Secretos, planes y obsesiones de EE UU
El primer objetivo es contener a Ir¨¢n - Putin sigue al mando de Rusia - Berlusconi no es de fiar - Hay que controlar a Sarkozy
EL PA?S, en colaboraci¨®n con otros diarios de Europa y Estados Unidos, revela a partir de hoy el contenido de la mayor filtraci¨®n de documentos secretos a la que jam¨¢s se haya tenido acceso en toda la historia. Se trata de una colecci¨®n de m¨¢s de 250.000 mensajes del Departamento de Estado de Estados Unidos, obtenidos por la p¨¢gina digital Wikileaks, en los que se descubren episodios in¨¦ditos ocurridos en los puntos m¨¢s conflictivos del mundo, as¨ª como otros muchos sucesos y datos de gran relevancia que desnudan por completo la pol¨ªtica exterior norteamericana, sacan a la luz sus mecanismos y sus fuentes, dejan en evidencia sus debilidades y obsesiones, y en conjunto facilitan la comprensi¨®n por parte de los ciudadanos de las circunstancias en las que se desarrolla el lado oscuro de las relaciones internacionales.
Esta filtraci¨®n masiva de cables diplom¨¢ticos acaba con una era de la pol¨ªtica exterior
Las revelaciones ponen en riesgo proyectos fundamentales como el acercamiento a Rusia
EL PA?S ha tomado todas las precauciones para proteger la seguridad de personas
El embajador en Tr¨ªpoli cuenta que Muamar el Gaddafi usa botox y es un verdadero hipocondriaco
EE UU ejerce una gran presi¨®n sobre Karzai para que contenga los abusos de sus allegados
Estos documentos recogen comentarios e informes elaborados por funcionarios estadounidenses, con un lenguaje muy franco, sobre personalidades de todo el mundo, desvelan los contenidos de entrevistas del m¨¢s alto nivel, descubren desconocidas actividades de espionaje y exponen con detalle las opiniones vertidas y datos aportados por diferentes fuentes en conversaciones con embajadores norteamericanos o personal diplom¨¢tico de esa naci¨®n en numerosos pa¨ªses, incluido Espa?a.
Queda en evidencia, por ejemplo, la sospecha norteamericana de que la pol¨ªtica rusa est¨¢ en manos de Vlad¨ªmir Putin, a quien se juzga como un pol¨ªtico de corte autoritario cuyo estilo personal machista le permite conectar perfectamente con Silvio Berlusconi. Del primer ministro italiano se detallan sus "fiestas salvajes", se expone la desconfianza profunda que despierta en Washington y se recoge la preocupaci¨®n de un amigo suyo sobre unos an¨¢lisis m¨¦dicos de resultado "desastroso". Tampoco muestra la diplomacia estadounidense un gran aprecio por el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, a quien se sigue con gran meticulosidad acerca de cualquier movimiento para obstaculizar la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos.
Los cables prueban la intensa actividad de ese pa¨ªs para bloquear a Ir¨¢n, el enorme juego que se desarrolla en torno a China, cuyo predominio en Asia se da casi por aceptado, o los esfuerzos por cortejar a pa¨ªses de Am¨¦rica Latina para aislar al venezolano Hugo Ch¨¢vez.
En ocasiones, las expresiones usadas en estos documentos son de tal naturaleza que pueden dinamitar las relaciones de Estados Unidos con algunos de sus principales aliados; en otras, pueden ponerse en riesgo algunos proyectos importantes de su pol¨ªtica exterior, como el acercamiento a Rusia o el apoyo de ciertos gobiernos ¨¢rabes.
El alcance de estas revelaciones es de tal calibre que, seguramente, se podr¨¢ hablar de un antes y un despu¨¦s en lo que respecta a los h¨¢bitos diplom¨¢ticos. Esta filtraci¨®n puede acabar con una era de la pol¨ªtica exterior: los m¨¦todos tradicionales de comunicaci¨®n y las pr¨¢cticas empleadas para la consecuci¨®n de informaci¨®n quedan en entredicho a partir de ahora.
Todos los servicios diplom¨¢ticos del mundo, y especialmente de Estados Unidos, donde esta filtraci¨®n se suma a anteriores de menor trascendencia con papeles relativos a Irak y Afganist¨¢n, tendr¨¢n que replantearse desde este momento su modo de operar y, probablemente, modificar profundamente sus pr¨¢cticas.
