A¨²n hay clases en la Universidad
La educaci¨®n superior reproduce muchas de las desigualdades que pretende combatir - La familia tiene un peso clave para poder hacer una carrera
La Universidad espa?ola puede verse como un elemento de neutralizaci¨®n de desigualdades sociales. Algunos datos lo avalan. El 51% de los estudiantes provienen de familias que no accedieron a la educaci¨®n superior y en ese sentido puede decirse que las facultades funcionan como un ascensor social. La monumental encuesta Condiciones de vida y participaci¨®n de los estudiantes universitarios en Espa?a 2011 ofrece, sin embargo, otra lectura mucho menos optimista en t¨¦rminos de equidad.
Porque a la vista de sus datos, la Universidad act¨²a al mismo tiempo como una m¨¢quina de reproducci¨®n de las desigualdades, donde los hijos de quienes tienen un nivel educativo bajo se hallan considerablemente infrarrepresentados y los hijos de quienes estudiaron una carrera ocupan una cuota muy superior (10 puntos m¨¢s) a la que le corresponder¨ªa por su peso en la sociedad. Donde las v¨ªas alternativas al bachillerato y la selectividad para acceder a la facultad son utilizadas de forma especialmente intensa por los hijos de personas sin t¨ªtulo universitario. Y donde los alumnos de hogares con bajo nivel educativo (que suele estar asociado a clases sociales bajas) nutren el colectivo de quienes, adem¨¢s de estudiar una carrera, trabajan a jornada completa, lo que tiene consecuencias negativas en su rendimiento acad¨¦mico.
Los hijos de padres sin titulaci¨®n est¨¢n mal representados en las facultades
La mayor¨ªa cree que los estudios no les reportar¨¢n ingresos elevados
El sistema espa?ol es, pese a todo, m¨¢s inclusivo que el alem¨¢n o el franc¨¦s
En Espa?a solo el 7% de los estudiantes viven solos, frente al 41% en Finlandia
La encuesta recientemente presentada, basada en las respuestas de 18.000 alumnos espa?oles, dirigida por el soci¨®logo de la Universidad de Valencia Antonio Ari?o y financiada por el Ministerio de Educaci¨®n, proporciona la mayor radiograf¨ªa hasta la fecha sobre los universitarios espa?oles. Unos j¨®venes que mayoritariamente no creen que su paso por la facultad vaya a servirles para alcanzar una posici¨®n social alta (solo lo cree un 28%), ni siquiera para garantizarse unos buenos ingresos (47%). Pero s¨ª para tener en el futuro un trabajo interesante (74%) o incluso para "contribuir a la mejora de la sociedad" (62%).
Una generaci¨®n de alumnos que vive con sus padres mientras estudia en una proporci¨®n (51%) muy superior a las de sus colegas europeos. Que mucho m¨¢s que ellos pueden permitirse hacer una carrera gracias a la ayuda econ¨®mica que reciben de la familia. Que est¨¢ reduciendo r¨¢pidamente el perfil del estudiante a tiempo completo (ahora lo cumple el 54%). Pero que en gran medida decide trabajar no porque necesite un empleo para sobrevivir sino para financiar un estilo de vida m¨¢s bien hedonista (viajes, salidas nocturnas, coches, veh¨ªculo propio...) que los padres son menos proclives a pagar.
Una generaci¨®n de estudiantes que pocas veces pisa un museo o un teatro (16%). Que ignora ol¨ªmpicamente la tradici¨®n familiar a la hora de escoger carrera (2%). Que en una proporci¨®n comparativamente importante sale a estudiar al extranjero y que, sobre todo, est¨¢ deseando hacerlo mucho m¨¢s que en los pa¨ªses de su entorno (un 31%, la mayor tasa de Europa, que solo superan los turcos). Que tiene una participaci¨®n ¨ªnfima en partidos pol¨ªticos, sindicatos profesionales y de estudiantes; muy baja en grupos religiosos; moderada en ONG, y que solo destaca por su pertenencia a asociaciones deportivas, en una proporci¨®n que a¨²n as¨ª queda lejos del 50%. Unos estudiantes que no creen que la Universidad les ayude especialmente a hablar y escribir de forma clara o a resolver "problemas del mundo real", pero s¨ª a pensar de modo cr¨ªtico.
La publicaci¨®n de la encuesta ha coincidido en el tiempo con la cuarta oleada de Eurostudent, sondeo comparado de 25 pa¨ªses del continente que en Espa?a ha coordinado Ramon Llopis con 6.000 entrevistas. El an¨¢lisis de los datos revela la existencia de dos o m¨¢s europas, no solo en cuanto a la prima de riesgo que pagan los Gobiernos para colocar su deuda.
