Independencia: el deseo y la realidad
La independencia, el derecho a decidir, es algo muy serio. Lo contrario es, precisamente, la temible dependencia que est¨¢ por todas partes, a todas horas. ?Qui¨¦n es el guapo que no depende de nadie? El derecho a decidir cuestiona algo tremendo: la imposici¨®n, no me digas lo que hay que hacer. Todos sabemos de qu¨¦ va: tras el franquismo perduran modelos de pensamiento ¨²nico, que es la imposici¨®n m¨¢s solapada y perversa. Este no deber¨ªa ser tema electoral, un espejismo para catalizar votos. En los asuntos serios hay que ir m¨¢s all¨¢.
Las mujeres tenemos experiencia sobre dificultades inimaginables para lograr la independencia, siquiera econ¨®mica. Mi generaci¨®n (soy de 1944) intent¨® independizarse pol¨ªticamente y del paternalismo cultural, lo cual result¨® ser incluso m¨¢s dif¨ªcil que estudiar o trabajar. El ¨¦xito fue relativo: las mujeres a¨²n luchan para que su opini¨®n en asuntos como la pol¨ªtica y la organizaci¨®n social sea escuchada.
La llamada al independentismo es la forma catalana del populismo que abre el camino pol¨ªtico hacia una extrema derecha
Aqu¨ª mismo -?Catalu?a, moderna?- televisiones y foros solo convocan a hombres para debatir sobre la forma del Estado o la econom¨ªa. Los temas serios siguen siendo cosa de hombres (selectos). Hay ejemplos a diario. El criterio independiente, cuando existe, sufre la peor de las afrentas: el ninguneo. A las mujeres el ninguneo les afecta por partida doble: si su opini¨®n no coincide con la de los machitos se las silencia. As¨ª que la independencia de pensamiento (de mujeres y hombres) pese a arduos esfuerzos por lograrla, est¨¢ lejos de haber sido conseguida.
Sucede igual con el derecho a decidir. Depender de decisiones ajenas es lo normal, desde lo m¨¢s banal hasta lo m¨¢s trascendente. Las mujeres conocemos bien tal situaci¨®n. Y sabemos que la gente que se cierra a reconocer algo tan elemental se autoenga?a: el autismo no es soluci¨®n. Somos seres sociales: se puede colaborar con otros. El m¨¢s tonto se da cuenta de que su vida depende de circunstancias incontrolables. Si la independencia y derecho a decidir son, tal como est¨¢n las cosas, simples quimeras para individuos que han luchado por ello toda su vida, ?qu¨¦ sucede cuando un colectivo plantea hoy la independencia pol¨ªtica y el derecho a decidir? Parece claro que se expresa una fantas¨ªa rom¨¢ntica, ut¨®pica, inviable. ?No es poco serio volver a ¨¦pocas propias del siglo XIX? ?No se est¨¢ utilizando eso como se?uelo para incautos o ignorantes?
Confundir mito y pol¨ªtica, deseo y realidad, es un error, una manipulaci¨®n del deseo de independencia (este perfectamente leg¨ªtimo mientras no se oculten sus inevitables limitaciones). ?Es posible hoy ser independiente, al margen de los condicionantes financieros y culturales que conforman el colonialismo global del siglo XXI? ?Se puede sobrevivir pol¨ªtica y econ¨®micamente sin contar con la geograf¨ªa y con el vecino? Estos interrogantes elementales no los explican quienes juegan pol¨ªticamente con el independentismo al que llaman -?quieren mayor manipulaci¨®n?- derecho a decidir, o, tambi¨¦n, soberanismo. Todo ello enmarcado en un bello relato que describe etapas graduales que llevar¨¢ a los ingenuos creyentes al para¨ªso independiente.
Algunos somos demasiado mayores para no ver, en ese espejismo perverso que subyuga a tantos j¨®venes, el fruto de un culto equivocado a un mito m¨¢gico. Cuando la democracia lleg¨® se sembr¨® aqu¨ª esa fantas¨ªa rom¨¢ntica que desmonta el an¨¢lisis m¨¢s elemental de la realidad que nos rodea. Un error sobre el que habr¨ªa que pedir responsabilidades hist¨®ricas y pol¨ªticas.
La llamada al independentismo es hoy la forma catalana del populismo, del exclusivismo, de la exclusi¨®n, de la arrogancia, de la falta de inteligencia y del fanatismo que abre el camino pol¨ªtico hacia una extrema derecha inconfesable: ?en alza en nuestra Catalu?a?
Detalles como el ninguneo catal¨¢n a la entrega del Premio Cervantes a una venerable y digna escritora catalana (en castellano) como es Ana Mar¨ªa Matute hablan de c¨®mo esa ideolog¨ªa camuflada -?Qu¨¦ nos importan ellos! ?No los necesitamos para nada!- se apropia de nuestra normalidad social. Que los de fuera cometan errores -como el nacionalismo espa?ol- no justifica que aqu¨ª los repitamos.
Margarita Rivi¨¨re es periodista.
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