Tratando de anticiparse a ese perjuicio, la Administraci¨®n de Estados Unidos lleva varios d¨ªas, desde que supo la existencia de esta fuga de documentos, realizando intensas gestiones ante el Congreso norteamericano y los gobiernos de gran parte de las naciones ante los que tiene representaci¨®n diplom¨¢tica para informarles sobre el previsible contenido de las filtraciones y sus posibles consecuencias. El Departamento de Estado envi¨® a principio de esta semana un informe a los principales comit¨¦s de la C¨¢mara de Representantes y del Senado previni¨¦ndoles sobre la situaci¨®n.
La propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha telefoneado en las ¨²ltimas horas a los Gobiernos de los pa¨ªses m¨¢s importantes afectados por esta fuga de informaci¨®n, entre otros los de China, Alemania, Francia y Arabia Saud¨ª, para alertarles de lo sucedido y ofrecer algunas justificaciones.
En Reino Unido, Israel, Italia, Australia y Canad¨¢, entre otros socios de Estados Unidos, portavoces de sus respectivos ministerios de Relaciones Exteriores confirmaron que hab¨ªan recibido informaci¨®n de parte de los embajadores norteamericanos, aunque no revelaron detalles sobre los datos precisos que hab¨ªan sido puestos en su conocimiento. No ha habido, sin embargo, comunicaci¨®n directa entre la Embajada en Madrid y el Gobierno espa?ol acerca de este asunto.
El portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowley, ha reconocido que no conoce con exactitud las informaciones que aparecer¨¢n en los papeles filtrados, aunque ha adelantado que "estas revelaciones son da?inas para los intereses de Estados Unidos". "Van a crear tensiones entre nuestros diplom¨¢ticos y nuestros amigos alrededor del mundo", declar¨® este fin de semana.
El Departamento de Estado, que ha negociado con uno de los peri¨®dicos que hoy publican los cables algunos contenidos particularmente lesivos para sus intereses o peligrosos para ciertas personas, est¨¢ especialmente preocupado por el da?o que esto puede hacer en la guerra contra Al Qaeda en algunas regiones en la que la libran de forma encubierta, como Yemen o Pakist¨¢n. En Yemen se da a conocer el contenido de una conversi¨®n de 2009 entre el general David Petraeus y el presidente yemen¨ª, Ali Abdal¨¢ Saleh, en la que este le permite a EE UU atacar las c¨¦lulas de Al Qaeda a cambio de que el Gobierno de Yemen diga p¨²blicamente que lo hacen ellos mismos.
Los documentos -251.287 mensajes que cubren un periodo hasta febrero de 2010 y, en su mayor parte, afectan a los dos ¨²ltimos a?os- fueron facilitados por Wikileaks hace varias semanas, adem¨¢s de a EL PA?S, a los diarios The Guardian, de Reino Unido; The New York Times, de Estados Unidos; Le Monde, de Francia, y al semanario Der Spiegel, de Alemania. Estos medios han trabajado por separado en la valoraci¨®n y selecci¨®n del material, y pondr¨¢n a disposici¨®n de sus lectores aquellas historias que cada uno considere de mayor inter¨¦s; en algunos casos ser¨¢n coincidentes, en otros no.
Ese proceso se ha llevado a cabo bajo una exigente condici¨®n de no poner en peligro en ning¨²n momento fuentes protegidas de antemano o personas cuya vida podr¨ªa verse amenazada al desvelarse su identidad. Al mismo tiempo, todos los medios han hecho un esfuerzo supremo por evitar la revelaci¨®n de episodios que pudieran suponer un riesgo para la seguridad de cualquier pa¨ªs, particularmente de Estados Unidos, el m¨¢s expuesto por estas revelaciones. Por esa raz¨®n, algunos de los documentos que ser¨¢n puestos a disposici¨®n de nuestros lectores a partir de hoy aparecer¨¢n parcialmente mutilados.
EL PA?S no ha estado en el origen de la filtraci¨®n y, por tanto, desconoce los criterios con los que se ha llevado a cabo la selecci¨®n del paquete que finalmente ha llegado a manos del diario. Resulta evidente que los papeles analizados no son todos los emitidos en el mundo por el Departamento de Estado en el periodo de tiempo comprendido, pero ignoramos si esos son todos a los que ha tenido acceso Wikileaks.
Pese a eso, el lector comprobar¨¢ el valor que en s¨ª mismo encierra el conjunto de documentos facilitados, al margen de que puedan existir otros muchos que a¨²n se desconocen. Se trata de un material que aporta novedades relevantes sobre el manejo de asuntos de gran repercusi¨®n mundial, como el programa nuclear de Ir¨¢n, las tensiones en Oriente Pr¨®ximo, las guerras de Irak y Afganist¨¢n y otros conflictos en Asia y ?frica.
