche se pudo ver a Zelaya en una televisi¨®n, organizando en directo los ¨²ltimos detalles del refer¨¦ndum, incluso dando p¨²blicamente el n¨²mero de su tel¨¦fono celular para que lo llamase quien lo necesitara. Luego se fue a su casa. Se durmi¨® profundamente y se despert¨® con un fusil en la cara.
Su sorpresa no fue mayor que la de sus simpatizantes. Tambi¨¦n ellos cre¨ªan que la de ayer iba a ser una jornada de fiesta, y tal vez por eso tardaron tanto en reaccionar. Hasta muchas horas despu¨¦s no se congregaron a las puertas de la Casa Presidencial, ya tomada por un fuerte dispositivo militar. All¨ª gritaron, rompieron las ventanas de las garitas y quemaron neum¨¢ticos que provocaron una fuerte columna de humo negro. Tambi¨¦n all¨ª se enteraron de las ¨²ltimas noticias que se abr¨ªan paso entre los rumores. Que tambi¨¦n la canciller Patricia Rodas hab¨ªa sido secuestrada, que la familia del presidente estaban oculta en alg¨²n lugar de la monta?a, que varios embajadores de los pa¨ªses amigos de Zelaya estaban siendo expulsados.
Y que el Poder Judicial hondure?o hab¨ªa respaldado la acci¨®n de los militares de "detener y deportar" al presidente. Y que el Congreso, reunido de urgencia, separ¨® a Zelaya del poder por "polarizar a la sociedad" y eligi¨® por unanimidad al presidente de la C¨¢mara, Roberto Micheletti, como nuevo presidente de Honduras hasta las pr¨®ximas elecciones de noviembre. Al prestar juramento, Micheletti asegur¨® que no asum¨ªa el cargo "bajo la ignominia de un golpe de Estado".
Hubo entonces una palabra que sobresali¨® repetida entre los gritos de los manifestantes: "?Traidores!". Y, como impelidos por la rabia, se lanzaron a la tarea de quemar m¨¢s neum¨¢ticos. Pero s¨®lo unos minutos despu¨¦s, la gran tormenta de todas las tardes se present¨® puntual a su cita. La lluvia apag¨® el fuego y los manifestantes se fueron retirando bajo la mirada aliviada de los soldados.
Cr¨®nica de un levantamiento
- Elecciones disputadas. Manuel Zelaya (Catacamas, 1952), del Partido Liberal, gana unas muy disputadas elecciones presidenciales en noviembre de 2005, con una mayor¨ªa de apenas 75.000 votos. Toma posesi¨®n de su cargo a comienzos de 2006 para un mandato que deber¨ªa terminar en 2010.
- Refer¨¦ndum para legitimar la reelecci¨®n. El presidente Manuel Zelaya impulsa este a?o la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum el domingo 28 de junio, con el que pretende reformar la Constituci¨®n de forma que pueda presentarse a una nueva legislatura.
- El martes 23 de junio de 2009 el Parlamento de Honduras aprueba una ley que rechaza la celebraci¨®n del refer¨¦ndum. El Tribunal Supremo Electoral y el Ej¨¦rcito tambi¨¦n tachan el refer¨¦ndum de ilegal.
- El mi¨¦rcoles, el presidente destituye al general Romeo V¨¢squez y acepta la renuncia de su ministro de Defensa.
La Corte Suprema de Justicia restituye en su cargo al general V¨¢squez al tiempo que portavoces del presidente anuncian el inminente nombramiento de otro general.
- El jueves, confusi¨®n en las calles. Los militares toman Tegucigalpa. Pero el presidente se pertrecha en su palacio presidencial.
- El viernes, el general V¨¢squez acuartela al Ej¨¦rcito.
- El s¨¢bado declara el presidente a EL PA?S: "Creo que tengo el control de una buena parte del pa¨ªs. (...) Controlo el Ej¨¦rcito... mientras no d¨¦ ¨®rdenes que afecten a los ricos".
- El domingo, el Ej¨¦rcito detiene al presidente entre las cinco y las seis de la ma?ana, hora local (mediod¨ªa en Espa?a), y lo deporta a Costa Rica.
- El refer¨¦ndum sobre la reforma constitucional no llega a celebrarse.
- Desde Costa Rica, el mandatario llama a la "desobediencia civil pac¨ªfica" y asegura que sus guardaespaldas pelean durante 30 minutos contra los militares hasta que lo detienen.
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