La capital tr¨¢gica de Europa
Berl¨ªn es la capital tr¨¢gica del siglo XX. Ese muro que cay¨® la noche del 9 de noviembre de 1989 pone punto final a un periodo catastr¨®fico en el que la capital prusiana y alemana fue menos la protagonista que la v¨ªctima. Esa ciudad que creci¨® en una llanura fluvial y lacustre ha sido la capital m¨¢s cambiante de la historia contempor¨¢nea europea. Corte del reino prusiano primero y de la Alemania unida en el primer imperio despu¨¦s, capital democr¨¢tica de la Rep¨²blica de Weimar ya bien entrado el siglo XX,?se convirti¨® con Hitler en urbe imperial y militarizada desde donde se controlaba un imperio totalitario en constante expansi¨®n y despu¨¦s en ciudad dividida, s¨ªmbolo y v¨ªctima de la guerra fr¨ªa hasta 1989, a?o de su aut¨¦ntica liberaci¨®n.
5.000 personas intentaron saltar aquel muro de 45 kil¨®metros. Entre uno y dos centenares perdieron la vida
Los doce a?os de nazismo fueron un martirio para la ciudad y sus habitantes. Era la capital del III Reich, pero Hitler no ten¨ªa m¨¢s que desprecio y rencor contra el s¨ªmbolo del cosmopolitismo y de la vida urbana moderna y democr¨¢tica. Hab¨ªa sido una de las grandes capitales del movimiento obrero europeo a principios de siglo, hasta culminar en la ef¨ªmera revoluci¨®n espartaquista de 1919 en la que por unos breves d¨ªas los consejos de trabajadores y soldados tomaron el poder.?Pocas ciudades en el mundo tuvieron en los a?os veinte la vitalidad y el dinamismo cultural, cient¨ªfico e industrial de Berl¨ªn. Tambi¨¦n fue, con la depresi¨®n econ¨®mica, capital de la miseria y del paro, y caldo de cultivo del populismo extremista rampante, que llevar¨ªa a sangrientos enfrentamientos entre izquierdistas y nazis. De haber podido elegir, Hitler habr¨ªa preferido M¨²nich como capital. Y aunque Berl¨ªn fue metr¨®poli nazi, lo fue a contrapelo: tambi¨¦n fue ah¨ª donde m¨¢s cuaj¨® la resistencia, donde conspiraron los conjurados con Claus von Stauffenberg, el militar arist¨®crata que intent¨® asesinar al F¨¹hrer, y donde fueron sumariamente ejecutados.
El nombre de Berl¨ªn se asocia al de la ¨¦poca nazi en m¨²ltiples declinaciones de la infamia: empezando por el del Eje, con el que se denomina la alianza entre la Italia mussoliniana, el Jap¨®n imperial y la Alemania hitleriana. Desde los ministerios hitlerianos de Mitte, el centro berlin¨¦s, se tomaron las decisiones que encendieron el polvor¨ªn europeo y condujeron al mundo entero a la mayor confrontaci¨®n b¨¦lica de la historia y a una colosal org¨ªa de sangre y de muerte. Desde Berl¨ªn tambi¨¦n, en una villa en las orillas de la laguna de Wansee, se tomaron las disposiciones genocidas para exterminar a los jud¨ªos de Europa. En los salones de la canciller¨ªa hitleriana surgieron los sue?os arquitect¨®nicos demenciales destinados a cambiar la ciudad hasta convertirla en Germania, la capital de un imperio que deb¨ªa durar mil a?os.
Afortunadamente, de aquel proyecto urban¨ªstico s¨®lo quedaron los esbozos. No alcanz¨® su vida ni los trece a?os, la edad de un adolescente, y en lugar de las obras de la megal¨®polis hitleriana, el F¨¹hrer leg¨® a los berlineses un cr¨¢ter poblado de cad¨¢veres y de ruinas, abierto como una herida horrible junto a la Puerta de Brandeburgo y los restos del Reichstag, el Parlamento alem¨¢n, incendiado justo a su llegada al poder. La batalla de Berl¨ªn, que termin¨® con Hitler, con el r¨¦gimen y con la guerra en territorio europeo, dej¨® el centro de la ciudad en ruinas, la vaci¨® de su poblaci¨®n y caus¨® varios centenares de miles de muertos civiles y militares y medio mill¨®n de prisioneros alemanes. Fue una de las m¨¢s fieras de la entera guerra mundial y termin¨® con el Ej¨¦rcito Rojo acampado en sus parques y la entera ciudad y sobre todo sus mujeres a merced de los soldados sovi¨¦ticos. En el cr¨¢ter de la batalla de Berl¨ªn anid¨® y permaneci¨® durante cuarenta a?os m¨¢s el huevo de la serpiente de otra guerra que amenaz¨® con el espanto de la destrucci¨®n nuclear a la humanidad entera, la guerra fr¨ªa.