Tambi¨¦n se recogen los movimientos entre EE UU y sus aliados para hacer frente al radicalismo isl¨¢mico, as¨ª como detalles de que las ¨®rdenes para el boicot a Google en China provienen del propio Politbur¨® o de los negocios conjuntos de Putin y Berlusconi en el sector del gas. De especial inter¨¦s son las pruebas que se aportan sobre el alcance de la corrupci¨®n a escala planetaria y las permanentes presiones que se ejercen sobre los diferentes gobiernos, desde Brasil a Turqu¨ªa, para favorecer los intereses comerciales o militares de Estados Unidos.
Entre los primeros documentos que hoy se hacen p¨²blicos, se descubre el p¨¢nico que los planes armament¨ªsticos de Ir¨¢n, incluido su programa nuclear, despierta entre los pa¨ªses ¨¢rabes, hasta el punto de que alguno de sus gobernantes llega a sugerir que es preferible una guerra convencional hoy que un Ir¨¢n nuclear ma?ana. Se aprecia la enorme preocupaci¨®n con la que Estados Unidos observa la evoluci¨®n de los acontecimientos en Turqu¨ªa y la estrecha vigilancia a la que se mantiene al primer ministro, Erdogan.
Y, sobre todo, esta primera entrega revela las instrucciones que el Departamento de Estado ha cursado a sus diplom¨¢ticos en Naciones Unidas y en algunos pa¨ªses para desarrollar una verdadera labor de espionaje sobre el secretario general de la ONU, sus principales oficinas y sus m¨¢s delicadas misiones.
Los lectores descubrir¨¢n al acceder a las sucesivas cr¨®nicas detalles insospechados sobre la personalidad de algunos destacados dirigentes y comprobar¨¢n el papel que juegan las m¨¢s ¨ªntimas facetas humanas en las relaciones pol¨ªticas. Eso resulta particularmente evidente en Am¨¦rica Latina, donde se dan a conocer juicios de diplom¨¢ticos norteamericanos y de muchos de sus interlocutores sobre el car¨¢cter, las aficiones y los pecados de las figuras m¨¢s controvertidas.
Ma?ana este diario ofrecer¨¢ detalles, por ejemplo, sobre las sospechas que la presidenta de Argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, despierta en Washington, hasta el punto de que la Secretar¨ªa de Estado llega a solicitar informaci¨®n sobre su estado de salud mental. El mismo d¨ªa se dar¨¢n a conocer algunas de las gestiones que la diplomacia norteamericana ha realizado para repatriar a los presos de Guant¨¢namo, as¨ª como la intensa actividad en Asia para frenar el peligro que representa Corea del Norte.
Entre los cables con los que ha trabajado este peri¨®dico se encuentran informes extraordinariamente controvertidos, como los mensajes del embajador norteamericano en Tr¨ªpoli en los que cuenta que el l¨ªder libio, Muamar el Gaddafi, usa botox (producto para eliminar arrugas en el rostro) y es un verdadero hipocondr¨ªaco que hace filmar todos sus ex¨¢menes m¨¦dicos para analizarlos posteriormente con sus doctores, y relatos con meticulosas descripciones del paisaje local, como el que hace un diplom¨¢tico estadounidense invitado a una boda en Daguest¨¢n que sirve para ilustrar el grado de corrupci¨®n en la zona.
Hay cables de gran valor hist¨®rico, como el que revela la apuesta de la diplomacia norteamericana por el derrocamiento del general paname?o Manuel Antonio Noriega o el que detalla ciertos movimientos de Estados Unidos durante el golpe de Estado que destituy¨® a Manuel Zelaya en Honduras, y cables de enorme inter¨¦s sobre acontecimientos actuales, como el que precisa la presi¨®n ejercida sobre el presidente de Afganist¨¢n, Hamid Karzai, para que contenga los abusos de sus allegados y facilite la gobernabilidad del pa¨ªs.
En lo que respecta a Espa?a, estos documentos registran el enorme acceso de la Embajada de Estados Unidos a personalidades destacadas del ¨¢mbito pol¨ªtico y judicial, y su influencia en algunos acontecimientos que han marcado la actualidad de los ¨²ltimos a?os. Tambi¨¦n se descubre el punto de vista que funcionarios estadounidenses tienen de la clase pol¨ªtica espa?ola, as¨ª como el que algunos pol¨ªticos expresan sobre sus compa?eros y adversarios.
