Cambio de reglas en Wall Street
La reforma de "lo posible" deja muchos insatisfechos y problemas sin resolver
"No m¨¢s Lehman Brothers , no m¨¢s AIG", cantaba a los cuatro vientos Timothy Geithner en un intento por dar con los votos que necesitaba para sacar adelante en el Senado las nuevas reglas que gobernar¨¢n Wall Street. Pero era, sobre todo, un golpe de mesa del responsable del Tesoro de Estados Unidos ante las cr¨ªticas por c¨®mo qued¨® la versi¨®n final de la reforma financiera. Unos, los conservadores, porque va demasiado lejos. Otros, a la izquierda, por las omisiones. ?Pero servir¨¢ para acabar con los excesos que llevaron a la crisis?
El presidente Barack Obama no quer¨ªa que llegara el segundo aniversario del terremoto financiero sin reglas que eviten una quiebra ca¨®tica como la de Lehman, que forz¨® a las autoridades p¨²blicas -Tesoro, Reserva Federal (Fed) y Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FDIC)- a inyectar 11,5 billones de d¨®lares en el sistema para evitar que cayera por el precipicio, saliendo al rescate de colosos como la aseguradora AIG, los conglomerados Bank of America y
Tras un a?o de negociaci¨®n, la reforma restringe la asunci¨®n de riesgos
Que los grandes bancos apoyen la reforma hace levantar sospechas
La ley corre el riesgo de crear m¨¢s burocracia sin un mayor control
La Casa Blanca cree que la ley cambiar¨¢ c¨®mo hace negocios Wall Street
En la recta final de la negociaci¨®n se cay¨® el impuesto a la banca
La reforma no hace frente a los problemas de Fannie y Freddie
Wall Street teme perder peso si no hay reformas similares en el G-20
El dem¨®crata Dodd admite que la ley antepone lo posible a lo deseable
Citigroup o las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac.
Tras un a?o de negociaci¨®n, la reforma sali¨® adelante el jueves. Se vende como el mayor cambio en la estructura de supervisi¨®n desde la Gran Depresi¨®n. Geithner la resume en una frase, en la que afirma que la nueva legislaci¨®n "restringir¨¢ la asunci¨®n de riesgos, limitar¨¢ el nivel de apalancamiento de las entidades y forzar¨¢ requerimientos de capital y de liquidez mucho m¨¢s conservadores, para que las entidades sean mucho menos vulnerables frente a los errores, muchos m¨¢s capaces de soportar los choques".
Es decir, en sus palabras, se atacar¨¢ al "imprudente". La firma Deloitte lo condensa en la informaci¨®n remitida a sus clientes en dos objetivos relativamente simples. El primero, rebajar el riesgo en el sistema financiero, limitando las actividades de riesgo en las que se embarcan las firmas individuales y ampliando el abanico de organizaciones que estar¨¢n bajo el control de la red de supervisi¨®n. Segundo, reforzar la protecci¨®n del consumidor.
En la pr¨¢ctica, esto se traduce en que los reguladores tendr¨¢n m¨¢s margen de maniobra para poner fin a comisiones abusivas en las tarjetas de cr¨¦dito hasta desmantelar un banco cuya situaci¨®n financiera ponga en riesgo al conjunto de la econom¨ªa. Y al arrojar luz en las esquinas m¨¢s oscuras de mercados como los derivados, en ¨²ltima instancia afectar¨¢ al precio de la gasolina o la leche.
Estos son, en s¨ªntesis, los puntos principales de una reforma en la que la Casa Blanca promete que "remodelar¨¢" la manera en la que se hace negocio en Wall Street y "redefinir¨¢" el papel de los reguladores, para que el p¨²blico conf¨ªe en el sistema y se sienten las bases "para el crecimiento econ¨®mico y la creaci¨®n de empleo". Eso s¨ª, una reforma de 2.323 p¨¢ginas con las debidas concesiones para que la gran banca se adapte sin sobresaltos:
- Protecci¨®n del consumidor: se crea en el seno de la Reserva Federal una agencia con la autoridad y la independencia necesarias para asegurar que el consumidor reciba una informaci¨®n clara y veraz sobre los t¨¦rminos asociados a productos financieros como hipotecas, tarjetas de cr¨¦dito o pr¨¦stamos a estudiantes. Se trata de evitar abusos y costes ocultos. Excluye los relacionados con la automoci¨®n.
