Tarea tit¨¢nica ante el panorama sombr¨ªo

El Consejo de Ministros de ayer ha aprobado el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011 en el que, como se preve¨ªa, entre las medidas tributarias, se incluye una subida en el IRPF de un punto para bases liquidables generales superiores a 120.000 euros, siendo de dos cuando se superan los 175.000 euros. Como el ritmo de cambios en la materia en los ¨²ltimos tiempos ha sido fren¨¦tico, parece que es bueno recordar que ya se ha subido el IRPF al eliminar casi totalmente la deducci¨®n de 400 euros, con la supresi¨®n de los 2.500 euros del cheque-beb¨¦ o con la subida, entre uno y tres puntos, del tipo de gravamen de la renta del ahorro. Tambi¨¦n se increment¨® a mitad de a?o el IVA, por no hablar de las tan socorridas subidas en impuestos especiales como tabaco, alcohol e hidrocarburos. En sentido contrario se han producido peque?as rebajas en la tributaci¨®n de las pymes que hayan mantenido plantilla y algunas medidas paliativas en ¨¦poca de crisis.

La imposici¨®n en nuestro pa¨ªs la comparten los diferentes niveles administrativos, Estado, Comunidades Aut¨®nomas y Corporaciones locales, teniendo en muchos casos las Comunidades y los Ayuntamientos competencias normativas plenas o compartidas, utiliz¨¢ndose las mismas en estos momentos para subir los tributos. Por ejemplo, en el IRPF, hasta 2010 el Estado grava nuestra base liquidable general en cuatro tramos con tipos desde el 12% al 21,5%, este ¨²ltimo para bases superiores a 53.407 euros, y las comunidades en general con otro tanto. Andaluc¨ªa, Principado de Asturias o Catalu?a ya han aprobado tarifas para 2011 con tipos m¨¢s elevados para rentas superiores, anunciando medidas similares Baleares, Cantabria y Extremadura, por lo que el marginal m¨¢ximo, con la subida estatal, en algunos territorios llegar¨¢ al 49%. Asimismo, varias Comunidades y Ayuntamientos, por problemas financieros, se apuntan a la tendencia de subir impuestos.

Este panorama parece un tanto sombr¨ªo. Por un lado se produce una sensaci¨®n de incertidumbre y de falta de seguridad ante los continuos cambios en un aspecto econ¨®mico tan sensible como el tributario. Por otro, las subidas de impuestos no tienen ning¨²n efecto positivo en la prevenci¨®n del fraude que tanto nos preocupa y no animan ni a la inversi¨®n ni al ahorro.

No obstante, partimos de un d¨¦ficit desbocado de m¨¢s del 11% que es preciso embridar en tres a?os hasta el 3%. Para conseguirlo podemos intentar rebajar el gasto p¨²blico, cosa que es m¨¢s f¨¢cil decir que hacer; procurar y esperar que nuestro PIB se incremente m¨¢s de lo previsto, lo que depende en buena medida de las condiciones internacionales; y, si no es bastante, actuar sobre los ingresos.

La tarea es tit¨¢nica y la conclusi¨®n triste: si las condiciones externas no nos ayudan mucho, y no parece que eso vaya a suceder, habr¨¢ que afrontar nuevas subidas de impuestos porque las proyectadas no aportar¨¢n demasiada recaudaci¨®n. Es el momento de que dirigentes, trabajadores, profesionales y empresarios olvidemos definitivamente la dolce vita que conocimos y nos arremanguemos.

Valent¨ªn Pich Rosell es presidente del Consejo General de Colegios de Economistas