Objeto de culto juvenil
Ahora s¨ª, la congoja es total. Jos¨¦ Emilio Pacheco no va a reponerse. Primero lo abrum¨® el Reina Sof¨ªa 2010, ahora el Cervantes, anunciado en la Feria del Libro de Guadalajara mientras mil j¨®venes leen Las batallas en el desierto. Ahora s¨ª Morir¨¢s lejos no ser¨¢ profec¨ªa. Ahora s¨ª se cumple El principio del placer, ahora s¨ª La edad de las tinieblas se hace luz, ahora s¨ª podemos aproximarnos al Cantar de los cantares.
Los j¨®venes se arrodillan ante Jos¨¦ Emilio Pacheco. Alta traici¨®n es objeto de culto y lo saben de memoria. El poeta Jos¨¦ Emilio pide perd¨®n, se echa para atr¨¢s, dice que no, que por favor, que no es para tanto y repite lo que dijo frente a la reina Sof¨ªa el 17 de noviembre en el Palacio Real de Madrid: "La literatura s¨®lo puede funcionar en t¨¦rminos de suficiencia individual, sensibilizar contra la violencia, la crueldad y darte una conciencia muy grande de la presencia del otro". Los j¨®venes lo abrazan, ha dado mil entrevistas por semana, se ha parado frente a cincuenta mil micr¨®fonos, ha dedicado m¨¢s de mil veces el grueso volumen de su poes¨ªa Tarde o temprano, la adoraci¨®n lo est¨¢ matando, no puede m¨¢s. Confuso ante tanta veneraci¨®n, Jos¨¦ Emilio responde que "algo se est¨¢ quebrando en todas partes. Se agrieta nuestra edad". Les advierte que no van a durar y que "sobre su rostro / crecer¨¢ otra cara".
Es raro sentir gratitud por un escritor vivo, pero ¨¦l re¨²ne todas las devociones. Jos¨¦ Emilio toca fibras en las que nos reconocemos, en las que t¨² y ¨¦l y yo, ustedes y nosotros nos identificamos. Los j¨®venes lo quieren porque ha tenido la generosidad de decir que "todo lo escribimos entre todos", as¨ª como su admirado Alfonso Reyes lo antecedi¨® diciendo que "todo lo sabemos entre todos", porque su lenguaje es desnudo y nos desnuda, porque leerlo les ofrece la posibilidad de no hacer concesiones, de no incurrir en lo f¨¢cil, de no caer en la rutina.
Los j¨®venes lo quieren porque los invita, se pone en su lugar, generaciones vienen y generaciones van y Jos¨¦ Emilio, que fue un ni?o pregunt¨®n y molesto (seg¨²n ¨¦l), sigue interrog¨¢ndose, interrog¨¢ndolos, interrog¨¢ndonos, y sintetiza las principales noticias del mundo para crear nuevas formas de comunicaci¨®n. Para ¨¦l la primera, la esencial, es la lectura silenciosa. "Me gusta que la poes¨ªa sea la voz interior, la voz que nadie oye, la voz de la persona que la lee. As¨ª el yo se vuelve t¨², el t¨² se transforma en yo y del acto de leer nace el nosotros que s¨®lo existe en ese momento ¨ªntimo y pleno de la lectura".
As¨ª como Borges confes¨® no tener casi ninguna experiencia fuera de la lectura de libros, Pacheco nos lega la experiencia adquirida desde que decidi¨® entregarse a la palabra sin tener idea de cu¨¢l ser¨ªa su repercusi¨®n porque en los cincuenta nadie viv¨ªa de la escritura. Lo aman los j¨®venes porque adem¨¢s de gran poeta es el h¨¦roe moral que pide Saramago. Ya a los 26 a?os se preguntaba: "?Qui¨¦n a mi lado llama, qui¨¦n susurra / o gime en la pared? / Si pudiera saberlo, si pudiera / alguien saber que el otro lleva a solas / todo el dolor del mundo, todo el miedo".
Siempre espero ansiosa el regreso de Jos¨¦ Emilio. Me hace falta. En torno a ¨¦l, el aire se vuelve c¨¢lido, familiar, verdadero. No hace frases solemnes, no excluye a los otros, los estudiantes lo rodean, las muchachas se enamoriscan de ¨¦l, no fabrica una capilla, no trata de apantallar con su presencia, sus comentarios son caseros: "Cre¨ª que iba a perder el tren", "no encontr¨¦ taxi", "no s¨¦ qu¨¦ decir en el discurso", se entreteje su erudici¨®n admirable. En medio del relato de sus pifias y desventuras, que Jos¨¦ Emilio acent¨²a para rescatar a los dem¨¢s y hacerlos juez y parte, surgen sus prodigiosos conocimientos, su informaci¨®n insuperable y Jos¨¦ Emilio agridulce acaba ri¨¦ndose de s¨ª mismo, nos vuelve c¨®mplices de su infortunio, cualquier que ¨¦ste sea. Despu¨¦s de conocerlo desde hace casi cincuenta a?os, he comprobado que su humildad y su modestia son verdaderas y que (como ¨¦l dice) "nada es de nadie porque todo es de todos. Un poema pertenece a quien tenga la voluntad de hacerlo suyo".
Elena Poniatowska es escritora mexicana.
Babelia
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