- Alerta temprana: el Tesoro de Estados Unidos formar¨¢ un consejo que identificar¨¢ los riesgos potenciales al sistema que pueden amenazar la econom¨ªa. Con el secretario del Tesoro presidiendo, estar¨¢ integrado por los 10 reguladores del sistema financiero (entre ellos la Fed, la FDIC y la SEC), un experto independiente en seguros y cinco representantes de la industria financiera.
- El gran vigilante: la Fed conservar¨¢ la autoridad de supervisi¨®n sobre la gran banca y tendr¨¢ voz ante las miles de peque?as firmas financieras locales (community banks). El Congreso de Estados Unidos realizar¨¢ una ¨²nica auditor¨ªa relativa a los programas de emergencia activados durante la crisis. El sector financiero ya no podr¨¢ elegir a los presidentes de los bancos regionales que integran la Fed.
- Liquidaci¨®n ordenada: se establece un mecanismo que permitir¨¢ a la FDIC desmantelar entidades problem¨¢ticas. Es el fin del principio "demasiado grande para quebrar", para evitar que el contribuyente pague rescates como el de AIG. Para no llegar a ese extremo, y limitar el tama?o de las entidades, se imponen requisitos m¨¢s estrictos de capital y un mayor colch¨®n de liquidez. Las grandes firmas someter¨¢n un "plan de su funeral" que marque una hoja de ruta para el caso en que deba ser intervenida.
- Productos ex¨®ticos: los bancos deber¨¢n escindir en filiales algunos de sus negocios m¨¢s rentables y de m¨¢s riesgo en el mercado de los derivados, como los que tumbaron a AIG. Para dar transparencia, la mayor¨ªa de estos productos -incluidos los seguros de impago de deuda (CDS)- se negociar¨¢n en c¨¢maras de compensaci¨®n centralizadas o en mercados organizados bajo la supervisi¨®n de la CFTC (regulador de futuros).
- La Regla Volcker: la legislaci¨®n restringe que los bancos inviertan sus recursos propios en operaciones especulativas a trav¨¦s de fondos de alto riesgo (hedge funds) y firmas de capital riesgo (private equity). Esas inversiones estar¨¢n limitadas al 3% de sus fondos propios (Tier 1). No podr¨¢n negociar por cuenta propia con los dep¨®sitos, salvo que lo hagan en nombre de sus clientes.
- Agencias de calificaci¨®n: los ¨¢rbitros del riesgo se someter¨¢n a un mayor control del regulador del mercado de acciones (SEC), que a su vez ve ampliado su papel con autoridad sobre los hedge funds y los private equity. Se les da mandato para elaborar un estudio sobre posibles conflictos de inter¨¦s, lo que podr¨ªa llevar en el futuro a reforzar la supervisi¨®n.
- Accionistas: la legislaci¨®n da m¨¢s voz entre bastidores a los inversores, al facilitar al peque?o accionista la nominaci¨®n de representantes en los consejos de administraci¨®n de las entidades. Tambi¨¦n podr¨¢n pronunciarse sobre las remuneraciones a ejecutivos y empleados de las firmas financieras, aunque, en este caso, el voto del accionista no ser¨¢ vinculante.
El presidente Barack Obama ya dijo antes de que se produjera el voto final en el Senado que estas medidas "pondr¨¢n fin a la era de irresponsabilidad que llev¨® a perder ocho millones de empleos y billones de d¨®lares en riqueza". La reforma, uno de los pilares de su primer mandato, "es buena para las familias, es buena para los negocios, es buena para el conjunto la econom¨ªa".
B¨¢sicamente, la mayor transformaci¨®n tendr¨¢ lugar entre los supervisores. La estructura reguladora creada en la legislaci¨®n ayudar¨¢ a las agencias a detectar y esquivar potenciales crisis, como la que se le escap¨® a la Reserva Federal con el colapso del mercado hipotecario. Y en el caso de que fracasaran, contar¨¢n con los instrumentos legales para responder cuando comience.
Harry Reid, l¨ªder de los dem¨®cratas en la C¨¢mara, explica que el objetivo ¨²ltimo es "asegurarnos de que los grandes bancos no juegan con nuestro futuro". O dicho con palabras que llegan mejor al electorado de Nevada (que debe decidir en noviembre si Reid les seguir¨¢ representando en Washington), la reforma "va a limpiar Wall Street" y "arreglar el sistema que caus¨® la recesi¨®n". "Se acab¨® este casino que les enriqueci¨®", afirma.
