Una reforma en medio del t¨²nel
Las trabajos para fijar las nuevas reglas financieras avanzan muy lentamente
Jos¨¦ Vi?als, director de asuntos monetarios y mercados del FMI, sosten¨ªa la semana pasada en Washington que el tren de la reforma financiera avanza toda velocidad. "Lo que pasa es que como el tren est¨¢ en a¨²n esta dentro del t¨²nel, no se ve a la velocidad a la que viaja. Pero cuando salga del t¨²nel, se ver¨¢". El repaso de las medidas puestas en marcha por el G-20 muestra que efectivamente, el tren se mueve. Pero los calendarios fijados para que las reformas sean efectivas indican que o bien el t¨²nel es muy largo o bien la velocidad es m¨¢s propia de un mercanc¨ªas que de un AVE.
La cumbre de Londres del G-20 del 2 de abril de 2009 proclam¨® que "los grandes fallos en el sector financiero y en la regulaci¨®n y la supervisi¨®n financieras fueron causas fundamentales de la crisis". "La confianza no se recuperar¨¢ hasta que no reconstruyamos la confianza en nuestro sistema financiero", a?ad¨ªa la declaraci¨®n final de una reuni¨®n que fue el gran estreno internacional del presidente de EE UU, Barack Obama, entonces en pleno apogeo.
Tras el impulso de la cumbre de Londres, el proceso se ha frenado
Hay una enorme batalla por inclinar las normas de un lado u otro
En el futuro habr¨¢ exigencias m¨¢s duras de capital a la banca
Las normas sobre retribuciones tratan de desincentivar el riesgo excesivo
En Londres, cuando se viv¨ªa a¨²n lo m¨¢s agudo de la crisis, se fij¨® una agenda de reformas ambiciosa, pero pronto el G-20 choc¨® con la realidad. En la cumbre de Pittsburgh de septiembre pasado, los dirigentes del grupo de pa¨ªses avanzados y emergentes deb¨ªan empezar a pasar a limpio los grandes principios esbozados en Londres, pero en lugar de eso, el G-20 ech¨® un borr¨®n. La dimensi¨®n del encargo era tal que los organismos financieros internacionales que elaboran las normas y recomendaciones pidieron m¨¢s tiempo. As¨ª, bajo la apariencia de "un calendario m¨¢s detallado", lo que ocurri¨® realmente es que se dilataron los plazos previstos en Londres para la reforma financiera. La cosa va lenta. Y, sin embargo, se mueve.
CAPITAL y LIQUIDEZ
Una de las reformas m¨¢s importantes (y que va m¨¢s despacio) es la que tiene que ver con los requisitos de capital y liquidez de la banca. El comit¨¦ de Basilea tiene previsto presentar un borrador de su conjunto de propuestas en julio que, tras el paso por diferentes organismos, se convertir¨ªa en definitivo a finales de este a?o, con la venia de la cumbre del G-20 de noviembre. Los elementos clave de las nuevas propuestas son medidas para elevar la calidad y transparencia de la base de capital, nuevos requisitos de liquidez, la posible introducci¨®n de una nueva ratio de apalancamiento que contribuya a evitar riesgos excesivos y, la gran aportaci¨®n espa?ola, las reservas antic¨ªclicas, con las que los bancos deber¨ªan constituir fondos de capital en tiempos de bonanza que puedan ser usados en periodos de crisis.
La reforma no es neutral. Hay una enorme batalla por inclinar la normativa de un lado u otro por las grandes implicaciones que puede tener para las entidades y para las econom¨ªas, pues algunas normas puedan contribuir a cerrar el grifo del cr¨¦dito.
