Una pronta recuperaci¨®n: ?ficci¨®n o realidad?
Hay un cuento de un muchacho que sol¨ªa gritar "que viene el lobo" cuando en realidad no hab¨ªa un lobo. Al final, el chico grit¨® "que viene el lobo" cuando de hecho hab¨ªa un lobo feroz, pero nadie le hizo caso.
Desde que empez¨® la crisis mundial en 2007, los expertos de Wall Street y el Gobierno han estado proclamando con alegre optimismo que se producir¨¢ una recuperaci¨®n mundial significativa en la segunda mitad de 2009 o en el primer trimestre de 2010. Por consiguiente, como en ¨¦pocas anteriores, nos dicen que s¨®lo debemos temer al miedo.
Pues bien, ya hemos entrado en la segunda mitad de 2009. S¨ª, y el desempleo sigue aumentando, al igual que las quiebras y las ejecuciones hipotecarias. A pesar de las admirables operaciones de rescate del equipo de Obama, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, se mantiene el c¨ªrculo vicioso de consumidores e inversores demasiado asustados para gastar. El desempleo seguir¨¢ empeorando y la baja tasa de crecimiento del PIB persistir¨¢.
Olvidemos esas afirmaciones de que pronto se producir¨¢ una recuperaci¨®n significativa
S¨®lo Obama tiene carisma y popularidad para insistir en un significativo gasto deficitario nuevo
Es racional que un banco rescatado tenga miedo de conceder pr¨¦stamos arriesgados. (En tiempos de recesi¨®n grave, casi todas las operaciones les parecen arriesgadas a los banqueros racionales). ?Por qu¨¦ no pueden los bancos centrales ortodoxos impedir que se aceleren las recesiones? Pronto los activos oficiales a plazo m¨¢s corto experimentan rendimientos cercanos a cero, y con esos tipos todo el mundo se paraliza y se convierte en un acaparador.
Los macroeconomistas que estudiaron en las d¨¦cadas de 1970 y 1980 en las elitistas Harvard, Chicago, Princeton, Stanford y MIT tardaron en comprender lo obvio. ?Viejos exc¨¦ntricos de 94 a?os pod¨ªan ense?arles m¨¢s acerca de la "econom¨ªa del desequilibrio"!
Cuando unos cuantos advertimos, ya en la primavera de 2007, que una recuperaci¨®n significativa podr¨ªa retrasarse a?os, ¨¦ramos s¨®lo una minor¨ªa de lun¨¢ticos.
S¨ª, Jap¨®n pod¨ªa experimentar una d¨¦cada perdida, pero los ingenieros financieros acad¨¦micos supuestamente hab¨ªan creado para Occidente nuevas herramientas de medici¨®n del riesgo que permit¨ªan ampliarlo y controlarlo. Los listos no tendr¨ªamos d¨¦cadas perdidas.
Hermosa f¨¢bula. S¨ª, esas herramientas de ingenier¨ªa financiera, inventada por gente de instituciones como el MIT, Chicago y la Wharton School, podr¨ªan haber tenido una funci¨®n ¨²til. Pero si sustituimos la ficci¨®n por hechos, jam¨¢s conocer¨¢n a un consejero delegado que entendiera de verdad estas endemoniadas herramientas nuevas.
En lugar de controlar el riesgo, las nuevas herramientas -permutas financieras, opciones de compra y de venta, paquetes titulizados de pr¨¦stamos hipotecarios- en la forma de inversi¨®n financiera no reglamentada que se dio durante el mandato de Bush eliminaron de hecho toda transparencia y fomentaron un peligroso hiperendeudamiento. Resultado: un sistema financiero ultrafr¨¢gil, tendente a los desplomes y a las crisis mundiales que hemos visto en 2007-2009.
El ingenioso secretario del Tesoro de Obama, Timothy Geithner, anuncia que las ayudas p¨²blicas ya est¨¢n funcionando y que podemos prever una recuperaci¨®n inminente, aunque necesitamos un poco de paciencia. Se equivoca. El rescate del necesario gasto sostenido en la econom¨ªa real apenas ha comenzado. Sin eso, como descubri¨® el New Deal en la d¨¦cada de 1930, la recuperaci¨®n es imposible.