Tambi¨¦n fue en el Berl¨ªn dividido en cuatro zonas, una por cada potencia aliada, donde se libr¨® la primera batalla de la sorda confrontaci¨®n que mantuvieron Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y la ¨²ltima, pues en Berl¨ªn se derrumb¨® el comunismo, 41 a?os m¨¢s tarde, a la vez que ca¨ªa el muro que divid¨ªa la ciudad desde 1962. A partir de junio de 1948, durante 10 meses y 23 d¨ªas, dos millones y medio de berlineses quedaron atrapados en el cerco decretado por las autoridades sovi¨¦ticas, que cerraron todos los accesos terrestres e impidieron los desplazamientos de las tropas de ocupaci¨®n aliadas. La jugada fue la respuesta a la introducci¨®n del Deutsche Mark, la nueva moneda destinada a convertirse en el motor federador de la Alemania Occidental y en expresi¨®n de la fortaleza de su econom¨ªa. El Kremlin quer¨ªa obstaculizar la formaci¨®n del nuevo Estado alem¨¢n en el Oeste y que el control de la vieja capital alemana cayera entero en sus manos. No consigui¨® ni lo uno ni lo otro. El bloqueo aceler¨® la formaci¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania, y el puente a¨¦reo organizado por Estados Unidos, que mantuvo a la ciudad abastecida y comunicada durante diez meses, impidi¨® que Berl¨ªn cayera como una fruta madura en manos de Stalin.
El puente sobre Berl¨ªn fue la mayor operaci¨®n militar realizada por los aliados una vez terminada la guerra. Participaron 132 aviones norteamericanos y brit¨¢nicos, que realizaban cada uno dos vuelos de ida y dos de vuelta por los tres corredores a¨¦reos establecidos en los acuerdos de ocupaci¨®n. La opini¨®n p¨²blica norteamericana sigui¨® la espectacular operaci¨®n log¨ªstica como s¨®lo se siguen las conflagraciones b¨¦licas, en un clima de unidad nacional y de fiebre antisovi¨¦tica. Estados Unidos confirm¨® as¨ª su compromiso con Europa, despu¨¦s del impacto producido por la instalaci¨®n de un r¨¦gimen comunista en Praga unos meses antes, en febrero de 1948.
Berl¨ªn, v¨ªctima directa del reparto del mundo en zonas de influencia entre Mosc¨² y Washington,? protagoniz¨® un segundo episodio tr¨¢gico el 17 de junio de 1953, cuando los obreros de la construcci¨®n que levantaban el bloque 40 de la avenida de Stalin se declararon en huelga y se lanzaron a la calle en manifestaci¨®n. La protesta se dirig¨ªa contra un paquete de medidas econ¨®micas que inclu¨ªa un aumento de los precios, de los impuestos y de la jornada laboral, sin incremento salarial alguno.
la acci¨®n de los alba?iles berlineses fue como una cerilla que encendi¨® la joven Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, en el primer levantamiento de masas contra un r¨¦gimen comunista de la historia, que termin¨® con la intervenci¨®n armada de 16 divisiones acorazadas y de 20.000 hombres del Ej¨¦rcito Rojo, y una represi¨®n implacable que incluy¨® un centenar de ejecuciones, millares de detenciones y largas penas de c¨¢rcel para un buen n¨²mero de ciudadanos. Fue un antecedente del levantamiento de Hungr¨ªa en 1956, de la Primavera de Praga en 1968, de la fundaci¨®n de Solidaridad en Gdansk en 1980 y de la propia ca¨ªda del muro en 1989. Bertolt Brecht escribi¨® con tal motivo su poema La soluci¨®n, que termina con los c¨¦lebres e ir¨®nicos versos en que sugiere que "el Gobierno disuelva al pueblo y elija a otro".
Despu¨¦s del levantamiento obrero y popular de 1953 ya vino la construcci¨®n del muro, el episodio infamante con el que el r¨¦gimen t¨ªtere de Mosc¨² encerr¨® a su poblaci¨®n en un recinto de seguridad, lleno de alarmas y de guardias, para impedir que siguiera la huida masiva hacia el Oeste. La operaci¨®n, realizada en muy pocas horas en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, convirti¨® Berl¨ªn Occidental en una isla dentro de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, y en una c¨¢rcel el entero pa¨ªs bajo dominaci¨®n comunista. Hasta esta fecha, m¨¢s de tres millones y medio de personas hab¨ªan huido del bloque sovi¨¦tico a trav¨¦s de la frontera interalemana, la mayor parte andando o utilizando el transporte p¨²blico berlin¨¦s. Cinco mil m¨¢s intentaron saltar hasta 1989 aquel muro de 45 kil¨®metros que iba creciendo en dificultad y en vigilancia, y entre un centenar y dos perdieron la vida en el intento.
Fue otra noche, la del 9 al 10 de noviembre de 1989, cuando culmin¨® y termin¨® la sincronizaci¨®n tr¨¢gica entre la historia de Berl¨ªn y la del mundo. En unas pocas horas nocturnas termin¨® la guerra fr¨ªa con la apertura de los puestos fronterizos al tr¨¢fico libre de los ciudadanos del Este hacia el Oeste. Se inici¨® tambi¨¦n el camino veloz hacia la unificaci¨®n alemana, que s¨®lo tard¨® once meses en llegar, el 3 de octubre de 1990, y el de la recuperaci¨®n de la capitalidad de la Rep¨²blica unificada, que se produjo en 1999 con el traslado del Gobierno y el Parlamento a la vieja ciudad prusiana. Pero ¨¦sta ya es otra historia, lejos de la tragedia y de la muerte, aunque nunca del olvido. La capital de la Rep¨²blica Federal recuerda en multitud de monumentos y edificios su biograf¨ªa convulsa, pero lo m¨¢s destacado es que la herida que cruz¨® su rostro durante 28 a?os y el cr¨¢ter que qued¨® abierto desde 1945 han sido las zonas donde se ha producido el mayor crecimiento y el mayor cambio en las dos d¨¦cadas transcurridas desde la clausura de su historia tr¨¢gica.
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