El copago sanitario ya est¨¢ en los impuestos
La idea de cobrar por receta o visita al m¨¦dico toma fuerza ante el fantasma de nuevos ajustes - El sistema est¨¢ en marcha en Francia y Alemania - El gran riesgo es extender la desigualdad
Al sistema sanitario espa?ol le aprietan las costuras. Instaurado hace 25 a?os, y tras el revulsivo que supuso la descentralizaci¨®n que acab¨® en 2003, arrastra un d¨¦ficit que ronda los 10.000 millones de euros. Gratuito y casi universal, supone el 6,2% del PIB espa?ol. Con esos n¨²meros, el objetivo de ahorrar es una constante. Y, peri¨®dicamente, llegan las propuestas de implantar un copago o tique moderador: que los usuarios paguen una cantidad simb¨®lica, por ir al m¨¦dico o al hospital, o que participen en gastos como la comida que se les da cuando est¨¢n ingresados.
La idea no es nueva. Ya en 1991 el informe Abril lo sugiri¨®, pero nadie se ha atrevido a aplicarlo. El lunes pasado, en una entrevista a EL PA?S, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Oca?a, volvi¨® a mencionar la idea: "En este momento, a 31 de enero de 2011 [el copago], no est¨¢ en la agenda inmediata, por m¨¢s que se utiliza en muchos pa¨ªses. No ser¨¢ en este momento, pero es algo que habr¨¢ que reconsiderar en el futuro", dijo. La declaraci¨®n encendi¨® las alarmas en el Gobierno. Al d¨ªa siguiente el presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, le desminti¨®. El ahorro que representa el copago "es muy escaso" y "no merece la pena", dijo.
Tambi¨¦n la ministra de Sanidad es tajante. "La postura del Gobierno sobre este asunto no es una postura dogm¨¢tica, ni siquiera ideol¨®gica. Es una postura despu¨¦s de haber estudiado el modelo sanitario de otros pa¨ªses europeos y de ver si merece la pena o no introducir una medida que recaiga directamente en el bolsillo de los ciudadanos en funci¨®n, no ya de su renta, sino de si necesitan m¨¢s la sanidad o no. Y en eso no estoy de acuerdo por varias razones: primero, porque no ahorra lo suficiente para garantizar la sostenibilidad del sistema. En segundo lugar, porque puede producir un riesgo serio de inequidad, ya que un ciudadano que tenga que pagarse una radiograf¨ªa y que tenga problemas econ¨®micos puede dejar de hac¨¦rsela".
Debe de ser una de las pocas propuestas sanitarias que despierta unanimidad en los partidos mayoritarios. La exministra de Sanidad y secretaria de Pol¨ªtica Social del PP, Ana Pastor, es tajante en su rechazo: "Rotundamente, no", dice cuando se le pregunta. "Los ciudadanos ya pagan la sanidad con sus impuestos", afirma. "Lo que se necesita son reformas estructurales, para las que ya est¨¢n las dos hojas de ruta: la ley de ordenaci¨®n de las profesiones sanitarias y la de cohesi¨®n y calidad [ambas se aprobaron siendo ella ministra]", afirma.
IU va m¨¢s all¨¢. Su ¨²nico diputado, Gaspar Llamazares, que es adem¨¢s presidente de la Comisi¨®n de Sanidad del Congreso y m¨¦dico, cree que las declaraciones como las del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Oca?a, "no son gratuitas ni improvisadas". "Por el contrario, el equipo econ¨®mico del Gobierno, con la vicepresidenta segunda Salgado al tim¨®n [tambi¨¦n exministra de Sanidad], realizan manifestaciones de estas caracter¨ªsticas de forma intencionada y en momentos puntuales de la crisis econ¨®mica", a?ade. "Pretenden marcar as¨ª el rumbo a otros Ministerios, como el de Sanidad, sin importarles tampoco ignorar al Congreso de los Diputados, que ya ha rechazado en esta legislatura esta f¨®rmula por unanimidad, tras una iniciativa registrada por Izquierda Unida. Y esa unanimidad, por supuesto, incluy¨® el voto de los diputados socialistas".
El mismo d¨ªa 2, el grupo parlamentario IU-ICV-ERC present¨® una proposici¨®n en la que se afirma que el Congreso de los Diputados reitera su "rechazo de la introducci¨®n de f¨®rmulas de copago (euro, tique, etc¨¦tera) por parte de los usuarios del Sistema Nacional de Salud, al entender que afectar¨ªan gravemente a principios b¨¢sicos del derecho constitucional a la salud, como la accesibilidad, la universalidad y la gratuidad de la atenci¨®n integral de salud sin aportar, a cambio, avances significativos en la organizaci¨®n de la demanda y mucho menos en la financiaci¨®n del Sistema Nacional de Salud".