?Compra el p¨²blico el mensaje? Una reciente encuesta de Bloomberg revel¨® que cuatro de cada cinco estadounidenses mostr¨® poca o nada de confianza en la reforma. Es m¨¢s, opinan que est¨¢ dise?ada m¨¢s para ayudar a la industria financiera que a la gente de la calle, la denominada Main Street. Es lo que piensa tambi¨¦n el senador Tom Coburn. Y para ello se remite a una afirmaci¨®n del consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, en la que dijo que "el gran beneficiario de la reforma es el propio Wall Street".
En este sentido, el l¨ªder de la minor¨ªa republicana en el Senado, Mitch McConnell, cree sospechoso "que los grandes bancos apoyen la legislaci¨®n y que no guste a los peque?os ni al p¨²blico". Es m¨¢s, considera que la Casa Blanca y sus aliados dem¨®cratas en el Capitolio est¨¢n fracasando con esta legislaci¨®n a la hora de atajar las causas reales de la crisis financiera, y lo que consiguen en su lugar es "crear m¨¢s burocracia".
M¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica pol¨ªtica, Brian Bethune, economista de IHS Global Insight, cree que la reforma "afronta importantes puntos de vulnerabilidad" en la estructura financiera actual que actuaron como detonante de la crisis. El m¨¢s destacado, opina, son las medidas para limitar la especulaci¨®n en los derivados y que se someta a las agencias de calificaci¨®n a un mayor control. Pero sobre todo, valora el mecanismo para liquidar entidades sist¨¦micas.
Simon Johnson, antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), cree que el paquete legislativo dise?ado por Barney Frank y Christopher Dodd va a conseguir un cambio fundamental en la forma de operar de la banca, equiparable al que hace 120 a?os se logr¨® con la Ley Sherman de Antimonopolios, por la que se constri?¨® por primera vez el poder que deb¨ªan tener las grandes corporaciones en el mundo de los negocios.
Sin embargo, lo bueno y lo malo de la reforma dependen de la perspectiva desde la que se examinen los detalles de la legislaci¨®n. Hasta el propio Paul Volcker, ex presidente de la Fed y asesor de Barack Obama, le pone un "suficiente raspado". El enfado de Volcker tiene l¨®gica, porque se diluye la iniciativa que lleva su nombre para evitar que los bancos especulen con el dinero de sus clientes. Est¨¢n tambi¨¦n los que la califican de inadecuada e irrelevante por las omisiones.
En la recta final de la negociaci¨®n cay¨® el impuesto a la banca y los grandes hedge funds, con el que la Casa Blanca esperaba recaudar 19.000 millones de d¨®lares en 10 a?os para financiar la liquidaci¨®n ordenada de las entidades en apuros. Fue el peaje que pagaron los dem¨®cratas para conseguir el voto de tres republicanos. A cambio, la FDIC elevar¨¢ la prima de seguro a la banca y se liquidar¨¢ el fondo de rescate bancario (TARP).
Russ Feingold fue el dem¨®crata que m¨¢s se opuso a la reforma, porque dice que no es lo suficientemente progresista. Las nuevas reglas son tan t¨ªmidas, a?ade, que teme que haga m¨¢s da?o que beneficio. Su argumento es que no habr¨¢ un cambio mayor en la estructura de Wall Street, salvo por las exigencias de la Regla Volcker, y eso podr¨ªa permitir a los m¨¢s grandes hacerse con m¨¢s poder, a pesar de los l¨ªmites que se imponen.
Se mire como se mire, lo cierto es que la legislaci¨®n no es tan dura como la vendi¨® hace un a?o la Administraci¨®n de Obama a la hora de levantar ese muro que proteja a Main Street de los excesos en Wall Street. Los bancos contar¨¢n con un amplio margen de tiempo para adaptar sus modelos y podr¨¢n mantener buena parte de las operaciones con derivados, como seguir contratando coberturas de divisas y permutas de tipos de cambio.
Y est¨¢ por ver, adem¨¢s, c¨®mo reaccionar¨¢n Goldman Sachs y Morgan Stanley, a los que se anim¨® a que se transformaran en holdings para acercarlos m¨¢s a la banca comercial y darles acceso a los fondos de rescate. Ahora podr¨ªan plantearse volver al estatus de banca de inversi¨®n para evitar, precisamente, las restricciones. Los grandes perdedores ser¨¢n los grandes supermercados financieros como JP Morgan Chase, Bank of America y Citigroup.
