M¨¢s drogadictos legales
El alcohol avanza imparable; es, junto al tabaco y el cannabis, de las sustancias psicoactivas cuyo consumo crece - La aceptaci¨®n social multiplica su peligro
Con la hero¨ªna casi desaparecida (la toma menos del 0,1% de la poblaci¨®n) y la coca¨ªna en retroceso (los que la han probado en el ¨²ltimo mes ha bajado del 1,6% al 1,2% entre 2007 y 2009), el mercado de las sustancias adictivas se rinde a los productos legales. Alcohol y, en menor medida, tabaco son los ¨²nicos cuyo consumo aumenta entre la poblaci¨®n de 15 a 64 a?os, seg¨²n los datos de la ¨²ltima Encuesta Nacional sobre Alcohol y Drogas en Espa?a, que present¨® ayer la ministra de Sanidad, Leire Paj¨ªn.
Respecto al consumo del tabaco, despu¨¦s del descenso que empez¨® en 2003, entre 2007 y 2009-2010 (a?o de esta ¨²ltima encuesta) el porcentaje de poblaci¨®n fumadora repunta, y ha pasado del 29,6% al 31,8%. Entre las ilegales, solo el cannabis aguanta la competencia, y eso, en gran parte, gracias a los consumidores experimentales, aquellos que lo prueban pero no repiten. Aun as¨ª, la proporci¨®n de los que lo fuman a diario o mensualmente es del 9,6%, muy por debajo del tabaco.
Un 4,4% de la poblaci¨®n se considera ya bebedora de riesgo
Aumentan las borracheras en ambos sexos y a todas las edades
La mitad de los adictos mezcla dos o m¨¢s estupefacientes
La gente no admite l¨ªmites en su ocio, dice el soci¨®logo Javier Elzo
Diferenciamos el alcohol, aunque no deja de ser una droga m¨¢s
Es una sustancia que no produce rechazo ni marginaci¨®n social
La ilegalizaci¨®n no es viable, pero tampoco una soluci¨®n
Muchos padres ven normal que su hijo beba, aunque eso le lleve ante un juez
Pero lo m¨¢s llamativo -"lo preocupante", seg¨²n Ignacio Calder¨®n, presidente de la Fundaci¨®n Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD); "lo dram¨¢tico", dice Francisco Recio, director general de Proyecto Hombre- se refiere al aumento del consumo de alcohol. En concreto, bebe diariamente un 11% de la poblaci¨®n (0,8 puntos m¨¢s que en 2007); lo ha hecho en el ¨²ltimo mes el 63,3% (3,3 puntos m¨¢s que hace tres a?os) y lo ha tomado el ¨²ltimo a?o el 78,7% (5,8 puntos m¨¢s). El aumento del consumo va acompa?ado de un cambio en el modelo de ingesta: aumentan las borracheras en todos los grupos de edad y en ambos sexos, y el denominado consumo de atrac¨®n (una mala traducci¨®n del binge drinking ingl¨¦s), definido entre los hombres como tomar cinco o m¨¢s copas en un par de horas (o una menos en las mujeres) se extiende. Aproximadamente un 29% de los varones entre 15 y 34 a?os y el 15% de las mujeres de esas edades lo ha practicado en el ¨²ltimo mes.
El resultado es que los considerados bebedores de riesgo, ese grupo que ya es candidato a tener serios problemas (lo que se considera que empieza a partir de las cuatro o cinco copas diarias), aumenta: ya es el 4,4% de la poblaci¨®n, mientras en 2007 era el 3,4%.
Con estas tasas, no es de extra?ar otro dato que aporta la encuesta: el 50% de quienes toman alguna sustancia no se conforma con una de ellas; y, de estos, el 50% mezcla la otra droga con alcohol. "Esto es muy claro en los consumidores de coca¨ªna", afirma Recio. "No es que todos los que beban tomen coca¨ªna, pero s¨ª suele ser lo contrario", a?ade.
Calder¨®n va m¨¢s all¨¢. Al comentar los datos de la encuesta destaca que "no hay consumo de drogas sin alcohol" y que "seguramente, el alcohol sea la sustancia de arranque" para los adictos. Calder¨®n aporta otro dato. "La del alcohol es la edad de inicio m¨¢s baja [alrededor de los 16 a?os]".
Explicar estos datos no es sencillo. Paj¨ªn mencion¨® ayer el cambio de modelo (se habla de pasar de uno mediterr¨¢neo de consumo m¨¢s sostenido aunque menor de alcohol a otro n¨®rdico, concentrado en los fines de semana). Pero la gente no copia lo que hacen en el extranjero conscientemente, indica Javier Elzo, miembro del comit¨¦ cient¨ªfico de la Fundaci¨®n Alcohol y Sociedad.
Elzo, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad de Deusto, afirma que estos datos no le sorprenden, "Se corresponde con la evoluci¨®n dentro de la sociedad y unos nuevos h¨¢bitos de vida", afirma. La explicaci¨®n est¨¢ en que "el alcohol ha desaparecido o est¨¢ en trance de desaparecer de la vida cotidiana para convertirse en un h¨¢bito de los momentos de fiesta".
Esta especie de divisi¨®n de la vida en unos tiempos en los que se puede beber y otros en los que no se debe hacerlo, "siempre ha sido as¨ª, pero no tanto como ahora", afirma Elzo. El soci¨®logo cree que se trata "del efecto perverso de lo que es una buena cosa: que la gente est¨¦ m¨¢s preocupada por estar en forma, que busque estar en mejores condiciones f¨ªsicas de lunes a viernes". Pero eso hace que "cuando desaparece ese periodo, aparece un nuevo tiempo en el que, por definici¨®n, no quiere que le pongan l¨ªmites".