S¨ª, de no haber sido por las masivas ayudas de Geithner y Bernanke, a estas alturas podr¨ªan correr r¨ªos de sangre por las calles estadounidenses. ?Pero ha hablado alg¨²n miembro del maravilloso equipo econ¨®mico de Obama d¨ªa y noche sobre la necesidad de enviar dinero a la econom¨ªa real para fomentar el gasto y el regasto sostenido? No.
Parad¨®jicamente, China, un pa¨ªs desp¨®tico con un solo partido, nos ganar¨¢ a todos a la hora de lograr una recuperaci¨®n macroecon¨®mica significativa porque no para de acumular nuevo gasto deficitario.
Cuando empec¨¦ de adolescente los estudios de posgrado en la Chicago Midway, en 1932, era la peor ¨¦poca de la depresi¨®n posterior a 1929. El presidente republicano Herbert Hoover y su multimillonario secretario del Tesoro, Andrew Mellon, con su agarrotado inactivismo, perdieron casi dos a?os tras el desplome de Wall Street en 1929, un retraso lo suficientemente grande como para provocar quiebras bancarias autogeneradas y un dr¨¢stico aumento del desempleo.
Los actuales especialistas en macroeconom¨ªa estaban poco preparados para evitar las cat¨¢strofes posteriores a 2006. Mientras parloteaban sobre transparencia y control de la inflaci¨®n, no ve¨ªan que Roma empezaba a arder. Sus libros de texto, ya fuesen de introducci¨®n o de macroeconom¨ªa avanzada, no hablaban de "trampas de liquidez" ni de "paradojas del ahorro", por las cuales el intento de los ciudadanos y de las empresas de ahorrar m¨¢s s¨®lo sirve para matar el gasto en la econom¨ªa real, en lugar de aumentarlo.
Lo que m¨¢s cuenta es proporcionar fondos sostenidos a quienes est¨¦n dispuestos a gastarlos. Ahora, en el segundo semestre de 2009, es demasiado tarde para empezar a gastar en proyectos de infraestructuras de ejecuci¨®n inmediata. Estados y municipios necesitan ayuda para cubrir sus necesidades presupuestarias y tardan tiempo en alcanzar un acuerdo legislativo sobre la manera de afrontar el d¨¦ficit y de gastar los fondos de est¨ªmulo del Gobierno central. Los Estados con problemas gastar¨¢n todo lo que se les d¨¦.
Por tanto, olvidemos esas prometedoras afirmaciones de que de aqu¨ª a pocos meses se producir¨¢ una recuperaci¨®n significativa.
El difunto Charles Kindleberger, experto en man¨ªas y crisis financieras, reiteraba la insistencia del victoriano Walter Bagehot en que todo sistema capitalista necesita un "prestamista de ¨²ltimo recurso". Si viviera hoy, el profesor Kindleberger insistir¨ªa en que tambi¨¦n necesita un "gastador de ¨²ltimo recurso": el Gobierno.
Los congresistas republicanos no entienden estos principios b¨¢sicos, como tampoco los entienden unos cuantos dem¨®cratas del Congreso. Los retrasos son crucialmente mortales ahora que la recesi¨®n empieza a autorreproducirse al estilo gallina-huevo-gallina.
S¨®lo Obama tiene carisma y popularidad para insistir en el significativo gasto deficitario nuevo y sostenido que se necesita. S¨ª, gasto deficitario.
Hizo falta la astucia y la elocuencia de Franklin Roosevelt para mover las cosas y mantener la recuperaci¨®n del New Deal. El aborrecible dictador Adolf Hitler, empe?ado en llevar a cabo una futura guerra de venganza, us¨® de manera similar el gasto deficitario para recuperar el pleno empleo en Alemania en 1939. Esperemos que las democracias del siglo XXI alcancen pronto los acuerdos necesarios para restaurar la cordura econ¨®mica.
Paul A. Samuelson es profesor em¨¦rito de Econom¨ªa en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y premio Nobel de Econom¨ªa en 1970. ? 2009 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services. Traducci¨®n de News Clips.
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