Como explica Deloitte, el impacto se notar¨¢ en toda la industria de los servicios financieros, no solo en la bancaria. Pero, en concreto, en las firmas que, como las antes citadas, tengan que separar las operaciones m¨¢s arriesgadas. Y apuntan que los nuevos requisitos de liquidez conllevar¨¢n un margen de beneficio menor en el futuro de las actividades especulativas que ahora son m¨¢s rentables.
Pero el ¨¢rea m¨¢s importante a la que no hace frente esta reforma es la referida al sistema hipotecario, y en concreto, las firmas semip¨²blicas Fannie Mae y
Freddie Mac, que incentivaron a los bancos a ofrecer pr¨¦stamos a gente que no se los pod¨ªa permitir. Es uno de los puntos que destaca el FMI en su an¨¢lisis de la econom¨ªa estadounidense. Un sistema que considera "costoso, ineficiente y complejo" y que ha demostrado ser "insostenible".
El senador republicano Judd Gredd, otro de los miembros m¨¢s activos durante la negociaci¨®n, tambi¨¦n insiste en este punto como uno de los aspectos m¨¢s "negativos" de la reforma, porque dice que se "est¨¢ fracasando a la hora de afrontar un problema que explica gran parte de lo sucedido en el pasado y que seguiremos teniendo en el futuro". El Tesoro admite que es necesaria una reforma de Fannie y Freddie, pero no en este momento.
M¨¢s all¨¢ de estas omisiones, el Fondo considera que en t¨¦rminos generales la reforma pactada en EE UU es un paso "mayor" en la buena direcci¨®n, que corregir¨¢ algunas de las "lagunas" que destap¨® la crisis en la regulaci¨®n y en la supervisi¨®n. Sin embargo, tambi¨¦n cree que "se pierde la oportunidad" para reducir el n¨²mero de agencias actuales. El reto est¨¢ ahora, a?ade, en aplicarla sin que "limite" el cr¨¦dito, "para no minar el repunte".
Y eso es lo que temen en el mundo de los negocios. No es tanto el contenido de la legislaci¨®n, sino el momento en el que empiezan aplicarse las nuevas reglas en el sistema financiero y el impacto que tendr¨¢n en una econom¨ªa muy d¨¦bil, donde el cr¨¦dito a las peque?as y medianas empresas y las familias brilla por su ausencia. Y tambi¨¦n por su efecto combinado con otras de las legislaciones bandera de la Administraci¨®n de Obama, como la de la reforma sanitaria o la futura normativa energ¨¦tica.
La Business Rountable -asociaci¨®n que agrupa a los principales ejecutivos de las mayores corporaciones- teme que esta triple bater¨ªa legislativa cree a¨²n m¨¢s incertidumbre y desanime a las empresas a contratar. Desde la C¨¢mara de Comercio, su presidente, Bruce Josten, cree que el gran problema es que nadie entiende realmente c¨®mo las nuevas reglas cambiar¨¢n el juego. Eso har¨¢ "que el capital se mantenga al margen durante a?os", dice. "Menos capital disponible y m¨¢s caro", indica el republicano Robert Corker.
Timothy Geithner dej¨® constancia de que la Administraci¨®n de Obama tiene claro que "se necesitan bancos que asuman riesgos para que los negocios crezcan y sean pr¨®speros". Pero tambi¨¦n dijo que corresponde al Gobierno asegurar "que esos riesgos no amenacen la salud de la econom¨ªa en su conjunto". Y en este sentido insiste en que la reforma "ayudar¨¢ a que los bancos sirvan a las necesidades de sus clientes, no para tomar ventaja de ellos".
Otra de las dudas concierne al peso de Wall Street como centro de negocios si los socios del G-20 no imponen reglas similares. Los analistas de IHS Global Insight no creen que la reforma vaya a suponer una seria desventaja competitiva para las grandes firmas estadounidenses en el mercado financiero global, porque "al final se impuso un hilo de sentido com¨²n, algo que fue dif¨ªcil de detectar al inicio de la negociaci¨®n".
