El r¨¦gimen pide tiempo y ofrece di¨¢logo
El vicepresidente promete reformas y agradece a los j¨®venes que hayan encendido la revoluci¨®n - La oposici¨®n se encara con los fieles de Mubarak la v¨ªspera de un d¨ªa clave
Una dictadura no pide disculpas. Cuando lo hace, revela su propia debilidad. Y ayer el r¨¦gimen de Hosni Mubarak se esforz¨® precisamente en eso, en disculparse, en rogar comprensi¨®n, en pedir tiempo, en ofrecer di¨¢logo a los ilegales Hermanos Musulmanes. Fue una se?al de que la situaci¨®n, que segu¨ªa siendo muy violenta en el centro de El Cairo, estaba fuera del control del presidente y su Gobierno. A la espera de que hoy volvieran a tomar las calles cientos de miles de personas para exigir la ca¨ªda del r¨¦gimen, no se percib¨ªa una soluci¨®n pr¨®xima para la crisis pol¨ªtica y social egipcia.
El vicepresidente Omar Suleim¨¢n, exjefe de los servicios secretos y mano derecha de Mubarak, apareci¨® en televisi¨®n para calmar los ¨¢nimos. No lo consigui¨®. Primero, porque es dif¨ªcil calmar desde la pantalla a dos multitudes que se pegan con todo lo que tienen a mano y porque la mayor violencia proven¨ªa justamente del bando gubernamental, que fomentaba el furor de sus fieles, armados en algunos casos con armas de fuego. Los muertos, seg¨²n el Ministerio de Sanidad, eran 13 (una cifra destinada a crecer mucho cuando se conozcan datos reales), con miles de heridos. Segundo, porque no se pueden emitir mensajes contradictorios con la esperanza de que alguno funcione.
Suleim¨¢n tambi¨¦n descart¨® que Gamal Mubarak vaya a optar a la presidencia
Una multitud se prepara para tomar las calles tras la oraci¨®n de hoy
Suleim¨¢n tendi¨® la mano a todos los grupos de oposici¨®n, ofreci¨® di¨¢logo a los Hermanos Musulmanes y elogi¨® a las fuerzas del 25 de Enero (como se conoce a los j¨®venes y profesionales que convocaron para esa fecha la primera gran manifestaci¨®n), y a la vez defendi¨® los logros del r¨¦gimen y expres¨® una rotunda voluntad de continuismo a pesar de que descart¨® que Gamal, el hijo de Mubarak, compita por la presidencia en las pr¨®ximas elecciones. Por otra parte, atribuy¨® la situaci¨®n del pa¨ªs a vagas conspiraciones extranjeras.
"Le digo a la juventud: gracias por lo que hab¨¦is hecho, sois la chispa que ha puesto en marcha las reformas", dijo. Y a?adi¨®, acto seguido: "No sucumb¨¢is a los rumores y a las televisiones por sat¨¦lite [Al Yazira y en menor medida las occidentales] que os azuzan contra vuestro propio pa¨ªs". Es decir, les agradeci¨® ser un impulso y al tiempo les acus¨® de ser manipulados desde el exterior.
Suleim¨¢n rog¨® paciencia para aplicar reformas, sugiri¨® que las elecciones presidenciales de septiembre podr¨ªan adelantarse a agosto y habl¨® continuamente del "marco constitucional". Ese marco, hecho a medida de Mubarak con sus 30 a?os de estado de excepci¨®n y sus elecciones ama?adas sin supervisi¨®n judicial, era precisamente lo que rechazaba el movimiento del 25 de Enero.
Suleim¨¢n y el nuevo primer ministro, Ahmed Shafik, se reunieron con varios representantes de la oposici¨®n, sin incluir a los Hermanos Musulmanes. No se alcanz¨® acuerdo alguno. Seg¨²n diplom¨¢ticos que asistieron al encuentro, Suleim¨¢n y Shafik se mostraron conciliadores. Poco antes, el primer ministro hab¨ªa pedido literalmente perd¨®n por la violencia desatada en El Cairo y hab¨ªa asegurado que los instigadores de la violencia ser¨ªan localizados y perseguidos.
No hac¨ªa falta investigar demasiado para descubrir que desde el viernes, cuando manifestantes y antidisturbios se enfrentaron con tremenda dureza, se hab¨ªa abierto un periodo de relativa calma y ¨¢nimo festivo, combinado con graves saqueos nocturnos, hasta que el mi¨¦rcoles el Gobierno lanz¨® a sus fieles y a sus matones (armados, organizados, muy peligrosos) contra la gente del 25 de Enero y contra los periodistas extranjeros. A partir de ese momento, el centro de El Cairo se convirti¨® en el infierno.
Esa localizaci¨®n reducida del conflicto constitu¨ªa un elemento muy importante de la crisis. Unos y otros eligieron la plaza de la Liberaci¨®n y sus alrededores como campo de batalla. El resto de la ciudad y el pa¨ªs era otra cosa: grupos de matones, controles improvisados por ciudadanos-vigilantes organizados contra los saqueos, paralizaci¨®n, ansiedad, calles desiertas y comercios cerrados.
La gran mayor¨ªa de los egipcios, afligidos por el desabastecimiento (el toque de queda y los controles hac¨ªan casi imposible el suministro de mercanc¨ªas), el alza de precios, el cierre de los centros de trabajo y la desaparici¨®n del turismo, una de las grandes fuentes de ingresos del pa¨ªs, deseaban sobre todo un desenlace r¨¢pido.
Suleim¨¢n no olvid¨® subrayar el da?o que la revuelta causaba sobre el turismo. Afirm¨® que se hab¨ªan perdido un mill¨®n de turistas y m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares en solo una semana. Tal vez exagerara, pero no mucho. En plena temporada alta, Egipto se hab¨ªa quedado sin otros visitantes que periodistas y activistas. El sector iba a tardar en recuperarse.
Anoche, los fieles a Mubarak cantaban "vamos a liberar el pa¨ªs". Los manifestantes contra Mubarak confiaban en que el viernes, tras los rezos de mediod¨ªa, llevara a las calles una nueva riada humana que quebrara de una vez el espinazo del r¨¦gimen. Hoy era el d¨ªa que la oposici¨®n hab¨ªa fijado, en una especie de ultim¨¢tum, para que el presidente abandonara. Cab¨ªa esperar una jornada muy dura. Todo apuntaba a que Egipto se aprestaba a vivir el d¨ªa m¨¢s ¨¢spero e incierto desde el inicio de la revuelta.
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