"Nuestra sociedad cada vez est¨¢ m¨¢s normativizada, m¨¢s legislada, m¨¢s limitada. Tenemos coches mejores y m¨¢s potentes con los que podemos correr cada vez menos. Ahora nos van a prohibir fumar en todos los espacios cerrados. Ya no nos tomamos la copa de despu¨¦s de comer entre semana. Por eso cuando llegamos al fin de semana decimos 'ahora d¨¦jeme en paz', 'no me complique la vida', 'vale, no voy a conducir, llevo toda la semana port¨¢ndome bien, pero no me diga lo que puedo beber".
La prueba de esto son lo que Elzo llama "guateques posmodernos", la costumbre creciente de los adultos de juntarse en sitios para beber (una casa o un local) al que pueden ir caminando o, si pueden pag¨¢rselo, en taxi. O, para los m¨¢s j¨®venes, los botell¨®dromos.
Que esto est¨¦ pasando ahora, y que los datos preocupen, no quiere decir que haya que "idealizar la situaci¨®n anterior". "No hay m¨¢s que ver la literatura para saber que hace 30 o 40 a?os se beb¨ªa mucho m¨¢s. En conjunto se ha ido a mejor", se?ala Elzo.
Claro que el propio Elzo admite que habla como soci¨®logo. Los que est¨¢n en contacto directo con los adictos, que son los que llegan a las asociaciones especializadas, apuntan otro factor. C¨®mo no, uno de ellos es la crisis. "El alcohol es la droga m¨¢s barata y la socialmente m¨¢s aceptada. Si digo que he tomado coca¨ªna, mucha o poca, se me mira mal; si digo que he estado bebiendo, no", pone Recio como ejemplo. "El alcohol no produce rechazo ni marginaci¨®n social", a?ade, "no provoca una necesidad de precauci¨®n".
Calder¨®n va en la misma l¨ªnea, y pone como ejemplo el propio t¨ªtulo de la encuesta que ha llevado a estos expertos a opinar. "Se llama Sobre consumo de alcohol y otras drogas; desde el principio estamos marcando una diferencia entre las sustancias", apunta. La causa no es solo que se trata de una sustancia "aceptada socialmente e imposible de erradicar -eso ni se plantea-", indica Calder¨®n. El tema es que se trata, de todas las drogas de la lista, la ¨²nica para la que m¨¦dicos admiten que hay un consumo aceptable, inocuo o incluso, en el caso del vino, saludable.
"Tendemos a diferenciarlo", afirma Recio, "pero es como todas las drogas. Un consumo espor¨¢dico puede no causar un problema. Este surge cuando se pasa de tomarlo de vez en cuando a la adicci¨®n o a la dependencia", apunta.
Calder¨®n tambi¨¦n opina que hay que centrar el debate. "Con esta encuesta, puede parecer que el problema de las drogas se est¨¢ acabando", y eso es porque nadie le da la importancia que tiene al alcohol. Por eso caus¨® tanto revuelo a primeros de noviembre el estudio del brit¨¢nico David Nutt en el que afirmaba que el alcohol -mejor dicho, que su abuso- era m¨¢s da?ino para el adicto que las dem¨¢s sustancias, legales e ilegales.
Calder¨®n recoge el guante, y afirma que no se puede menospreciar una sustancia que pone en peligro al 4,4% de la poblaci¨®n. "Cuando hablamos de coca¨ªna hay unanimidad. A todos nos preocupa, y solo la toma frecuentemente el 1,2% de la poblaci¨®n". "Si una persona fuma un porro cada 15 d¨ªas, decimos que es un drogadicto; del que se bebe cuatro whiskies cada d¨ªa, no, decimos solo que est¨¢ tom¨¢ndose unas copas, nos hace hasta gracia", indica. "Y eso confunde a la opini¨®n p¨²blica", afirma. "?Usted permitir¨ªa que le llamaran drogadicto porque le han visto borracho?", se pregunta.
?Cambiar¨ªa la apreciaci¨®n si se planteara el imposible de que se declarara ilegal al alcohol? Para Recio esa no es la cuesti¨®n. "Ese es un problema pol¨ªtico y econ¨®mico. Nosotros lo que vemos son personas con un grave problema de consumo de una sustancia, el alcohol en este caso, a las que ya el asunto de la legalidad o la ilegalidad no les afecta. Porque se legalicen las drogas no se va a evitar que nos lleguen aut¨¦nticos dramas, y si se ilegalizara el alcohol, tampoco", afirma. La encuesta recoge que la legalizaci¨®n es la medida que los espa?oles creen como menos eficaz para reducir el consumo de drogas.
La posible soluci¨®n, coinciden los expertos, est¨¢ en no banalizar. "Todav¨ªa muchos padres ven normal que su hijo adolescente beba. Cuando un juez nos env¨ªa a su hijo, minimizan el problema, dicen que su hijo 'hace lo que todos'. Pero no ser¨¢ tan normal, cuando la justicia interviene", opina Recio. Aparte de los j¨®venes, hay otro grupo de poblaci¨®n que preocupa en las encuestas: las mujeres. "Antes beb¨ªan solas en casa, ahora lo hacen en p¨²blico", dice.
Los encuestados se?alan que, como con casi todo, la mejor soluci¨®n es la educaci¨®n. Pero mientras tanto, y parafraseando a Mariano Rajoy, que viva el vino... pero seg¨²n y c¨®mo.
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