Una divisi¨®n que sit¨²a a Espa?a dentro de un modelo de "familismo mediterr¨¢neo cat¨®lico" que integrar¨ªan tambi¨¦n Italia, Malta, Portugal y Polonia. "Un familismo que es dulce porque poco tiene que ver con las exigencias que impon¨ªa la familia en otros momentos hist¨®ricos. Que tiene una dimensi¨®n socioecon¨®mica, que es la dificultad de emancipaci¨®n de los j¨®venes, un rasgo estructural de la econom¨ªa espa?ola. Pero que tambi¨¦n tiene una dimensi¨®n cultural", se?ala Ari?o.
El peso de la familia en los universitarios espa?oles se observa en el dato de que el 51% de los estudiantes vive con sus padres, frente a menos del 10% en Dinamarca, Finlandia o Noruega. O en el hecho de que quienes no viven en el hogar paterno reciben el 55% de sus ingresos de la familia (uno de los tres porcentajes m¨¢s altos de Europa); un 26% de su trabajo, y un 11% de ayudas p¨²blicas (entre las tasas m¨¢s bajas del continente).
"La importancia de la familia tiene como contrapeso la d¨¦bil implantaci¨®n de un Estado universalista y eso se ve bien aqu¨ª, como en otros aspectos relacionados con los servicios sociales. No cabe duda de que el esfuerzo de los ¨²ltimos a?os en la pol¨ªtica de becas ha sido muy amplio, eso hay que reconocerlo sin ambages. Pero todav¨ªa no se ha conseguido vencer lo que son inercias estructurales", afirma el soci¨®logo.
Resulta tambi¨¦n esclarecedor, prosigue Ari?o, observar el fen¨®meno desde el otro extremo del gr¨¢fico. "?Qu¨¦ porcentaje de universitarios viven solos? En Espa?a es un 7%; en Francia es un 35%; en Alemania, un 23%; en Dinamarca, un 30%, y en Finlandia, un 41%. En el caso de los pa¨ªses n¨®rdicos casi otros tantos viven con sus parejas e incluso con sus hijos. Lo que nos est¨¢ indicando es que en estos lugares muchos estudiantes tienen ya su propia familia. En parte porque tienen un apoyo p¨²blico que se lo permite, pero tambi¨¦n parece haber otros motivos". ?De qu¨¦ tipo? "Una alta emancipaci¨®n debida a que el mercado acoge el empleo juvenil en un tipo de puestos y con un nivel de ingresos distintos a los de aqu¨ª. Una ausencia del factor cultural, de familia mediterr¨¢nea cat¨®lica. Y un Estado del bienestar muy diferente no solo en t¨¦rminos educativos sino en su totalidad; es interesante ver c¨®mo esa totalidad tambi¨¦n incide en el sistema educativo".
Podr¨ªa parecer poco congruente con lo anterior el dato de Eurostudent seg¨²n el cual los universitarios espa?oles est¨¢n muy en general (80%) satisfechos con su alojamiento. Pero Ramon Llopis no considera que sea contradictorio. "Esas tres cosas, la dificultad para emanciparse, el alto porcentaje que vive con sus padres y el importante grado de satisfacci¨®n que a¨²n as¨ª tienen constituyen la clave de la idiosincrasia del joven espa?ol. De un lado se quiere emancipar, pero se encuentra fundamentalmente con el problema de la vivienda. Y finalmente eso tampoco constituye un gran problema, porque est¨¢ bastante a gusto".
"El sistema es familista y uno no se angustia si se queda con sus padres. Si adem¨¢s ha empezado a tener alg¨²n trabajillo, en diminutivo como lo describen ellos mismos en las encuestas, que les proporciona dinero para el ocio, se crea una situaci¨®n muy particular. El joven no est¨¢ tan mal porque dentro del hogar familiar ha conseguido cotas de libertad bastante amplias y tiene ese dinero de bolsillo que le permite llevar una vida bastante hedonista", concluye.
La Universidad espa?ola es un ascensor social imperfecto donde las oportunidades dependen en buena medida del hogar familiar. Lo prueba el caso de las madres, que son el factor que m¨¢s influye en la trayectoria educativa de los hijos. Del total de mujeres de 40 a 59 a?os, las mujeres con estudios bajos representan el 52,8% del total. Ese colectivo solo es madre, en cambio, del 35,5% de los estudiantes universitarios. En el otro extremo sucede lo contrario: solo el 18,8% de las mujeres de 40 a 59 a?os tiene estudios superiores; pero su peso como madres de universitarios se eleva al 28,4%.
Pese a ello, Espa?a no sale tan mal parada en la comparaci¨®n. Francia, con un modelo muy jerarquizado, o Alemania, con una temprana divisi¨®n entre universidad y FP son a¨²n m¨¢s excluyentes. El sistema espa?ol est¨¢, sin embargo, lejos de los m¨¢s incluyentes, como Holanda, Suiza, Irlanda y los pa¨ªses n¨®rdicos. "La conclusi¨®n es que hemos conseguido democratizar mucho m¨¢s que otros el sistema educativo, pero todav¨ªa nos queda un trecho por recorrer", afirma Ari?o; "tenemos por delante a un grupo de pa¨ªses que nos sirven de meta, de hacia d¨®nde debemos ir".
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