Obama regatea el 'efecto Berlusconi'
El presidente de EE UU elogia la amistad sincera de Italia y subraya el liderazgo
El presidente estadounidense, Barack Obama, dio ayer un curso de finezza y habilidad diplom¨¢tica y logr¨® salir indemne de la trampa Berlusconi. La lecci¨®n fue tan sutil como firme, evit¨® toda referencia directa al primer ministro acosado por los esc¨¢ndalos de prostituci¨®n, y acab¨® con una ovaci¨®n de las fuerzas de seguridad y de salvamento entre las ruinas del terremoto de LAquila.
La imagen central del d¨ªa fue la visita de Obama y Berlusconi al centro hist¨®rico devastado por el se¨ªsmo del 6 de abril. Sin chaqueta y con las mangas remangadas, Obama esquiv¨® varias veces la compa?¨ªa de un Berlusconi charlat¨¢n, y se detuvo a departir con el alcalde, los concejales, bomberos, carabineros... Il Cavaliere buscaba la foto del gran rescate, pero Obama prefiri¨® hablar directamente con los italianos. Cuando se iba, la televisi¨®n enfoc¨® el edificio derruido del palacio de Gobierno.
El mensaje m¨¢s elocuente de Obama lleg¨® antes del inicio del G-8, durante la visita con su mujer, Michelle, al jefe del Estado italiano, Giorgio Napolitano, y a su esposa, Clio, una figura importante en el difunto PCI (Partido Comunista Italiano) y padre constituyente. El encuentro se prolong¨® cerca de una hora, frente a los 25 minutos previstos, y Obama dedic¨® encendidos elogios al presidente de la Rep¨²blica. Napolitano tiene una reputaci¨®n maravillosa, dijo, y merece la admiraci¨®n de todo el pueblo italiano no s¨®lo por su carrera pol¨ªtica, sino tambi¨¦n por su integridad y gentileza: es un verdadero l¨ªder moral y representa de la mejor manera a vuestro pa¨ªs. Una forma indirecta y exquisita de marcar las diferencias democr¨¢ticas y morales.
A la misma hora, como si estuvieran coordinados, el Papa rezaba por los l¨ªderes mundiales y recordaba desde el Vaticano una de las claves de su enc¨ªclica Caritas in Veritate, publicada el d¨ªa anterior: Hacen falta hombres rectos tanto en la pol¨ªtica como en la econom¨ªa, que est¨¦n sinceramente atentos al bien com¨²n.
Obama lleg¨® a Roma bajo el eco de un duro editorial de The New York Times que criticaba la negligencia del Gobierno italiano en la elaboraci¨®n de la agenda de la cumbre, y se?alaba que Berlusconi ha dedicado la mayor parte de sus energ¨ªas pol¨ªticas en las ¨²ltimas semanas a rechazar las acusaciones de los peri¨®dicos de que favorece a mujeres j¨®venes y frecuenta a menores.
De manera significativa, el presidente estadounidense utiliz¨® palabras convencionales para defender la tarea de la presidencia de la cumbre. Afirm¨® que el Gobierno italiano hab¨ªa ejercido un fuerte liderazgo en la gestaci¨®n del G-8, y record¨® que es un Ejecutivo amigo de Estados Unidos y que ambas naciones trabajan codo a codo sobre muchos temas importantes.
La diferencia de trato y tono se reflej¨® en los peque?os detalles. Por ejemplo, en la redacci¨®n del manual editado por la Casa Blanca para el G-8. El libreto dedica siete l¨ªneas a Berlusconi y tres p¨¢ginas a Napolitano. El a?o pasado, cuando se celebr¨® el G-8 en Jap¨®n, Washington cometi¨® una memorable metedura de pata al publicar un curr¨ªculo lleno de datos negativos sobre Berlusconi.
Las inevitables referencias a los esc¨¢ndalos fueron exclusiva de los manifestantes antiglobalizaci¨®n. Cuatro ciudadanos franceses y uno griego fueron detenidos en la plaza de Espa?a de Roma mientras desplegaban una pancarta que dec¨ªa: Mantengamos el clima fr¨ªo, as¨ª Berlusconi puede seguir vestido.
Obama fue tambi¨¦n protagonista de las quejas de las v¨ªctimas del terremoto. Un grupo de j¨®venes del Comit¨¦ 3y32 (la hora del terremoto del 6 de abril), que representa a cerca de 30.000 personas que siguen realojadas en tiendas de campa?a, coloc¨® un gran cartel en una colina cercana a la ciudad en la que, al estilo Hollywood, se lee la frase Yes we camp, trasunto del Yes we can que se traduce como S¨ª, estamos acampados. Obama capt¨® el mensaje y durante el paseo prometi¨® a los habitantes del se¨ªsmo que su pa¨ªs les ayudar¨¢.
Berlusconi, siempre genial en la improvisaci¨®n y para superar los momentos dif¨ªciles, termin¨® la jornada sac¨¢ndose un as de la manga. En una rueda de prensa no programada en la que no dio tiempo a las preguntas tras pedir que se hicieran, lanz¨® la noticia de que el G-8 se volver¨¢ a reunir, probablemente en LAquila, antes de que acabe el a?o. La cumbre, dijo, servir¨¢ para analizar los sistemas m¨¢s avanzados tecnol¨®gicamente para afrontar las calamidades naturales.
El primer ministro, que ha convertido la reconstrucci¨®n de LAquila en el asunto central de su autopromoci¨®n pol¨ªtica, retras¨® desde septiembre a noviembre la fecha de entrega de las nuevas casas. En uno de los campamentos que pueblan la ciudad, Giancarlo Giglioli, un jubilado de 62 a?os, se mostraba resignado: Yo no protesto ni conf¨ªo, s¨®lo sobrevivo y espero. Si Berlusconi cumple todas las promesas que ha hecho, se convierte en rey, si no lo hace, acaba su carrera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.