Lo que preocupa a Judd Gregg y a algunos analistas es que para evitar todas estas restricciones, como en los derivados o las operaciones con recursos propios, los grandes bancos con presencia internacional "hagan estas actividades restringidas en el extranjero". Eso, a?ade, supone una desventaja competitiva para las firmas m¨¢s peque?as que concentran su negocio en EE UU y limitar¨¢ el acceso de los estadounidenses al cr¨¦dito.
A pesar del rechazo casi frontal de los republicanos tanto en el Senado como en la C¨¢mara de Representantes, el paquete final que esta semana ser¨¢ firmado por Barack Obama incluye enmiendas propuestas por el ala conservadora, orientadas a proteger las peque?as entidades. Pero Richard Shelby, el negociador en la oposici¨®n, opina que "esto no es una reforma real". "Es ineficiente, anticompetitiva y ampl¨ªa la burocracia", dice.
Christopher Dodd admite que "no es perfecta". Y explica que tuvo "que anteponer lo posible a lo deseable". Para el dem¨®crata, lo esencial es que se crea una arquitectura, con una nueva generaci¨®n de reguladores, con instrumentos "que minimizar¨¢n los riesgos". "No se puede legislar la integridad, pero s¨ª se pueden crear los mecanismos para protegernos y que nunca m¨¢s pasemos por lo que hemos pasado durante los ¨²ltimos dos a?os".
Su compa?ero de filas Byron Dorgan destac¨® que se trata de un punto de partida, "no de un punto final". De hecho, ahora arranca otra fase en la que legisladores y supervisores deben transformar las miles de p¨¢ginas en regulaciones espec¨ªficas. La labor de lobby de Wall Street se espera intensa en este proceso, que puede durar entre 12 y 18 meses. Se trata de entender lo que significa la legislaci¨®n y de limar asperezas que puedan ser contraproducentes.
Ese esfuerzo por llevar la reforma del papel a la realidad, como dicen los analistas, es una labor tit¨¢nica. Y ponen como ejemplo de la dificultad la nueva oficina de protecci¨®n del consumidor, que, seg¨²n la legislaci¨®n adoptada, debe estar funcionando en un a?o. ?C¨®mo se define su autonom¨ªa cuando va estar integrada en la Reserva Federal y financiada con sus recursos? ?Y a qui¨¦n deber¨¢ designar el presidente para dirigirla?
Otro ejemplo es el desmantelamiento de la Oficina de Supervisi¨®n del Ahorro (OTS, por sus siglas en ingl¨¦s), cuyas responsabilidades ser¨¢n integradas en el Controlador de la Moneda (OCC, por sus siglas en ingl¨¦s). Solo fundir las dos plantillas es todo un reto. Pero, sobre todo, ser¨¢ interesante ver c¨®mo se define su nueva misi¨®n sin que eso cree duplicidades con el trabajo que har¨¢ la SEC y con el nuevo consejo de riesgos sist¨¦micos. "Tenemos ya a grupos de trabajo planificando", indican desde la OCC.
En total, habr¨¢ que llevar a la pr¨¢ctica 243 regulaciones incluidas en la ya bautizada como Ley Frank-Dodd. Son el triple que las que requer¨ªa la Sarbanes-Oxley. Los reguladores deber¨¢n realizar a su vez 67 estudios, y los comit¨¦s del Congreso, redactar casi un centenar de informes. Y a esto se sumar¨¢n las recomendaciones de la comisi¨®n independiente que investiga las causas que llevaron a Wall Street a crecer sin control.
A Mike Konczal, miembro del Instituto Roosevelt, no le extra?a que la legislaci¨®n cree tanto escepticismo, porque al final, dice, no hay reglas verdaderamente duras. En su lugar, se?ala, se encarga a los reguladores hacer estudios, sobre los que se basar¨¢n para decidir d¨®nde pondr¨¢n los l¨ªmites cuando vean una amenaza a la estabilidad. Y a la vista de lo sucedido con
AIG y Lehman Brothers, eso no es muy alentador, opina.
Es ese margen de maniobra que se da a los reguladores para ir en diferentes direcciones lo que podr¨ªa crear m¨¢s incertidumbre ahora a los bancos. Austan Goosbee, consejero de la Casa Blanca, explica que lo que establece la legislaci¨®n "son unos principios b¨¢sicos para ¨¢reas en las que queremos unas reglas m¨¢s justas". "Habr¨¢ costes para la banca, claro, pero, aqu¨ª, de lo que se trata es de proteger el sistema y al contribuyente", explic¨®.
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