El diablo est¨¢ en los detalles, y ah¨ª est¨¢n las discusiones. Con respecto al capital, la primera pelea es por establecer cu¨¢l es la definici¨®n de core capital (o capital de m¨¢xima calidad) y si se aplica de modo homog¨¦neo en todos los pa¨ªses. La segunda es si se fija un l¨ªmite m¨ªnimo o se deja que sean los mercados los que juzguen. La tercera es sobre cu¨¢ndo entrar¨¢n en vigor las nuevas reglas. En Pittsburgh se acord¨® que las nuevas exigencias se aplicar¨¢n a medida que las condiciones financieras mejoren y la recuperaci¨®n econ¨®mica est¨¦ asegurada, se?alando hacia finales de 2012, lo que en el sector se interpreta como que los ratios no ser¨¢n exigibles hasta las cuentas de 2013. Pero aunque se retrase la entrada en vigor, los mercados ya van a empezar a juzgar con los nuevos par¨¢metros. Lo que est¨¢ claro es que las viejas formas de medir el capital est¨¢n en desuso y que las nuevas van a suponer mayores exigencias, lo que puede poner en dificultad a numerosas entidades.
En cuanto a la liquidez, algunas propuestas penalizan a la banca comercial en detrimento de la de inversi¨®n, lo que parece un contrasentido. Por eso, tambi¨¦n en esta materia hay una batalla soterrada de los grupos de presi¨®n tratando de arrimar el ascua a su sardina.
RETRIBUCIONES
Los grandes principios sobre la reforma de las retribuciones ya est¨¢n sentados por el Consejo de Estabilidad Financiera (CEF), pero su aplicaci¨®n es otra cosa. Los mayores avances se realizan por el lado del gobierno corporativo, con obligaciones de supervisi¨®n interna y transparencia sobre las retribuciones, pero va m¨¢s despacio la implementaci¨®n de la idea de que las pol¨ªticas de retribuci¨®n no incentiven el riesgo excesivo. En algunos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, la aproximaci¨®n es no s¨®lo aumentar la transparencia mediante nuevas exigencias normativas, sino tambi¨¦n reforzar los poderes del supervisor (el Banco de Espa?a) para controlar si las pol¨ªticas retributivas incentivan el riesgo o si son acordes con una fuerte base de capital del banco. Cuando se endurezcan las exigencias de capital, los supervisores tendr¨¢n mayor margen de maniobra. Para los bancos con elevada solvencia, no habr¨¢ l¨ªmites a la cuant¨ªa de los bonos multimillonarios, pero lo que s¨ª se exige a los pa¨ªses miembros del CEF es que antes de final de a?o incorporen sus recomendaciones. Habr¨¢ un examen en el segundo trimestre de 2011. Las recomendaciones del CEF son, en algunos casos, bastante concretas. As¨ª, se establece que una parte sustancial de la paga variable (entre el 40% y el 60%, seg¨²n los casos) sea diferida al menos tres a?os y que, en caso de que los resultados que dieron lugar a su generaci¨®n empeoren de un modo significativo, se pueda suprimir su pago, algo as¨ª como reclamar la devoluci¨®n del bonus. Adem¨¢s, una parte sustancial de la paga variable, al menos el 50%, debe pagarse en acciones u otros instrumentos ligados a la cotizaci¨®n. Tambi¨¦n se proscriben los bonus garantizados. El objetivo de todo ello es desincentivar la asunci¨®n de riesgos excesivos a corto plazo que no tengan en cuenta las implicaciones que para la entidad puedan tener a medio y largo plazo. De todas formas, es una de las reformas que avanza m¨¢s r¨¢pido, en parte porque es una de las que m¨¢s r¨¦ditos puede aportar a la opini¨®n p¨²blica. Algunas entidades, como es el caso del Banco Santander en Espa?a, han decidido adelantarse y adoptar de inmediato las nuevas pol¨ªticas de retribuci¨®n.