En determinados casos, estas revelaciones tienen el estrictamente el valor que tiene la opini¨®n de una persona de posici¨®n influyente. En otros casos, se trata de relatos que aportan pistas sobre acontecimientos importantes pero que son narrados por una sola fuente: el servicio diplom¨¢tico de Estados Unidos. EL PA?S no ha podido corroborar todos esos relatos y ha prescindido de algunos que ha considerado de dudosa credibilidad. Pero s¨ª ha certificado otros y ha operado de forma responsable con el pa¨ªs objeto de la filtraci¨®n con la intenci¨®n de causar el menor da?o posible. Entre otras precauciones, se ha decidido aceptar los compromisos a los que The New York Times llegue con el Departamento de Estado para evitar la difusi¨®n de determinados documentos.
No todos los papeles obtenidos por Wikileaks han sido utilizados para la elaboraci¨®n de nuestras informaciones, y solo una parte de ellos ser¨¢n expuestos p¨²blicamente, independientemente de lo que la propia Wikileaks o los dem¨¢s medios que han recibido el material decidan hacer. Se han seleccionado tan solo aquellos que consideramos imprescindibles para respaldar la informaci¨®n ofrecida.
Las informaciones han sido preparadas y escritas ¨²nicamente por redactores de nuestro peri¨®dico atendiendo a nuestras particulares exigencias de rigor y calidad. A lo largo de varios d¨ªas se ir¨¢n ofreciendo las cr¨®nicas que recogen la sustancia de esos documentos, a?adi¨¦ndoles el contexto y la valoraci¨®n requeridos, as¨ª como sus posibles reacciones y consecuencias.
Algunas de esas reacciones estar¨¢n, seguramente, dirigidas a examinar las causas por las que puede haberse producido una fuga de semejante magnitud. El origen de este problema puede remontarse a los d¨ªas posteriores al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, cuando se detectaron unos fallos de coordinaci¨®n entre los servicios de inteligencia que recomendaron la necesidad de un modelo de comunicaci¨®n que permitiera a los diferentes responsables de la seguridad compartir datos extra¨ªdos por el Departamento de Estado.
Se extendi¨®, por tanto, a partir de esa fecha el uso de un sistema de Internet del Ej¨¦rcito norteamericano denominado SIPRNET, un acr¨®nimo de Secret Internet Protocol Router Network. Todos los cables que se incluyen en esta filtraci¨®n fueron enviados por ese medio, como se comprueba por la etiqueta que cada uno de ellos lleva en su cabecera, la palabra SIPDIS, que son las siglas para Secret Internet Protocol Distribution.
Al menos 180 embajadas norteamericanas alrededor del mundo utilizan actualmente ese sistema de comunicaci¨®n, seg¨²n informes elaborados por el Congreso norteamericano. Aunque se exigen fuertes medidas de seguridad para el uso de ese sistema, como la de mantenerlo abierto ¨²nicamente cuando el usuario est¨¢ frente a la pantalla, la exigencia de cambiar la clave cada cinco meses o la prohibici¨®n de utilizar cualquier clase de CD u otro m¨¦todo de copia de contenidos, el n¨²mero de personas que ahora acceden a la informaci¨®n ha crecido considerablemente.
A ese crecimiento ha ayudado tambi¨¦n la necesidad de ampliar el n¨²mero de personas trabajando en cuestiones de seguridad y, como consecuencia, la del n¨²mero de personas a la que se da acceso a documentos clasificados. El Departamento de Estado clasifica sus informes en una escala que va del Top Secret al Confidential. En los documentos facilitados a EL PA?S no hay ninguno clasificado como Top Secret, aunque s¨ª m¨¢s de 15.000 situados en la escala inferior, Secret.
Seg¨²n se puede deducir de datos elaborados por la Oficina de Control del Gobierno, perteneciente al Congreso norteamericano, y otros expuestos recientemente por medios de comunicaci¨®n de ese pa¨ªs, m¨¢s de tres millones de estadounidenses est¨¢n autorizados al acceso a ese material Secret. Eso incluye a decenas de miles de empleados del Departamento de Estado, funcionarios de la CIA, del FBI, de la DEA, de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas y de otros departamentos implicados en la b¨²squeda de informaci¨®n. En Estados Unidos funcionan 16 agencias con responsabilidades de espionaje.
Ser¨¢ muy costoso, por tanto, para ese pa¨ªs reparar el da?o causado por esta filtraci¨®n, y llevar¨¢ a?os poner en pie un nuevo sistema de comunicaci¨®n con plenas garant¨ªas. Lo m¨¢s importante, sin embargo, es el valor informativo que esos documentos tienen actualmente. Estamos ante una serie de relatos, sin precedentes en el periodismo espa?ol, que servir¨¢n para una mejor comprensi¨®n de algunos conflictos y de personalidades que afectan determinantemente a nuestra vida y que pueden abrir a nuestros lectores a una nueva interpretaci¨®n de la realidad que les rodea.
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