Los mismos argumentos son los repetidos por organizaciones como el Foro Espa?ol de Pacientes o la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Salud P¨²blica. Pero detr¨¢s de esta postura firme, se atisban fisuras. Prueba de que hay una corriente favorable, aunque no lo suficientemente fuerte como para imponerse, ha sido el debate en Catalu?a. El mel¨®n del copago lo abri¨® en 2004, durante la primera legislatura del tripartito, la consejera de Salud, Marina Geli. Ya entonces se hablaba de que la ¨¦poca de vacas gordas hab¨ªa tocado fin y que la endeudada sanidad catalana (2.900 millones de euros) necesitaba de "sacrificios individuales", que se vaticinaban a?adidos a la implantaci¨®n del c¨¦ntimo sanitario por litro de gasolina. Semanas despu¨¦s, el Gobierno catal¨¢n rectific¨® y asegur¨® que "nunca impondr¨ªa" el sistema de copago para financiar el sistema. Pero no hab¨ªa pasado ni un mes cuando Geli anunci¨® que estudiar¨ªa el pago de un euro por visita para regular la demanda. Un grupo de sabios consultado por la Generalitat lo descart¨®. Tanto cambio de opini¨®n responde, en parte, a la disparidad de opiniones en el seno del tripartito. La idea se retom¨® y se volvi¨® a rechazar en 2008 entre presiones de oposici¨®n y pacientes. Con la llegada de Converg¨¨ncia i Uni¨® al poder, el actual consejero, Boi Ruiz, sostiene que no es el momento. "Son medidas a tomar en su momento, pero no ahora", dijo ante el Parlamento, y defendi¨® que no se puede exigir un sobrecoste a colectivos como los parados o los jubilados.
Esta unanimidad contra el copago contrasta con lo que sucede en otros pa¨ªses. En 2004, con Jacques Chirac en la presidencia de la Rep¨²blica, Francia impuso el copago sanitario en las consultas m¨¦dicas. A partir de entonces, los franceses pagan un euro cada vez que acuden al m¨¦dico, al especialista, se hacen un an¨¢lisis o una radiograf¨ªa. La medida ten¨ªa dos objetivos: concienciar a la poblaci¨®n de que la medicina p¨²blica deb¨ªa usarse con moderaci¨®n y aliviar algo las exhaustas arcas de la Seguridad Social francesa. Hay pocas excepciones a esta medida. Solo se libran los afectados por una enfermedad de larga duraci¨®n, los que sufren una baja laboral permanente, los titulares de una pensi¨®n por invalidez, los jubilados o las mujeres embarazadas a partir del sexto mes.
En su tiempo, las asociaciones de pacientes -muy poderosas en Francia-, los consumidores y los sindicatos m¨¦dicos se opusieron con fuerza a este copago. Igual que ahora en Espa?a, por cierto. Con el tiempo, aquella medida pionera se ha revelado como la primera de una serie de peque?os recortes en la sanidad p¨²blica francesa. "Aquello fue el principio", recuerda el periodista especializado en asuntos m¨¦dicos Cyril Dupuis. Es cierto: ya con Nicolas Sarkozy como jefe del Estado, se han producido modificaciones: desde 2008 cada franc¨¦s debe pagar tambi¨¦n 50 c¨¦ntimos de euro por cada medicamento, cada visita al fisioterapeuta, y para los m¨¦dicos de enfermer¨ªa. Tambi¨¦n tienen que pagar 50 c¨¦ntimos para el transporte al hospital o al centro m¨¦dico. Nunca, en cualquier caso, el usuario debe pagar m¨¢s de 50 euros al a?o.
Francia no est¨¢ sola. El copago rige para servicios proporcionados por la asistencia publica, como por ejemplo la consulta de un m¨¦dico especializado (dermat¨®logo, ortopeda, etc¨¦tera). Y es eje central de la reforma que se aprob¨® en noviembre pasado. Hasta entonces, el paciente pagaba un 10% del servicio, que suele corresponder a un m¨ªnimo de cinco y un m¨¢ximo de 10 euros. El pago del servicio vale para tres meses, en los que el paciente puede acudir a la misma consulta las veces que quiera sin pagar m¨¢s. Esta suma, sin embargo, puede ahora ser aumentada por las mutuas, seg¨²n sus necesidades. "El problema es que esos costes ulteriores los tendr¨¢ que soportar ¨²nicamente el empleado sin participaci¨®n alguna del due?o de la empresa", a?ade Karl Lauterbach, experto en sanidad del Partido Socialdem¨®crata, en la oposici¨®n, quien condena adem¨¢s la reforma por ser demasiado poco transparente.
El Gobierno defendi¨® la reforma en particular porque permit¨ªa ahorrar y porque permitir¨ªa bajar los precios de los f¨¢rmacos. "Esta ley har¨¢ el sistema sanitario mejor y m¨¢s justo", argument¨® el ministro de Sanidad Philipp R?sler.
Quiz¨¢ la postura que mejor defina lo que piensan los pol¨ªticos sea la de otro exministro, Bernat Soria, que ha presentado un informe sobre el sistema sanitario patrocinado por el laboratorio Abbott. Soria, como sus excompa?eros, recuerda que "el copago ya existe" en los medicamentos, que los trabajadores en activo pagan en parte (el 40% si est¨¢n en el r¨¦gimen general de la Seguridad Social). Por eso cree que si se implanta, "ser¨ªa un repago, un pago adicional e individualizado". "Parece m¨¢s razonable plantear una gesti¨®n m¨¢s eficiente y la corresponsabilidad de todos los agentes, por ejemplo, reforzando la figura del personal sanitario".
Hasta aqu¨ª, todo en l¨ªnea. Pero Soria matiza todo esto con un "de momento". Lo mismo que dijo el secretario de Estado de Hacienda -"no ser¨¢ en este momento"- o el consejero catal¨¢n Boi Ruiz. O subyace en las opiniones de Ana Pastor o Leire Paj¨ªn, cuando dicen que "antes" hay muchas cosas por hacer. Lo que no est¨¢ claro es qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s. Seguro que se vuelve a hablar de copago.
Con informaci¨®n de Clara Blanchar (Barcelona), Antonio Jim¨¦nez Barca (Par¨ªs) y Laura Lucchini (Berl¨ªn).
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