Tres d¨¦cadas de poder intocable
Las retribuciones desorbitadas en la caja gallega destapan a?os de descontrol
Las personas que estos d¨ªas se sorprenden o indignan por las multimillonarias prejubilaciones pagadas en Novacaixagalicia se preguntan c¨®mo demonios nadie les puso freno. C¨®mo cuatro altos cargos cobraron, hace menos de un mes y con el fondo p¨²blico de rescate sosteniendo la entidad, 23,6 millones de euros. Se suman a los tambi¨¦n escandalosos 16,5 millones que se embols¨® el ex director general de la coru?esa Caixa Galicia 90 d¨ªas antes de la fusi¨®n con la viguesa Caixanova.
"Ha reventado la ca?er¨ªa y empieza a salir toda la porquer¨ªa", describe uno de los pocos consejeros beligerantes. La caja que cre¨® un banco aportando 1.714 millones de capital es ahora due?a de un rid¨ªculo porcentaje, el 7%, que equivale a 181 millones. "Cuanto peor es una caja, vale menos", zanj¨® hace nueve d¨ªas el gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Sin mayores explicaciones, Novacaixagalicia se devalu¨® un 88% dejando boquiabiertos a economistas, pol¨ªticos y a los 7.000 empleados. Pronto circularon sospechas de que la quinta caja de Espa?a por volumen de activos hab¨ªa sido ninguneada para que los futuros compradores dieran un gran pelotazo. Pero tambi¨¦n arrecian las acusaciones de despilfarro tras una err¨¢tica integraci¨®n avalada desde el Gobierno de la Xunta (PP) y contraria a toda l¨®gica econ¨®mica. Am¨¦n de un fuerte peso del ladrillo en las cuentas.
Nadie osaba molestar a M¨¦ndez o a Gayoso, que decid¨ªan sus sueldos
Esta historia fue forjada por dos hombres, y no precisamente los directivos que est¨¢n ahora en la picota. El primero se llama Jos¨¦ Luis M¨¦ndez, una de las personas con m¨¢s poder en Galicia durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Convirti¨® a Caixa Galicia, una entidad provinciana en la que hab¨ªa desembarcado en 1981, en la sexta del pa¨ªs. Se despidi¨® el 16 de septiembre del a?o pasado entre grandes aplausos de sus consejeros, cerrando la puerta a 29 a?os de servicio. Sab¨ªa que el Banco de Espa?a no lo consideraba un "gestor adecuado", para ocupar un cargo en la caja ¨²nica gallega. En su defensa dej¨®, dice, unas cuentas sin tachas en las auditor¨ªas.
?l m¨¢s que nadie sabe mover los resortes que proporciona el dinero. En Galicia nadie se atrev¨ªa a toserle, ni en p¨²blico ni en privado. Tampoco al segundo protagonista, Julio Fern¨¢ndez Gayoso, quien durante cuatro d¨¦cadas pilot¨® Caixanova. Un alcalde franquista lo aup¨® a la Caja de Vigo en 1965. Se jubil¨® como directivo a los 75 a?os (ahora tiene 80 y es copresidente), perpetu¨¢ndose por encima de las limitaciones de edad que marca la normativa.
Siempre obtuvo el oportuno respaldo pol¨ªtico, traducido en argucias legales para esquivar cualquier circunstancia que lo apartara de la caja. M¨¢s prudente, menos ambicioso que M¨¦ndez, fue un enemigo de la fusi¨®n hasta el ¨²ltimo minuto.
Don Julio, como se le conoce en Caixanova, hizo en Vigo lo que M¨¦ndez en A Coru?a: construir a medida el consejo de administraci¨®n. Porque en Galicia las c¨²pulas de poder de las cajas no est¨¢n politizadas, son una extensi¨®n de la influencia de los directores. Encontrar un ayuntamiento que no est¨¦ financiado por Caixa Galicia o Caixanova es casi imposible. El 90% paga alguna de sus actividades culturales a trav¨¦s de las cajas, que tambi¨¦n apoyaban cualquier proyecto para mayor gloria de los alcaldes. En consecuencia, los representantes de las corporaciones en la asamblea contaban antes con el visto bueno de los banqueros.
"Levantar la mano en una reuni¨®n se hac¨ªa extra?o. Pedir informaci¨®n, una deslealtad", reflexiona un consejero retirado. Los puntos importantes del orden del d¨ªa se despachaban hacia el final, tras largas explicaciones de cuestiones menos relevantes. Nadie osaba molestar a M¨¦ndez ni a Gayoso, que se asignaban sus propios sueldos. Ni siquiera lo hac¨ªa la Xunta. Hasta hace dos a?os se olvidaba sistem¨¢ticamente de nombrar a sus representantes en las comisiones de control.
"?Cu¨¢nto cobraba M¨¦ndez? No lo sabemos. El ¨²nico contrato que vimos de ¨¦l se firm¨® hace 20 a?os", ilustra un delegado del sindicato nacionalista CIG. Ante la pasividad de alg¨²n sindicato, las retribuciones fueron creciendo sin su contrapartida en la disciplina de la gesti¨®n. Novacaixagalicia paga ahora los excesos del pasado. Son las sombras que ahora tapan la meritoria obra social y el impulso a las empresas y familias.
Quiz¨¢ la imagen que mejor lo resume es la de M¨¦ndez canturreando una estrofa popular con letra de su cosecha. Ay S¨¢lvora, ay San Vicente, hay cosas en Galicia que solo las hace M¨¦ndez. Fue en 2007. Acababa de firmar la compra de una isla con dinero de la caja.
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