DERIVADOS
Los l¨ªderes del G-20 acordaron en Pittsburgh que todos los contratos de derivados estandarizados over the counter (esto es, negociados ahora fuera de mercados organizados) deben ser negociados a trav¨¦s de plataformas electr¨®nicas o mercados de valores y liquidados a trav¨¦s de c¨¢maras centrales de compensaci¨®n para finales de 2012. Se trata, con ello, de que haya mayor transparencia y garant¨ªas. Un grupo de trabajo est¨¢ preparando una serie de recomendaciones concretas que presentar al CEF en octubre de este a?o. Aunque hay algunas iniciativas nacionales ya en marcha, por ahora los derivados over the counter siguen campando a sus anchas. Entre estos tipos de contratos est¨¢n los famosos credit default swaps (CDS) o seguros contra impago de deuda, un mercado altamente especulativo. Tras la quiebra de Lehman, los CDS llevaron al borde del abismo a AIG y ahora han tenido un papel destacado en la crisis de la deuda soberana. Aunque se trata de mercados menos l¨ªquidos y transparentes que los de bonos, los CDS sirven para apostar por el impago o la quiebra de un pa¨ªs. Han recibido enormes cr¨ªticas porque se puede comprar el seguro (el CDS) sin tener nada que asegurar (el bono), lo que puede crear incentivos perversos: es como permitir contratar un seguro de incendios sobre la casa del vecino, han argumentado algunos. Adem¨¢s, las garant¨ªas exigidas son claramente insuficientes y como ocurri¨® con Lehman y AIG, no est¨¢ nada claro que si al final se produce el impago eso no tenga consecuencias en cadena, por no estar la cobertura de los riesgos suficientemente garantizada. Los precios de los CDS, adem¨¢s, parecen con frecuencia contradecir la l¨®gica. El mercado de CDS asigna mucha m¨¢s probabilidad de impago a un pa¨ªs como Espa?a (cuya solvencia est¨¢ entre la AAA y la AA) que a otros con una calificaci¨®n muy inferior como Colombia, Per¨² o Indonesia (¨¦sta ¨²ltima con rating de bono basura).
DEMASIADO GRANDE PARA CAER
Si alguien ten¨ªa alguna duda de que hay entidades que eran demasiado grandes para dejarlas caer (too big to fail), la quiebra de Lehman se encarg¨® de despejarlas. El riesgo moral de que si un banco va bien, el beneficio se lo lleven los accionistas y, si va mal, el rescate lo paga el Estado, ha llevado a elaborar pol¨ªticas para lidiar con las entidades sist¨¦micamente importantes. Hay tres objetivos: reducir la probabilidad y el coste de la ca¨ªda de una entidad, mejorar la capacidad de afrontar la crisis de un banco sist¨¦mico y amortiguar el contagio y las interconexiones con el conjunto del sistema.
La mejora de la supervisi¨®n de las entidades sist¨¦micas es la v¨ªa para prevenir su ca¨ªda. Para reducir el coste, se estudia fijar un requerimiento extra de capital para las entidades sist¨¦micas. Adem¨¢s, de modo general se plantea una tasa a la banca que contribuya a cubrir el coste del rescate y hay medidas anunciadas en este sentido. De nuevo, aqu¨ª hay una batalla entre quienes defienden que hay que penalizar el tama?o y quienes creen que lo que hay que hacer es desincentivar el riesgo. Tanto en lo que se refiere a las exigencias de capital como al modo de calcular el impuesto a los grandes bancos.
En cuanto a la gesti¨®n de crisis y el riesgo de contagio, hay trabajos para mejorar la coordinaci¨®n internacional, para establecer cortafuegos. En ¨²ltimo t¨¦rmino, una de las opciones m¨¢s llamativas es el llamado testamento bancario, en el que una entidad establece la f¨®rmula legal y societaria para liquidar sus activos de una forma ordenada, de modo que pueda disolverse sin crear un colapso del resto del sistema financiero. Con ese libro de instrucciones, los bancos dejar¨ªan de ser demasiado grandes para caer.
AGENCIAS DE CALIFICACI?N
Las agencias de calificaci¨®n crediticia est¨¢n entre las grandes culpables de la crisis financiera. Asignaron calificaci¨®n AAA, la m¨¢xima posible, a t¨ªtulos financieros que empaquetaban hipotecas basura o a bonos de la quebrada Lehman Brothers. Ya se hab¨ªan equivocado antes muchas veces, en la crisis asi¨¢tica de los noventa, en Enron, en Parmalat... Esta vez, ayudaron a la banca a vender humo. Con ello, facilitaron la diseminaci¨®n por todo el sistema financiero de activos t¨®xicos que han puesto a la banca, primero, y a la econom¨ªa, despu¨¦s, contra las cuerdas.
Las sesiones ante el comit¨¦ del Senado de EE UU han dejado al descubierto las verg¨¹enzas de estas agencias, en las que se dio prioridad a lograr negocio frente a la calidad del examen de riesgos. No se atajaron los conflictos de intereses y eso corrompi¨® su trabajo.
Lo curioso es que dichas agencias, que se equivocaron hasta el extremo, han emergido de la crisis con un enorme poder. Basta mencionar el terremoto que han provocado esta semana las rebajas de calificaciones de la deuda soberana de Grecia, Portugal y Espa?a por parte de Standard & Poor's, que junto con Moodys y Fitch dominan este mercado como una especie de oligopolio. Sus calificaciones no s¨®lo mueven los mercados de deuda sino que son v¨¢lidas a la hora de presentar activos como garant¨ªa para obtener liquidez del Banco Central Europeo, por ejemplo.
En esta materia, los dirigentes del G-20 se limitaron a adoptar en Londres un compromiso gen¨¦rico de "ampliar la supervisi¨®n y el registro regulador a las agencias de calificaci¨®n crediticia para garantizar que cumplen el c¨®digo internacional de buenas pr¨¢cticas, en especial para impedir conflictos de inter¨¦s inaceptables". Tras esa declaraci¨®n, tanto en Estados Unidos como en Europa se han dado algunos pasos para regular mejor las agencias, y ellas mismas han hecho algo de autocr¨ªtica y han revisado parte de sus m¨¦todos.
En Europa, la nueva normativa de supervisi¨®n de las agencias obliga a ¨¦stas a inscribirse en un registro y cumplir una serie de reglas para que las calificaciones no se vean afectadas por conflictos de inter¨¦s, se asegura la calidad de los m¨¦todos de calificaci¨®n y de las notas otorgadas y se aumenta la transparencia. Adem¨¢s, deben diferenciarse del resto las calificaciones de productos estructurados.
HEDGE FUNDS
Otro de los acuerdos de la cumbre del G-20 en Londres fue "ampliar la regulaci¨®n y la vigilancia a todas las instituciones, los instrumentos y los mercados financieros sist¨¦micamente importantes", incluyendo por primera vez a los fondos de alto riesgo (hedge funds) sist¨¦micamente importantes. Este tipo de fondos ha vivido en una especie de limbo regulatorio en buena parte de los pa¨ªses. Ni siquiera la grave crisis desatada por la quiebra del Long Term Capital Management a finales de los noventa sirvi¨® para que se fijasen reglas estrictas para este tipo de entidades. No se puede decir que hayan sido causantes de la actual crisis financiera, pero nadie duda de que han contribuido a agravarla, muchas veces obteniendo con ello enormes beneficios. Tumbaron las acciones financieras con ventas en descubierto y se lucraron con el desplome de los productos estructurados respaldados por hipotecas basura. Tambi¨¦n se han lanzado a atacar al euro y a algunos pa¨ªses, como Grecia, sobre todo en el mercado de CDS. John Paulson, salpicado por el caso de fraude de que se acusa a Goldman Sachs, ha ganado miles de millones con esas operaciones.
En un discurso pronunciado la semana pasada, la consejera de la Comisi¨®n el Mercado de Valores de EE UU (la SEC), Elisse Walter, advert¨ªa que los hedge funds son entidades "virtualmente sin regular" pese a que gestionan m¨¢s de un bill¨®n de euros. Aunque las leyes de reforma financiera que se tramitan en EE UU pueden dar m¨¢s poderes al supervisor, Walter advierte que dejan lagunas. En Europa, la presidencia espa?ola quiere que se regulen los hedge funds antes de junio. De momento, el Gobierno espa?ol accedi¨® a la petici¨®n del primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, de dejar la reforma para despu¨¦s de las elecciones del 6 de mayo.
En otros vagones del tren de la reforma financiera se pretende establecer nuevas reglas sobre las titulizaciones, armonizar los principios contables o mejorar la coordinaci¨®n de los supervisores. Pero, de nuevo, los plazos son largos: el tren sigue en el t¨²nel.
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